¿Sabes qué es el principio de sustentación? Es aquel principio teórico que se refiere a cómo el aire (el viento) sustenta (soporta) el peso del avión durante del despegue y le permite mantenerse en el aire, a pesar de su peso. Es la velocidad del aire que fluye sobre las alas la que posibilita que una gigantesca aeronave se eleve y surque los aires como si fuera, más bien, una ligera cometa (papalote).

Te expongo un ejemplo para que sea más fácil de entender. Cuando niño, recuerdo que en la época de las vacaciones viajábamos con la familia a descansar a una finca de los abuelos en una población llamada Honda, sobre el margen del río Magdalena, el más grande de Colombia. Un lugar con una temperatura elevada y, sobre todo, niveles de humedad al límite de lo soportable.

Mientras papá o mamá conducían el auto, con mi hermana y mis primos jugábamos, nos divertíamos de diferentes maneras. Una de ellas era sacar un brazo por la ventaja y dejar que el viento en contra lo elevara, lo sostuviera. El ganador era el que más tiempo estuviera así. Por aquel entonces, claro, desconocíamos que la razón de este fenómeno era el principio de sustentación.

La vida me ha dado el privilegio de viajar por el mundo y conocer muchos lugares increíbles y, sobre todo, muchas personas maravillosas. ¡Amo viajar!, y esa es una de las actividades que más extraño, especialmente en estos últimos tiempos. Y es el momento del despegue del avión uno de aquellos que más disfruto: tiene algo de magia, aunque lo repita una y otra vez siempre es como la primera vez.

¿Por qué te hablo de este tema? ¿Qué tiene esto que ver con tu negocio? ¿Cómo puede ayudarte el principio de sustentación en tu negocio? Más de lo que te imaginas, te lo aseguro, en especial si estás en la etapa inicial o si, quizás, padeces problemas por la situación actual. El mensaje que te quiero transmitir en estas líneas es cómo aprovechar cuando tu negocio está viento en contra.

Los primeros pasos son, por lo general, los más difíciles. Quizás habrás escuchado a tus padres el relato de cuando querías comenzar a caminar, con tan solo unos meses de nacido. Te bamboleabas de un lado para el otro, tropezabas a cada paso y, definitivamente, requerías apoyo, alguien que te sostuviera y te guiara. Luego, con el paso del tiempo, pudiste hacerlo solo.

Unos años más tarde, cuando papá y mamá te cumplieron el sueño de tener una bicicleta en la Navidad, viviste una situación parecida. Lo pensaste muchas veces antes de dar el primer pedalazo, preso del miedo, y tan pronto avanzaste unos metros te sentiste poderoso. Ni siquiera las caídas que sufriste (¡claro, te caíste!) y las heridas que sufriste pudieron detenerte.

Y ya de adulto, cuando llegaste feliz a tu primer día de trabajo, no fue aquello que esperabas. Aunque no conocías a nadie, sentiste un ambiente hostil, una cierta incomodidad que no podías definir, una resistencia a tu presencia en aquel lugar. Tuviste que pagar el derecho a piso, necesitaste paciencia y tolerancia para no chocar con tus compañeros, pero te adaptaste.

¿Sabes por qué razón superaste esas dificultades? Sí, por el principio de sustentación. Nunca se lo pregunté a un piloto, pero supongo que al menos en los primeros despegues tenía miedo. A que el avión no se elevara, a perder el control, a elevarse un poco y caer después, no sé. Sin embargo, cada vez que entra a la cabina se apalanca en el principio de sustentación para comenzar a volar.

Y lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Que en pocos minutos, tan pronto el avión ya está en el aire, da un giro (siempre da un giro, por si no lo habías notado) y comienza a avanzar a más velocidad. Lo hace tanto por la potencia de sus poderosas turbinas como, en especial, por la acción del viento. Sí, el mismo viento que durante el despegue estaba en contra ahora está a favor, de cola.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Ser flexible y maleable son habilidades que todas las personas debemos desarrollar. Son indispensables para el éxito.


