¿A + B = C? ¿2 + 2 = 4? En la matemática, sí; en el marketing, no. En la matemática, siempre 2 + 2 sumará 4, mientras que en el marketing esa premisa puede dar 3,5 o 4,5. O, también, a veces, 4,0. ¿Por qué? Porque, a diferencia de lo que creen algunos, de lo que les enseñan a muchos emprendedores, el marketing no es una ciencia exacta en la que una operación siempre arroje el mismo resultado.

Una de las preguntas más frecuentes que recibido durante un evento o en una transmisión en vivo o en un webinar o durante una de mis consultorías privadas es “Álvaro, ¿cómo lo haces?”. Sí, todos quieren saber cuál es la fórmula del éxito de Álvaro Mendoza, convencidos de que tan pronto les revele ese secreto podrán hacer copy + paste en su negocio y comenzar a contar el dinero.

Lamentablemente, no puedo responderles algo distinto a la verdad, algo que les corta las alas a sus ilusiones: “No porque a mí me dé buenos resultados una estrategia X será igualmente efectiva en tu negocio”. Si la fórmula del éxito fuera tan sencilla como eso, una ecuación precisa como 2+2=4, la habría patentado, me habría vuelto multimillonario y estaría viajando por el mundo con mis hijas.

Sin embargo, estoy acá, trabajando y procurando aportarte el conocimiento para que no caigas en los errores que frustran los sueños de tantos emprendedores. Yo puedo decirte detalladamente qué hago, cómo lo hago y con qué herramientas y recursos lo hago, pero eso no significa que los resultados que yo obtenga con esa estrategia se van a replicar exactamente en tu negocio.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Hay quienes creen que el éxito en el marketing es una fórmula secreta, y están equivocados.

De hecho, si me conoces, si has formado parte de alguno de mis grupos de mastermind, si has recibido asesoría personalizada conmigo, sabrás que soy completamente transparente y lo cuento todo, lo revelo todo. Me desnudo, literalmente, en términos de conocimiento. Te doy toda la información que requieres, pero también te aclaro que debes adaptarlo a tu negocio, a tus clientes.

Uno de los mitos que ha hecho carrera en el marketing digital es aquel de que es posible copiar el éxito y replicarlo. Si esa premisa fuera cierta, por qué, entonces, ¿no hay más que un Bill Gates? ¿O un Elon Musk? ¿O un Steve Jobs? Todos ellos nos han revelado el secreto de su éxito, pero no ha funcionado al estilo del copy + paste que el común de la gente se imagina. ¡Ups!

¿Por qué sucede esto? Porque la función copiar y pegar no existe en marketing. Lo que sí existe es la posibilidad de aprender de un caso de éxito y, luego, modelarlo en nuestro negocio para obtener resultados similares (no idénticos). La clave está en entender qué significa modelar: no es copiar y pegar, no es replicar exactamente, sino, como lo dice el diccionario, “ajustarse a un modelo”.

El marketing es tan particular, que una estrategia 2+2 que en un nicho da como resultado 4, en otro escenario puede dar 3,5 o 4,5. ¡La misma estrategia! Esa una realidad, algo cotidiano, pero irónicamente es algo que muchos emprendedores desconocen o, simplemente, ignoran. Por eso, se llevan una desagradable sorpresa cuando la premisa A, que una vez funcionó, a la segunda falla.

En marketing, nada, absolutamente nada, te garantiza el éxito. Puedes haber diseñado una estrategia formidable, haberla ejecutado magistralmente al pie de la letra, haber invertido en los recursos y herramientas necesarias para sustentarla e implementarla en los medios adecuados. Sin embargo, eso no te garantiza el éxito, dado que el marketing no es una ciencia exacta.


Las fórmulas perfectas, las pociones mágicas y el copy+paste no existen
en el marketing. Sí es posible modelar los sistemas y estrategias que a otros
les han permitido ser exitosos, pero tienes que adaptarlas a tu negocio.


El primer problema es que cuando esto ocurre tendemos a buscar las causas donde no se encuentran: en el exterior, fuera de nuestro negocio. Que el cliente cambió su conducta, que el dólar subió, que la inestabilidad política afectó, que la competencia incidió… Justificaciones lógicas que no corresponden a la realidad, que no son más que cortinas de humo para no ver la verdad.

¿Y cuál es la verdad? Quizás no era el momento adecuado para poner en marcha esa estrategia, quizás nos enfocamos en un nicho demasiado grande, quizás nuestros clientes no están en los canales que elegimos para desarrollar la estrategia, quizás no conocíamos el mercado como creíamos… Lo cierto es que lo planificado en el papel no coincidió con lo ejecutado en el campo.

La realidad es que no existen las estrategias perfectas. Yo te puedo enseñar la más exitosa de las que he usado a lo largo de más de dos décadas de trayectoria, pero no te garantizo que obtengas los mismos resultados. Puedes modelarla, ajustarla a tus necesidades y a las de tus clientes y probar una y otra vez, y otra vez, hasta que determines si es la que buscas o, por el contrario, la desechas.

El problema de este procedimiento es que te exige tiempo: testear una estrategia implica tiempo. Y los emprendedores, en especial los novatos, son impacientes, quieren resultados inmediatos. Irónicamente, por no tomarse el tiempo de testear sus estrategias, llegan rápidamente al error y pierden más tiempo (y recursos, y dinero) tratando de determinar el error y comenzando otra vez.

En el marketing no hay estrategias perfectas: esta es una realidad que debes aprender. Y tampoco puedes hacer copy + paste de las estrategias exitosas de otros, así estos sean los referentes del mercado, porque nada ni nadie te garantiza el éxito. Lo único que puedes hacer es tomarte el tiempo necesario para preparar, diseñar, implementar y ejecutar tus estrategias.

Y algo muy importante: entender que ejecutar implica dos etapas. La primera, testear y ajustar; testear y corregir; testear y verificar. La segunda, poner en práctica en el mercado elegido. El tiempo, amigo mío, es tu mejor aliado si tú le das la posibilidad, aunque puede ser tu peor enemigo si tú lo presionas, si lo apresuras. Recuerda: el marketing no es una ciencia exacta.