Aquellos años 60, que miramos con nostalgia, dejaron profunda huella. Reivindicaciones sociales, despertar de la liberación femenina, moda multicolor, rebeldía juvenil y música, mucha música, son parte del legado de esta icónica década. Y uno de sus íconos, la revista Rolling Stone (RSM) está a punto de cumplir 50 años, ¿y desaparecer?

Rolling Stone Magazine pudo haber sido uno más de tantos productos que surgieron en esa segunda mitad de los 60 con el ánimo de aprovechar un mercado efervescente: la juventud. Los vientos de cambios, por aquella época, soplaron con la fuerza de un huracán y los jóvenes fueron los más beneficiados. Ellos y las mujeres, que salieron del cascarón.

Subyugados a la autoridad del padre durante mucho tiempo, los jóvenes se quitaron las ataduras y salieron al mundo, en busca de una vida propia, de una identidad propia. Uno de ellos era Jann Wenner, rebelde estudiante de la Universidad de Berkeley, en California. Con solo 21 años, quería cambiar el mundo, quería cambiar su mundo.

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Jann Wenner fue el gestor y cofundador de ‘Rolling Stone Magazine’, la icónica revista del rock.

Una mañana, rascaba las cuerdas de su guitarra acústica, sentado en el sofá de la sala del apartamento de su novia, en el barrio Haight-Ashbury, de San Francisco. En esas, llegó Angie Kucherenko, la compañera de cuarto de aquella, que quedó como testigo de una de las ideas que marcaron a su generación. Testigo, primero, luego como cómplice.

“Quiero empezar una revista de rock and roll”, recuerda Kucherenko que le dijo Wenner. “¿Estás loco’ ¿Rock and Roll? ¿Esa no es una moda pasajera?”, fue la respuesta que escuchó. Eso era lo que muchos creían, ciertamente, que esa música altisonante e impertinente, atrevida y contestataria, iba a desaparecer pronto. No fue así, sin embargo.

Wenner creía que ese movimiento que surgió de la mano de grupos como The Beatles y The Rolling Stones, voces como la de Bob Dylan y otros grupos locales que marcaron época en California, había llegado para quedarse. Esa es la primera lección: tenemos que estar convencidos de lo que hacemos, convencidos de que vamos a tener éxito.

Por aquellos años, ni siquiera en los medios de comunicación había periodistas especializados en música, mucho menos en rock and roll. Eventualmente, la revista Billboard incluía algunas informaciones relacionadas con el tema, pero nada que ver con esta nueva corriente que había tomado una fuerza inusitada entre la juventud.

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En noviembre de 1967 salió el primer número. El inolvidable John Lennon estaba en la portada.

Segunda lección: el rock and roll, con su ritmo y sus letras, le permitió a la juventud alcanzar visibilidad y, lo más importante, que la sociedad conociera sus sueños, sus anhelos, sus motivos. Un producto exitoso que se posicionó rápidamente gracias a que brindó la solución ideal a un problema específico de un nicho del mercado que no estaba cubierto.

Por los artículos que escribía en The Daily Cal, periódico estudiantil de Berkeley, Wenner conoció a Ralph J. Gleason, columnista del San Francisco Chronicle, 30 años mayor que él. A pesar de esa diferencia, se dio una fuerte conexión entre ellos gracias a que compartían la pasión por el rock. Fue el comienzo de una gran amistad, de un gran negocio.

Wenner logró que Gleason se uniera a su iniciativa, como socio, y entre los dos se dieron a la tarea de conseguir inversionistas para poner en marcha el proyecto. Baron Wolman, se sumó al equipo a cambio de los derechos de sus fotos y unas acciones de la compañía. Jane Schindelheim (que sería la esposa de Wenner), sus padres y Joan Roos, una amiga de la universidad, completaron el grupo.

Irreverente y genial

Tercera lección: cuando vas a iniciar un proyecto, rodéate de aquellos con quienes compartas sueños, pasiones, gusto, la visión de la vida. Juntaron 7.500 dólares y, en un loft sucio y descuidado que tuvieron que remodelar, empezó la aventura. El Monterey Pop Festival fue la excusa perfecta para preparar el primer número, que se publicó en noviembre de 1967.

Desde esa edición inaugural, Rolling Stone conquistó el corazón de los lectores. Entrevistas exclusivas, el tras bambalinas de los grupos y los eventos del rock (con fotografías inéditas) y columnas atrevidas se convirtieron en el sello de la publicación. Una serie de características que le permitieron marcar una gran diferencia con el resto del mercado.

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El papa Francisco fue una de las figuras internacionales que apareció en la portada.

A lo largo de estas cinco décadas, Rolling Stone se posicionó no solo como la revista número uno de los amantes del rock, sino también porque aprovechó la música para inmiscuirse en otro campo en el que los jóvenes de entonces fueron muy activos: la política. El primer número fue un éxito, y la bola de nieve creció, creció y creció…

Con el tiempo, la revista evolucionó para adecuarse a las nuevas tendencias, a las necesidades de información de los nuevos públicos. Sin dejar su esencia, jugó una carta que, en su momento, le brindó grandes réditos: tomó posición en torno de hechos como las guerras (Vietnam, Irak), conflictos como el del Oriente Medio y el calentamiento global.

Incluso, algunas de sus portadas más recordadas muestran los rostros no de consagradas figuras de la música, sino de políticos y gente de actualidad. El primer ministro canadiense Justin Trudeau, el expresidente Barack Obama, George Clooney, el papa Francisco o Los Simpson, además de las estrellas de la canción, aparecieron en sus páginas.

Famosas también son sus listas de éxitos. Los editores de la revista acudieron a expertos para seleccionar a los mejores de cada época, de cada ritmo, y sus listas son hoy referencia obligada para amantes de la música y para cualquiera que trabaje en el ambiente. Figurar allí es, sin duda, el mejor reconocimiento que se pueda alcanzar.

El periodismo investigativo, resistido siempre por las esferas de poder, fue otro de sus sellos. Este, sin embargo, le causó un problema grande: en 2015, la revista publicó un caso de supuesta violación de una alumna en la Universidad de Virginia, pero el caso resultó ser una mentira. Aunque se retractó, sufrió un duro revés en su credibilidad.

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Las portadas de ‘Rolling Stons’ son un clásico de la fotografía de medios de comunicación.

A este episodio, que le costó una indemnización de 3 millones de dólares, se atribuye que en 2016 Rolling Stone le haya vendido a la empresa de música y tecnología BandLand Technologies, de Singapur, el 49 por ciento de sus acciones. Recientemente, Wenner anunció que, a los 71 años, está en disposición de desprenderse del restante 51 por ciento, y escucha ofertas.

Para muchos, ese sería el fin de la revista, ícono de una época, producto exitoso que supo diferenciarse en el mercado y sobrevivir a los cambios, pero que como cualquiera tiene que pagar el costo de sus errores. Pase lo que pase, Rolling Stone tiene un lugar en la historia porque, entre otras razones, ella misma ayudó a construir esa historia.

Atender una necesidad apremiante del mercado, ofrecer diferenciales contundentes, tener un estilo y una identidad propias, innovar permanentemente, romper esquemas y atreverse a ir contra la corriente son algunas de las enriquecedoras lecciones que los emprendedores podemos aprender de Rolling Stone, esta genial joven de 50 años.

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