El conocimiento, todo el conocimiento del mundo, no es suficiente. La experiencia, toda la experiencia del mundo, no es suficiente. La vida moderna, que muchos conciben como una competencia, nos exige cada vez más. Es una loca carrera, a veces sin sentido, porque da la impresión de que nada de lo que hacemos es suficiente, de que siempre nos hace falta algo.

Y no es así. De hecho, todo lo que hacemos y lo que vivimos, incluidos los errores que cometemos y eso que llamamos fracasos, sirven. Y mucho. Claro, siempre y cuando estemos en la capacidad de aprovechar el aprendizaje que cada uno de ellos incorpora. El problema es que en la mayoría de las ocasiones menospreciamos ese aprendizaje o lo utilizamos mal.

Suele ocurrir, también, que nos obsesionamos con la idea de seguir aprendiendo todo el tiempo. Que está bien, es necesario, pero no puede ser tu única acción. Además, tienes que saber qué te conviene aprender, qué le aporta a tu proceso, qué en verdad te va a permitir avanzar. No puedes convertirte en una biblioteca ambulante; solo conseguirás agobiarte.

En el pasado, en el siglo pasado, el trabajador era más valorado en la medida en que su nivel de conocimiento fuera más amplio. Sin embargo, eso cambió. En el mundo moderno, uno de los valores más preciados es la especialización. Que no significa, de manera alguna, que haya que limitarse a un campo específico, muy cerrado, porque eso sería irse al otro extremo.

Y ya sabes, seguramente, que los extremos son viciosos, es decir, nocivos. Hoy, lo reitero el conocimiento y la experiencia no son suficientes. Son necesarios, pueden ser muy útiles, pero no bastan. El ámbito laboral ha cambiado mucho, en especial en estos tiempos de teletrabajo, y exige otros ingredientes en la receta del éxito. En especial, si eres emprendedor o el dueño de un negocio.

¿Por qué? Porque la clave del éxito en el marketing, sea cual fuere la idea que tengas de él, no es vender más. Esa es la consecuencia de tus acciones, de tus decisiones, de tus estrategias y, algo que muchos menosprecian, de tus relaciones. ¿Lo sabías? Puedes tener el mejor producto o servicio, pero lo que te garantizará las ventas será la calidad de tu relación con el mercado.

Que, valga decirlo, no se limita a tus clientes, a las personas que te compran. Ellos son el último eslabón de una larga cadena que comienza contigo y se extiende, entre otros, con tus empleados, tus proveedores, tus aliados estratégicos, tus socios y todas y cada una de las personas que de alguna manera, en especial a través de internet, tienen contacto contigo.

El problema es que a veces, muchas veces, los emprendedores y los dueños de negocios asumen su trabajo como si no hubiera más seres humanos en la faz de la Tierra, o como si fueran los únicos que ofrecen ese producto o servicio. Y no es así. Por esencia, somos seres sociales, es decir, creados y destinados a vivir con otros, a relacionarnos con otros.

En consecuencia, no nos queda más remedio que convertirnos en expertos en relaciones positivas y constructivas porque solo a través de ellas vamos a poder establecer los vínculos de confianza y credibilidadque son indispensables para hacer negocios. Además, si no tienes buenas relaciones, tu mensaje carecerá de poder, no generará el impacto que tú necesitas.

¿Por qué debes sostener buenas relaciones con los demás? Las razones son múltiples y diversas. Primero, para que sea posible convivir con los demás en armonía, con respeto, en un ambiente en el que haya cabida para todos. Segundo, porque no conseguirás nada en la vida o en los negocios si tus relaciones con los demás no son buenas, si eres una fuente de conflicto.

Tercero, porque nos guste o no, lo aceptemos o no, necesitamos de los demás, de la misma forma en que los demás necesitan de nosotros. Recuerda: en esencia, el ser humano es social. Cuarto, porque solo a través de las buenas relaciones es posible enfrentar y sortear con éxito las dificultades que se presentan en nuestro camino y que pueden generar mucho malestar.

