“Cuando era joven estaba loco y me divertí, pero tengo la suerte de estar aquí, poder hablar de ello y haberlo superado. He elegido llevar una vida aburrida. Quizá a otros les parezca emocionante lo que hago, pero yo solo trato de encontrar un equilibrio entre el tiempo que le dedico a mi familia y el trabajo. Por eso, si no estoy trabajando, estoy en casa”. ¿Quién lo dice? Un tal Mark Wahlberg.

Por si el nombre no te suena familiar, se trata del actor estadounidense protagonista de, entre otras películas, Tres reyes, La tormenta perfecta, El planeta de los simios, Invencible, El peleador y Ted. También, socio de la cadena de hamburguesas Wahlburgers, de la productora Unrealistic Ideas, inversionista y, según la prestigiosa revista Forbes, el actor que más dinero ganó en 2017.

Ese es el final de la historia, el final feliz. Sin embargo, no siempre fue así. De hecho, el comienzo fue muy distinto, fue muy difícil. Mark Robert Michael Wahlberg nació el 5 de junio de 1971 en el hogar de Donald E. Wahlberg, conductor de camión, y de Alma Elaine Donnelly, aprendiz de enfermera que trabajaba en un banco. Fue el menor de 9 hermanos y, sin duda, el más rebelde.

Nació en Dorchester, un vecindario de Boston (Massachusetts) fundada en 1630 por puritanos ingleses. Un lugar hostil, en el que la vida no era fácil en medio de las dificultades, de las carencias. Y menos cuando te gusta ir contra la corriente. Dejó el colegio a los 13 años y se dedicó a vivir una vida de adulto en las calles: pronto se convirtió en un delincuente juvenil, y sufrió las consecuencias.

Fue retenido varias veces por posesión y consumo de cocaína y otras drogas y se enfrentó en repetidas ocasiones a las autoridades, en su rol de pandillero, es especial por protagonizar incidentes racistas. Hasta que, a los 16, una gota rebosó la copa: agredió con un bate a dos vietnamitas. Uno quedó inconsciente y terminó en el hospital y el otro perdió un ojo.

Mark fue juzgado y condenado a dos años de encierro en una correccional, acusado de intento de asesinato. Para su fortuna, pasó solo 45 días allí, gracias a que su familia se comprometió a hacerse cargo de él. Y, entonces, la vida le dio una oportunidad, una nueva oportunidad: tras quedar en libertad, Mark se convirtió en el cantante de una banda de rap llamada Marky Mark & The Funky Bunch.

Fue un verdadero golpe de suerte, un inesperado golpe de suerte. Su primera producción de estudio, Music for the people, incluyó exitosas canciones como Good Vibrations, Wildside, Make Me Say Ooh!, The Last Song on Side B y Bout Time I Funk You. Y, de repente, Mark se transformó en el ícono sexy del rap en Boston, en una cara conocida que llamó la atención de las marcas.

En efecto, Calvin Klein le vio potencial y lo contrató para una de sus campañas, que realizó junto con Kate Moss, por aquel entonces una desconocida aprendiz de modelo británica, luego convertida en una superestrella de las pasarelas y los estudios de fotografía. El segundo trabajo discográfico significó un tropiezo mayúsculo, así que buscó nuevos horizontes en la actuación.

El primer reconocimiento lo recibió tras su trabajo en Boogie Nights, en la que interpretó a un actor porno de los años 70. Después brilló en Tres reyes, al lado de George Clooney; en La tormenta perfecta, otra vez con Clooney, Diane Lane y Mary Elizabeth Mastrantonio, y en El planeta de los simios, la sexta versión de la famosa y entretenida serie que comenzó en 1998.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

El equilibrio entre la familia y el trabajo es la base del éxito de Mark Wahlberg.


Mark Wahlberg, el actor mejor pago de Hollywood en 2017, tuvo una infancia y adolescencia difíciles y bien pudo echar a perder su vida. Sin embargo, implementó el plan B y, primero de la mano de la música y después de la actuación, construyó una vida propia con un estilo particular.


A lo largo de su trayectoria, Wahlberg interpretó a pescadores, albañiles, perforadores de petróleo, boxeadores, bomberos, policías (cinco veces) y militares (seis veces), de ahí que se erigió en un héroe para la clase obrera estadounidense, que se vio fielmente representada en esos roles. Y cada nuevo papel, cada nueva película, incrementa su fama, engorda sus ya robustas finanzas.

En los últimos tiempos, protagonizó y produjo otros éxitos de la pantalla gigante, creó un reality show y es el propietario de la cadena de comida rápida Wahlburguers. Tiene locales en California, Florida, Nueva Jersey, Nevada, Ohio, Pensilvania, Texas y Wisconsin, entre otros estados, además de Canadá, Alemania y Reino Unido. Sus socios son sus hermanos Paul (chef) y Donnie.

Mark Wahlberg es un tipo exitoso, según los parámetros establecidos por la sociedad de consumo, pero eso no es lo que quiero compartir contigo, no son las lecciones sobre las que deseo que reflexiones. Lo realmente interesante, en lo que los emprendedores debemos enfocarnos es en cómo este joven rebelde, que estuvo de tirar su vida por la borda, logró transformarse.