El principio de sustentación es la razón por la cual los aviones despegan con el viento en contra. Junto con las habilidades de la flexibilidad y de la maleabilidad, es absolutamente necesario para que puedas alzar vuelo y, en especial, sortear las dificultades que encontrarás en la ruta.


Y lo impulsa, le ayuda a consumir menos combustible y, sobre todo, a vencer la resistencia. Es probable que durante el viaje haya algo de turbulencias, algo de lluvia, pero el avión sigue su curso hasta que llega a su destino. El aterrizaje, lo supondrás, se realiza también con el viento en contra para que esa resistencia complemente la acción de los frenos y la nave se detenga más rápido.

La vida del emprendedor, y no solo en las primeras etapas de su negocio, es como la trayectoria de un avión: constantes despegues y aterrizajes y, a diferencia de estas poderosas aeronaves, de vuelo con viento en contra. ¿Y el viento a favor? Aparece a veces, es cierto, pero la mayor parte del tiempo vas con el viento en contra, en especial si te guías por tus miedos y limitaciones.

El ser humano, cualquier ser humano, está en capacidad de adaptarse a las condiciones más adversas. Vivir en una isla desierta, pasar varios días a la deriva en el mar y sin comida o agua, perdido en el desierto bajo el rayo del sol o, también, poner a volar el avión de su negocio, cruzar inmensos océanos, traspasar turbulencias y llevarlo a tierra nueva mente, a salvo y con éxito.

La condición es que desarrolles la habilidad de la flexibilidad. ¿Sabes en qué consiste? En esencia, gracias a ella podemos extender o doblar partes de nuestro cuerpo sin riesgo de que se rasguen o se rompan. En los negocios, está estrechamente relacionada con tu mentalidad y, también con tu capacidad para adaptarte a las situaciones cambiantes, a las crisis, y aprovechar las oportunidades.

Una de las razones, de las principales razones por las cuales hay tantos emprendedores que fracasan es porque no son flexibles. Poseen un conocimiento, experiencia y habilidades, pero son poco flexibles, les cuesta aceptar los cambios y no han desarrollado su maleabilidad. El éxito, tanto en la vida como en los negocios, exige desaprender lo que no es útil y aprender lo necesario.

Y con aprender lo necesario no me refiero a todo sobre todo, como algunos creen, sino justo lo que requieres en ese momento justo para salir del atolladero, para avanzar al siguiente nivel. Después, la vida te pondrá más pruebas que te exigirán desaprender otra vez y aprende más, y así sucesivamente. Cuanto más rápido entres en esta dinámica, más rápido obtendrás los resultados que esperas.

Cuando vuelvo la vista atrás y recuerdo mis primeros años como emprendedor, recuerdo cuánto aborrecí, cuánto maldije el viento en contra. Avanzaba poco a poco, aunque mi sensación era que hacía lo contrario, es decir, que retrocedía. Luego, cuando aprendí producto de los golpes que recibí, cuando desarrollé la habilidad de la flexibilidad y me volví maleable, mis resultados cambiaron.

En el mercado encontrarás muchas personas que te dirán que el viento solo sopla a favor, pero no es cierto. Ten cuidado, por favor, de no caer en manos de uno de estos oportunistas porque, de lo contrario, quedarás expuesto a dos grandes riesgos. El primero, el menos peligroso, que no puedas levantar vuelo, nunca; el segundo, que intentes aterrizar con viento a favor y te estrelles.

Ahora que sabes en qué consiste el principio de la sustentación, aprovéchalo en tu negocio y en tu vida. ¿Cómo? No temas a las dificultades, no tengas miedo a que el viento sople en contra y, en especial, no te resistas: sé flexible, sé maleable. Por supuesto, son aprendizajes y habilidades que no se adquieren de un día para otro, que no se desarrollan de la noche a la mañana. ¡Buena suerte!


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