Cuando respondí el teléfono y escuché la voz jadeante, dubitativa, me asusté. La llamada era de un amigo de Colombia, alguien con quien no conversaba desde hace un buen tiempo, y por eso me impactó: creí que algo malo había ocurrido. Afortunadamente, no fue así: era, nada más, un susto. Sí, estaba atrapado por el temor que invades a los emprendedores cuando arrancan un negocio.
Durante muchos años, trabajó en una empresa reconocida en la que alcanzó a ocupar altos cargos. Sin embargo, se cansó de la rutina y, sobre todo, descubrió que los intereses de la compañía iban en contravía de sus sueños. Dado que está tranquilo con su situación económica, con la solidez que ha podido brindarle al núcleo familiar, renunció y se dio a la tarea de abrir un negocio.
Después de varios meses trabajando en el proyecto, construyendo el equipo que lo va a acompañar en esta aventura, creando los productos que le va a ofrecer al mercado y escaneando ese mercado para diseñar sus estrategias de marketing, llegó al punto en el que muchos emprendedores, con experiencia o sin ella, se frenan: “¿Necesito un blog en mi negocio?”.
Esa fue la pregunta que escuché al otro lado de la línea, a kilómetros de distancia, y que me indicó que no había nada de qué preocuparse. Él es un seguidor de vieja data de mis negocios por internet y en repetidas ocasiones se declaró hincha de mi blog. No solo porque le gusta el contenido que allí se publica, porque le sirven los consejos, sino porque le produce pánico.
¿Cómo así?, preguntarás. Este amigo, como muchos emprendedores latinoamericanos que conozco, es muy bueno en lo suyo, es un empresario exitoso, una persona que ha construido una carrera ejemplar. Sin embargo, desde que entró a las aulas universitarias desarrolló el temor por la escritura: ese es uno de los pocos escenarios en los que se siente intimidado, inferior, amenazado.
En medio de su afán, de ese miedo escénico que lo había atrapado, necesité un buen rato y unos cuantos argumentos de peso para tranquilizarlo. “A mí también me ocurrió lo mismo. Yo pasé por eso también”, fue la frase que logró tranquilizarlo. No podía creer que yo, alguien reconocido en el mercado y autor de libros, editor de un blog y una revista, hubiera estado en el mismo lugar.
Y, sí, así fue. Yo fui uno de tantos, como tú y como la gran mayoría de las personas, que me gradué del colegio y de la universidad, pero no sabía cómo escribir un texto profesional. Pasé de agache mucho tiempo, como se dice en Colombia, hasta que un día en un trabajo me pidieron un informe. ¡Quién dijo miedo! Afortunadamente, fue la oportunidad para derribar esa barrera.
Seguí los consejos de un amigo periodista y me solté. No aprendí de la noche a la mañana, es cierto, pero con los tips que él me dio y práctica, mucha práctica, aprendí. Esa fue, precisamente, la historia que le relaté a mi otro amigo, al de la llamada afanada. Compartí con él algunos tips que me ayudan, pero especialmente lo invité a que hiciera una reflexión antes de escribir la primera línea.
¿Estás seguro de que tu negocio necesita un blog? ¿Estás convencido de que es un complemento de tu estrategia de marketing?, le pregunté. No supo qué responderme. Y, la verdad, cada vez que formulo esas preguntas obtengo como respuesta un largo silencio. Y si eventualmente me dan una razón, no es de peso, no es valedera, sino que está sustentada en el consabido “todo el mundo lo tiene”.
Cinco consejos
Ese, sin duda, es un muy mal primer paso. Lo primero que hay que aprender en este tema de la generación de contenido es que un blog no es para todo el mundo. O, dicho de otra manera, no todo el mundo puede tener un blog. No se trata de abrir una web y montar unos cuantos párrafos de vez en vez y postearlos en redes sociales a la espera de que los amigos nos den likes.
Para mí, el blog es la columna vertebral de mi estrategia de marketing. Siempre lo fue y, además, fue el factor diferenciador en el mercado. Es el producto que siempre me acompañó y el que me ha permitido posicionarme en el marcado como un experto. De hecho, suele ser la puerta de entradas de muchos de mis clientes a mi negocio, el lugar donde se da el primer contacto.
Sin embargo, soy consciente de que no todo negocio necesita un blog. ¿Por qué? Porque los efectos que se derivan de estas publicaciones periódicas las pueden obtener a través de otros canales, de otras estrategias. Y eso es perfectamente válido. Por eso, si tú también tienes la duda, te daré algunos argumentos que espero te sirvan para tomar la decisión adecuada:
1) Sí, si el contenido es de calidad: parece obvio, pero no es así. Muchos creen que basta con abrir una web y copiar artículos de otras páginas o escribir artículos cortos en los que se hace gala de la condición de experto. Ese, amigo mío, es un error, un grave error. Un buen blog es la puerta de entrada, como dije, pero también puede ser la de salida: allí por donde los prospectos salen despavoridos.
2) Sí, si publicas con frecuencia: esa característica no es negociable. ¿Cómo pretendes posicionarte, cómo quieres que la gente te vea como un experto si apareces de cuando en cuando? Yo lo hago a diario (a excepción del domingo) y procuro que cada nota signifique un aprendizaje para alguno de mis clientes. Entiendo que la constancia está bien valorada.
3) Sí, pero acompañado: un blog, por muy bueno que sea, no puede ser el único soporte de tu estrategia de marketing. Necesitas otras acciones, otros canales, otros mensajes, que estén enlazados unos con otros, que se complemente, que se ayuden. Así como una golondrina no hace verano, un buen blog solitario no soporta un negocio por internet. Es una herramienta más.
4) Sí, si tu cliente está ahí: se antoja obvio, pero no es así. Si tus clientes no están en internet, si no vendes productos por internet, si tu página web es apenas una presencia virtual, no tiene sentido meterse en esa muchas veces ingrata labor de escribir un blog. Una premisa: quien escribe, lo hace para que lo lean. Entonces, un blog tiene sentido si tus clientes están en internet.
5) Sí, si tienes qué decir: un poco el resumen de las anteriores. El poder de una herramienta como el blog depende, básicamente, del use que le des. Investiga, haz entrevistas con expertos, ofrece casos de éxito, invita a la reflexión, esmérate en hacer sentir importante a tus clientes. Aprovecha el blog para compartir tus experiencias y conocimiento, y lograrás una conexión muy sólida.
Escribir un blog no es una tarea fácil, pero tampoco es algo imposible. Es una excelente herramienta, pero no es estrictamente indispensable. Lo importante es que entiendas que si abres un blog tiene que sostenerlo porque echar reversa puede ser perjudicial para tu imagen y para tu credibilidad. Un consejo final: testea el mercado, prueba tu habilidad, antes de arrancar en serio.