“No me interesan el poder o el dinero, para mí el aliciente es alcanzar el éxito personal, pero también ayudar a que otras personas con talento y visión lo alcancen. Solo soy un emprendedor. Me encantan los negocios e implicarme en diferentes cosas. Trato de hallar un equilibrio entre el tiempo que le dedico a mi familia y el trabajo. Por eso, si no estoy trabajando, estoy en casa”, dice.

Es un tipo común y corriente, al que ni el dinero, ni la fama, ni el reconocimiento lo han alterado. Su mayor hazaña es haber adquirido unos poco habituales hábitos de vida: se levanta a la 2:30 de la madrugada para realizar entrenamiento físico, hacer gestiones, desayunar con sus cuatro hijos (producto de su relación con la exmodelo Rhea Durham) y llevarlos al colegio. ¡Nada del otro mundo!

Hace 5 años regresó a las aulas para terminar la preparatoria. “Lo hice por mis hijos, como un plan B. Si ellos descubrieran que no la terminé, lo primero que me dirían es ‘Si tú no estudiaste, ¿por qué tengo que hacerlo yo?’. Además, era algo de lo que me arrepentía y que hacía tiempo quería arreglar. Un poco de coherencia, esa rara virtud que tanta falta le hace a este mundo loco.

“Yo he tenido la fortuna de experimentar la fama de dos formas diferentes. Y la que mejor funciona para mí es concentrarme en mi fe y en mi familia. Cuando era joven estaba loco y me divertí, pero tengo la suerte de estar aquí, de poder hablar de ello y de haberlo superado”. ¿Cómo lo hizo? Con disciplina, priorizando lo importante, sin dejarse llevar por la histeria de lo urgente.

Constancia, disciplina, objetivos claros, un sistema efectivo para conseguir lo que deseas, paciencia y permanente espíritu de aprendizaje. “En todos los negocios en los que he estado, he empezado como novato. Y sigo aprendiendo conforme avanzo”, dice. ¿Entiendes? No tienes que ser experto para comenzar, no necesitas ser millonario, no se requiere que tengas empresa.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

El emprendimiento es otra de sus facetas, como copropietario de Wahlburgers.


Aceptar y corregir los errores, aprender de ellos y desarrollar la habilidad para salir a flote de los problemas le permitieron reconstruir su vida y darle un giro radical cuando parecía estar destinado a fracasar. Hoy vive como desea, tiene todo lo que quiere y, lo mejor, no se conforma.


Y brinda unos consejos que son oro puro: “cada emprendedor experimentado se enfrentará a sus propias habilidades. En el proceso de construcción de un negocio, descubrirá para qué es bueno, y también descubrirá que no funcionó algo para lo que creía que era bueno. Creerá que es un buen líder hasta que su cultura laboral le demuestre lo contrario y tenga que cambiar forzosamente”.

Y hay más: “es un proceso en el que se verá forzado a tomar decisiones sobre si sigue haciendo las cosas a su manera, aunque no tengan las herramientas para lograr los resultados que necesita, o si hace un cambio para enfocarse en sus fortalezas y se rodea con gente que lo complemente”. ¿Qué opinas? Para mí, estas palabras son sabiduría en su máxima expresión, magistrales lecciones de negocios.

Sin embargo, eso no es todo. Extracto cuatro grandes aprendizajes de esta historia:

1.- Cambiar tu realidad. Wahlberg pudo haber muerto en la adolescencia, producto de su adicción a las drogas y su vida en las calles, o también pudo pasar el resto de su vida en la cárcel. Pero, cambió su realidad, su entorno, su forma de vida y se convirtió en un modelo de éxito. Siempre es posible dejar atrás lo que no te conviene, siempre es posible corregir los errores y seguir adelante.

2.- El equilibrio. No solo entre la vida laboral y la familiar, sino también entre la vida pública y la privada. De hecho, estrellas como Justin Bieber, cuya vida ha seguido un libreto muy parecido al de la de Wahlberg, le han pedido consejo. Cometió errores, los admitió, pagó las consecuencias y se enmendó. Encontró tranquilidad, paz, sosiego, y algo útil en qué enfocar su vida.

3.- Estilo de vida. Si hay algo claro es que Mark Wahlberg tiene una vida única, propia, una que él mismo construyó según sus gustos, sus necesidades. Y hace todo lo que quiere: produce películas, actúa en algunas de ellas, es un empresario exitoso y, también, un padre de familia cariñoso que cuida de sus hijos y de su esposa, que comparte mucho tiempo con ellos. ¡Un tipo envidiable!

4.- El plan B. Siempre que estuvo en dificultades, que la vida le cerró puertas y le bloqueó los caminos, Mark Wahlberg implementó un plan B, encontró una forma de salir adelante. A pesar de las dificultades, no se rindió y, más bien, hizo gala de mucha imaginación para conseguir lo que deseaba. Cuando lo que haces en realidad te apasiona, lo amas, no hay obstáculo que te detenga.

Cuando era joven, Mark Wahlberg estaba un poco loco y se divirtió mucho. Sin embargo, luego decidió convertirse en un tipo aburrido, rutinario, un hombre de casa, concentrado en su familia y en su trabajo, lejos de los flashes, del mundanal ruido de la farándula y el estrellato. Fue, entonces, cuando el éxito, la prosperidad, la abundancia, la riqueza y la felicidad tocaron su puerta.