El ecosistema digital es paradójico, y cómico. Nada, absolutamente nada de lo que se encuentra allí, está oculto. Si sabes buscar, seguro lo hallarás. Y, como me gusta decir, “la rueda ya fue inventada”. Es decir, son muy pocas, o ninguna, las posibilidades de que haya algo nuevo en verdad, algo novedoso, algo que no se había visto. Se trata, más bien, de mejoras, de innovaciones.

El problema, porque siempre hay un problema, es que muchas personas desconocen la definición real de innovar. Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, que es palabra de Dios en este sentido, significa “Mudar o alterar algo, introduciendo novedades”. Y, hilando un poco más delgado, novedad es “Cualidad de nueva”, pero también, “Cambio producido en algo”.

Vamos por partes, como solía decir el gran Jack, el Destripador. Innovar o innovación no es algo completamente nuevo, como la mayoría de las personas cree, como recurrentemente nos dicen los avisos publicitarios o los correos electrónicos que recibimos a diario. En términos sencillos, es mejorar, incorporar alguna función, característica o beneficio que mejore lo que ya fue creado.

El ejemplo más elemental son los teléfonos celulares. Hace unas semanas, quizás lo recuerdas, Apple anunció con bombos y platillos el lanzamiento de su nuevo teléfono iPhone 12. Lo nuevo, en realidad, es el modelo, porque el teléfono ya existía, solo que ahora incorpora algunas funciones mejoradas, como más capacidad, una cámara fotográfica más potente y un cuerpo más liviano.

Por supuesto, el negocio de Apple es vender teléfonos, de ahí que deba decir algunas mentiritas piadosas o, si lo prefieres, trucos de copywriting para hacernos creer que este modelo es algo nuevo. Lo mismo sucede con los automóviles, que año tras año se renuevan, incluyen mejoras y se presentan como nuevos, aunque en realidad son innovaciones de modelos anteriores. ¿Entiendes?

Es una tendencia muy arraigada en internet y de la cual se hace un uso abusivo. Todos los días vemos titulares en diferentes páginas de internet, en webs de los medios de comunicación o en los correos electrónicos que recibimos mensajes que nos hablan de algo nuevo o novedoso. Y cuando vemos el contenido, cuando leemos, nos damos cuenta de que no es tan así, no es tan nuevo, ni novedoso.

“La guía completa”, “La última herramienta para automatizar tu negocio”, “La nueva técnica para lograr una mejor tasa de apertura en tus emails” y muchas otras más que se reiteran día tras día. Para colmo, como lamentablemente hay muchos en el mercado cuya única estrategia es el copy+paste, entonces es la repetición de la repetidera. Hasta que nos llevan a límite, al hartazgo.

Una acción que, además, riñe con una de las premisas básicas del marketing y que en los últimos tiempos, en virtud del aumento de la oferta, ha cobrado mayor relevancia: la de ser una propuesta de valor única, ser diferentes al resto (en especial, a tu competencia). El origen de este problema es que creen que pueden replicar en sus negocios la fórmula del éxito que les ha funcionado a otros.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Si tienes la solución al problema de tus clientes, lo demás vendrá como consecuencia.


Tristemente, muchos emprendedores juegan con fuego y se queman. ¿Eso qué quiere decir? Que juegan con su confianza y su credibilidad, las pierden y luego pagan las consecuencias. Es porque se dedican a copiar al pie de la letra lo que a otros les funcionó, y se olvidan de lo importante. Te digo qué es.


Y no es así, amigo mío, no es así. Podría grabarte mil videos en los que detalle qué hago y cómo lo hago en mi negocio y tú podrías hacer copy+paste en el tuyo. ¿Y sabes qué ocurriría? Tus resultados serán distintos de los míos. Pueden ser mejores, pero lo más probable es que ni siquiera se acerquen a los míos. ¿Por qué? Porque tu negocio y el mío, y los clientes, son distintos.

El copy+paste es el error más elemental, más grave y más frecuente que comenten los emprendedores, y no solo los principiantes. Después, cuando no les funciona, salen a decir que el email marketing murió, que internet es un engaño, que fueron estafados y otras excusas más que, en verdad, son mentiras. La realidad es que ellos se equivocaron feo y pagaron las consecuencias.

Del mismo modo, aquella vieja estrategia del nuevo y novedoso ya no funciona como antes. Hoy, el consumidor es más educado, está mejor informado, se blinda a través de las experiencias de otros y ya no cae tan fácil en las redes de las frases persuasivas. Además, existen instancias como los foros o las comunidades o los grupos de Facebook o WhatsApp, en los que te puedes respaldar.

Lo he mencionado en otros artículos publicados anteriormente, pero lo repito porque creo que es importante: la lección más valiosa que nos deja este 2020, pandemia incluida, es el valor de lo simple. Estábamos acostumbrados a una vida complicada, estresante, vivida a ritmo frenético y sin respiro. Y, por cuenta de ello, nos olvidamos de lo básico, de lo que en verdad es importante.

Una premisa que, por supuesto, aplica para la vida y también, para los negocios. A diferencia de lo que creen y pregonan algunos, la magia del marketing, su poder, no está en la fuerza que les des a las palabras, o en que utilices viejas fórmulas del estilo de “Lo último”, “Lo nuevo”, “Lo definitivo”. Y que quede claro que soy un ferviente creyente y defensor del copywriting y del storytelling.

Sin embargo, sé muy bien que la verdadera magia del marketing consiste en ofrecer la solución real al problema que aqueja a tu cliente. Así de simple, así de contundente. Si lo que estás en capacidad de brindarle al mercado es aquello que calma su dolor, que cristaliza su sueño, que acaba con su angustia, no tienes que utilizar fórmulas rebuscadas o, peor, que están en desuso.

Te invito a que no te involucres en esa suerte de carrera de la rata de creer que porque utilizas palabras rimbombante y expresiones hechas vas a vender más. El consumidor actual, lo repito, no cae tan fácil, no es tan ingenuo. Lo peor es que si el mercado te etiqueta como más de lo mismo, como otro de tantos vendehúmo que hay por ahí, perderás su confianza y tu credibilidad.

Y, supongo que lo sabes, esas dos cualidades no solo son fundamentales, sino que además no son píldoras que se consigan en la farmacia del barrio. ¡No puedes jugar con ellas! Sin confianza y sin credibilidad, no vendes. Aunque seas el mejor copywriter del mundo o contrates a la mejor agencia de marketing. ¡No vendes! Como, por cierto, les sucedió a los que cayeron en esta trampa.

“La rueda ya fue inventada”, amigo mío, así que no te desgastes innecesariamente. Solo cuando lo que ofreces en verdad es lo que el mercado necesita, lo que soluciona su problema, el copywriting, incluidas las frases hechas, pueden servirte. De hecho, no sobra decirte que a la hora de construir confianza y credibilidad un buen copywriting es un aliado incondicional. De eso puedo dar fe.


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