Se acaba el verano, bajan las temperaturas y se avecina el otoño, una estación que cada vez me gusta más. Los árboles comienzan a perder sus hojas y su verdor, adquieren tonalidades rojizas y amarillas, hasta que estas se secan por completo y caen. ¿Sabes qué es lo que más me gusta? Que la energía que antes que acumulaba en las hojas pasa a las raíces para soportar los meses de frío.

El otoño es una época de transición entre el verano y el invierno. Poco a poco, los días se hacen más cortos y las noches, la oscuridad, más prolongadas. También llegan los vientos, cada vez más fuertes, cada vez más fríos, que se llevan aquello que se desprende de los árboles, lo que ya no sirve. Es un período de cambio, una invitación que nos hace la vida para aceptar los cambios.

Aunque para muchos el otoño es sinónimo de melancolía, de tristeza, es una época en la que se celebran dos de las fiestas más significativas del hemisferio norte, por su contenido de alegría y esperanza: el Día de Acción de Gracias y Halloween, la fiesta de los niños. Y, además, es el período en el que millones de aves migran al sur, en busca de alimento y de temperaturas más cálidas.

No me cabe duda de que los seres humanos seríamos más felices si aprendiéramos algunos de los mensajes que nos ofrece la naturaleza. Por ejemplo, que la vida tiene sus estaciones, aunque de una forma diferente a las del año. Son esos momentos en que sufrimos altibajos, que casi siempre identificamos con dificultades, cuando en realidad son nuevas oportunidades que se nos ofrecen.

El más grande de los temores del ser humano, y lo digo con la autoridad de sicólogo profesional y con el conocimiento de causa de emprendedor, es el cambio. Nos aterra cambiar, en especial porque, como en el otoño, para obtener eso nuevo que se aparece en el horizonte necesitamos resignar algo que poseemos. Y, claro, como nos apegamos a todo, nos cuesta soltar.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

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Uno de los cambios que más nos cuesta asumir es aquel de que el cliente es la razón de ser de nuestro negocio. Esta es una de las condiciones que más nos cuesta soltar, quizás porque nos agrada tanto ser los protagonistas, que hablen de nosotros, que nos halaguen. Sin embargo, hoy se impone algo distinto: utilizar nuestro conocimiento y talentos en beneficio de los clientes.

Hace veinte años, cuando comencé a hacer negocios por internet, lo único que me interesaba era ganar dinero. De hecho, lo necesitaba. Con el tiempo, sin embargo, a medida que me acerco al otoño de mi vida, las prioridades y las percepciones van cambiando. Claro que me interesa el dinero, y lo necesito para brindarles a mis hijas el bienestar que se merecen, que deseo darles.

Por la formación que recibí en casa por parte de mis padres, por las enseñanzas de la vida y por lo que me inculcaron mis mentores en el marketing, aprendí que el mejor negocio del mundo es servir. Qué bueno que llegue dinero, que ojalá sea mucho dinero, pero con la mano en el corazón y la honestidad que me caracteriza puedo decir que no hay mayor satisfacción que un cliente feliz.

Cuando eso que tú eres, eso que tú sabes, eso que tú has vivido, eso que la vida te regaló, sirve para que ayudes a otros, para que les arranques una sonrisa, para terminar con ese dolor que les arrebata la tranquilidad, la vida cobra un verdadero sentido. Todo cuanto puedas hacer por otros, por el bienestar de otros, es la mayor riqueza que puedes atesorar en la vida y en tu negocio.

La vida me regaló el privilegio de ser el mentor de personas maravillosas, como tú, y de guiarlas a cumplir sus sueños. Cada día, cuando despierto, le agradezco a la vida por esa nueva oportunidad para seguir avanzando en este enriquecedor proceso. Que tiene altibajos, que como en el otoño hay momentos en que se caen las hojas, en los que el viento sopla con fuerza y nos estremece.


Se avecina el otoño, época de cambios, el momento para prepararnos
para el frío del invierno, el renacer de la primavera y la cosecha de verano.
Así es en la vida, así es en los negocios, cambios que son necesarios.


El otoño, para mí, es una época de reflexión, una invitación a la tolerancia y a la paciencia, a respetar los procesos de la naturaleza. Sobre todo, a prepararnos para lo que viene, para el frío del invierno, pero también para el renacer de la primavera y para la cosecha del verano. Cada uno de estos períodos tiene sus más y sus menos, y debemos encontrar el beneficio en todos ellos.

Lo que está claro, porque lo he experimentado, es que tenemos una misión en esta vida y que no podemos eludirla. Una responsabilidad de compartir con otros lo que somos y poseemos, para crear sinergias que redunden en beneficio colectivo. Ese es el mensaje que quiero transmitirte en esta ocasión, con los temas que hemos preparado especialmente para ti. ¡Que los aproveches!

En esta edición encontrarás los siguientes temas:

Clemencia Vargas: tu pasión como proyecto de vida
– El baile como herramienta de transformación
Emprendimiento social: ¿una moda o un nuevo norte?
– La sicología (los secretos) del marketing
– 5 claves de la sicología aplicadas al marketing
– Disney: la sicología del paraíso de la fantasía
– Los emprendedores también lloran
– ¿Estás dispuesto a pagar el precio de ser emprendedor?
– Con educación, esta mujer quiere cambiar el mundo
– A Kendra Scott el éxito le llegó con un pan debajo del brazo

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