En la vida, hay dos momentos que te definen como persona: tu paciencia cuando no tienes nada y tu actitud cuando lo tienes todo. Esta es una premisa que aplica para cada actividad de la vida, inclusive para los negocios. Por experiencia, sé que es más profunda la huella en este segundo caso, porque habla a las claras de tu condición humana.

Hola, soy Álvaro Mendoza, director de MercadeoGlobal.com, y te presento el quinto video de la serie denominada ‘Los siete pecados capitales de los emprendedores’. Ahora es el turno de la avaricia. Es contenido de alta calidad que hemos preparado con mi equipo de trabajo para invitarte a reflexionar en esta época de Semana Santa.

Agradezco infinitamente tu gentileza de estar otra vez en sintonía conmigo y darme la posibilidad de compartir mi conocimiento y experiencia contigo. Dentro de esta nota están los enlaces que conducen a las notas previas de esta serie: si todavía no las viste, te invito a que las consultes porque es un contenido de calidad preparado especialmente para ti.

Enfrentarse a los avatares de la vida, a eso que consideramos injusticias del destino, es una de las pruebas más difíciles a las que se somete un ser humano. “¿Por qué a mí?” es la pregunta lógica cuando conocemos la cara poco amable de la vida. “¿Qué hice para merecerme esto?”, gritamos al cielo en busca de una explicación que jamás llega.

Ocurre cuando sufrimos una enfermedad que mina nuestras fuerzas y nos impide estar al ciento por ciento. O cuando perdemos a un ser querido, especialmente si es algo repentino. O cuando las situaciones incómodas y negativas se suceden una tras otra, como si el planeta confabulara en nuestra contra. Es una prueba difícil, sin duda.

Este tema me pone los pelos de punta porque viví esa situación hace poco más de veinte años. ¡Nada salía bien! Tenía salud, afortunadamente, y a mi familia. Y también a mis amigos. Pero, mi vida no era feliz. Iba por un camino muy distinto al que deseaba. Y cada noche, cuando posaba la cabeza en la almohada, los fantasmas comenzaban su función.

Los pensamientos negativos de atormentaban, no me dejaban descansar tranquilo. A la mañana siguiente, cuando tenía que levantarme a enfrentar esa realidad, entonces, tenía la cabeza hecha un saco de anzuelos. Y los días se tornaban en un suplicio. Hasta que tomé la decisión de convertirme en emprendedor y, por fortuna, todo cambió para bien.

Hoy tengo que agradecerle a la vida que nada material me falta. Ni a mí, ni a mi familia. A mi esposa y a mis hijas puedo darles aquello que necesitan para vivir con comodidad y brindarles las condiciones para que desarrollen sus talentos y sean felices. Ahora, por supuesto, duermo como un lirón: hay dificultades y preocupaciones, pero estoy tranquilo.


Los siete pecados capitales de los emprendedores (1): la pereza


Los siete pecados capitales de los emprendedores (2): la lujuria


Eso es producto, entre otras razones, de que mis mentores me enseñaron a evitar uno de los pecados capitales de los emprendedores: la dependencia del número uno. ¿Sabes en qué consiste? Tener una sola fuente de ingresos, una sola fuente de tráfico, un solo proveedor, un solo producto, un solo socio, o trabajar solo porque te crees Superman.

¿De dónde proviene este mal? De la avaricia. El avaro es aquel que tiene desmedido afán de riqueza, pero que una vez la posee la quiere solo para él y, además, cree que es suficiente y que no necesita hacer nada más para multiplicarla. Ese, aunque te parezca raro, es un comportamiento común entre los emprendedores, especialmente los novatos.

Cuando una persona inicia un negocio, dentro o fuera de internet, se traza unas metas. En el momento en que las alcanza, piensa que tocó el cielo con las manos y que nadie lo podrá bajar de la cima. Sin embargo, la vida y los negocios son un ciclo permanente y si hoy estás arriba es porque en algún momento estuviste abajo, o vas a estarlo después.

El éxito en los negocios está determinado por lo que haces cada día. Sin descanso. Por tu convicción, por tu terquedad para perseguir tus sueños, por tu decisión para sobreponerte a las dificultades. Por tu inteligencia para alejarte de lo que te perjudica. Por tu habilidad para sacar provecho de tus talentos. Por tu vocación de servicio en función de otros.

Pero, por encima de lo anterior, el éxito en los negocios está determinado por cuánto inviertes en ti. No antes de montar tu negocio, sino después. Porque el después es más importante. Y ahí es donde muchos emprendedores caen en uno de los siete pecados capitales: la avaricia. Creen que lo que tienen ya es suficiente y dejan de invertir en sí mismos.

El mundo de los negocios ofrece una dinámica permanente y lo que hoy es moda, mañana pasó al olvido. Lo que hoy es norma, mañana pasó al olvido. La única verdad es el cambio constante y, por eso, tenemos la obligación de reinventarnos, de capacitarnos todo el tiempo. Si no inviertes en ti, no puedes esperar que tu negocio te haga millonario.

Aunque esa es una realidad a la que estamos sometidos todo el tiempo, todos los días, sé de muchos emprendedores que tropiezan con la piedra de la avaricia. Cuando atesoran las ganancias que soñaban, las quieren solo para darse lujos, para deslumbrar a otros, para vivir la vida que antes no pudieron disfrutar. Y se olvidan de invertir en su conocimiento.

Por supuesto, no soy nadie para decirte cómo o en qué debes invertir el dinero que ganas con tu trabajo. Lo que sí puedo hacer con la autoridad que me concede estar vigente en el mundo de los negocios digitales durante veinte años y ser una referencia del mercado es decirte que que el mejor negocio del mundo está condenado al fracaso si no te capacitas más y más.

Hay quienes creen que si les fue bien con un producto no necesitan desarrollar más. O que si les fue bien con una estrategia de tráfico a través de Facebook pueden omitir otros canales y pociones. O que si triunfaron con un negocio que iniciaron solos ya no necesitan apoyo de otros profesionales, ni asociarse con más emprendedores, ni crear redes.

Ese es el pecado del número uno, una clara manifestación de avaricia. Cuando entiendas el valor de compartir lo que eres y lo que tienes, cuando recibas la retroalimentación de aquellos a quienes ayudaste a transformar su vida, verás cuán equivocado estabas. Y entenderás que requieres renovarte y fortalecerte en diversas formas constantemente.


Los siete pecados capitales de los emprendedores (3): la soberbia


Los siete pecados capitales de los emprendedores (4): la gula


Este fue el quinto video de la serie ‘Los siete pecados capitales de los emprendedores’. Espero que haya sido de tu agrado y que estas reflexiones te sirvan para evitar errores y alcanzar tus sueños. Si así lo consideras, sería un honor y un placer poder ayudarte y tener la oportunidad de compartir contigo mi conocimiento y mi experiencia.

Soy Álvaro Mendoza, director de MercadeoGlobal.com, y agradezco la atención que me prestaste estos minutos. Me encantaría conocer tu opinión sobre este contenido u otros artículos que publico en mis canales. Si te gustó, por favor, no olvides darle un like y compártelo con tus amigos, para que ellos también se beneficien con este contenido de calidad.

Hasta pronto…