¿Ahora entiendes por qué te digo que no basta con amplio conocimiento y experiencia? Supongo que en este momento te preguntarás ¿qué hace falta? Que desarrolles habilidades complementarias, aquellas que potencia el conocimiento y que te permiten sacar provecho de las experiencias pasadas. ¿Sabes cuáles son? Las que conocemos como habilidades sociales.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Si tu idea de relaciones es sinónimo de transacciones, déjame decirte que estás equivocado.


Lo que consigas en la vida y en los negocios está determinado, especialmente, por la calidad de las relaciones que estás en capacidad de entablar con el mercado, con cada uno de tus clientes. Para que sean armónicas y positivas, requieres desarrollar las habilidades sociales.


Las principales son las siguientes:

1.- Escucha activa.
Cada vez más valorada, cada vez más necesaria. Obtendrás mejores resultados cuando escuches más y hables menos. Es el punto de partida para una comunicación con respeto.

2.- Empatía.
Muy relacionada con la anterior. No puedes ser empático si no escuchas, porque nunca vas a entender al otro, nunca podrás entender la dimensión de su problema, no podrás ayudarlo.

3.- Inteligencia emocional.
Otra que ha cobrado relevancia en los últimos tiempos, porque el origen de muchos de los errores que cometemos es dejarnos llevar por las emociones, traviesas y caprichosas.

4.- Comunicación asertiva.
Cuanta más claridad, sensibilidad y honestidad haya en tus mensajes, más fácil será para otros entenderte. Y provocarás un mayor impacto. Ser asertivo también significa saber decir no.

5.- Humildad.
¿No la tenías en cuenta en esta lista? Es absolutamente indispensable para aceptar la vida tal y como es y nuestros errores, sin remordimientos, ni rencores. La humildad te abrirá puertas.

6.- Resolución de conflictos.
Crear un conflicto es fácil, pero resolverlo a veces es una tarea harto difícil. Para ello, requieres varias habilidades mencionadas: escucha activa, inteligencia emocional, humildad y empatía

7.- Capacidad de negociación.
La vida, como los negocios, se resume en un intercambio de beneficios con los demás. Y a veces significa dar sin recibir nada a cambio. Saber negociar te ayudará a lograr tus objetivos.

8.- Escritura y oratoria.
De nada te sirve lo que sabes, lo que has vivido, si no puedes compartirlo con otros, si no puedes comunicárselo a otros. Estas habilidades marcan la diferencia entre éxito y fracaso.

9.- Capacidad de servicio.
El mejor negocio del mundo es servir. ¿Lo sabías? Aquello que das a otros de manera genuina y honesta regresa a ti multiplicado en forma de beneficios y bendiciones. Si no sirves, no vendes.

10.- Liderazgo.
Como nunca, el mundo hoy necesita de personas como tú capaces de guiar a otros, de inspirarlas con el ejemplo, de ayudarlas a construir la vida que desean. Esa es tu misión.

La buena noticia, ¿sabes cuál es la buena noticia? Que los seres humanos, todos, hemos sido dotados de nacimiento con cada una de estas habilidades sociales. TODAS. Depende de ti, entonces, activarlas y aprovecharlas, desarrollarlas y potenciarlas. Habrá algunas que se te den más fácil que otras, pero ese no es un obstáculo para que puedas entablar buenas relaciones.

A veces, muchas veces, cuando algún empresario o emprendedor acude a mí en busca de ayuda porque su negocio no funciona como lo esperaba, porque sus resultados no son los que deseaba, el problema de fondo es la calidad (o la mala calidad) de las relaciones que sostiene con el mercado, con sus clientes. Y lo peor es que nunca habían considerado este factor.

En el mundo moderno del siglo XXI, lo que obtienes en la vida, y por supuesto también en los negocios, está determinado por tu capacidad para establecer relaciones. Que sean armónicas, positivas, constructivas y, como ya lo mencioné, que deriven en un intercambio de beneficios. Si no desarrollas esta habilidad, tarde o temprano te frenarás, te estancarás. Esa es la realidad.

Si tu idea de hacer negocios es vender, solo vender, y la relación que te une con tus clientes es tan solo una transacción económica, déjame decirte que estás equivocado. Y no solo eso: te pierdes lo mejor. ¿Sabes qué es? La invaluable satisfacción de saber que puedes hacer algo por otros, que puedes hacer mucho para que otros cumplan sus sueños tal y como lo haces tú.


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