¿’Falso positivo’ empresarial? ¿Error garrafal? ¿Estrategia de marketing? Cualquiera que sea la respuesta (¿Todas las anteriores?), lo cierto es que en los últimos días todos los que tenemos un computador con procesador Windows como herramienta de trabajo o de distracción sentimos como si nos hubieran arrancado algo muy nuestro.
Prácticamente nadie estuvo ajeno a la polémica, que se desató por un artículo publicado por el diario inglés The Guardian, que fue reproducido a lo largo y ancho del planeta. Entre las novedades prevista para la próxima versión de Windows 10, se mencionaba la desaparición de Paint, un compañero de vida desde hace 32 años (fue creado en 1985).
Personalmente, soy negado para los dibujos y particularmente negado en Paint: ¡Jamás pude dibujar una línea recta! Sin embargo, en todas y cada una de las versiones de Windows que instalé en mis computadores (hasta que migré hacia Apple) estaba incorporado este programa que es como un dinosaurio de la tecnología.
De inmediato, prácticamente todos asumieron la desaparición del viejo y querido Paint y se armó Troya: las redes sociales se incendiaron y no hubo página web de noticias que estuviera al margen de la polémica. Cientos de cibernautas le dieron un sentido adiós a uno de sus programas favoritos y no pocos manifestaron estar en duelo.
La ‘noticia’ se regó como pólvora y todo ese día (el lunes 24 de julio) el tema fue tendencia. Lo curioso, sin embargo, era el silencio del padre de la criatura: Microsoft. Pero, al día siguiente, la multinacional de la tecnología publicó un comunicado en su web oficial y los usuarios recuperaron el alma y la alegría: ¡Paint no desaparece; se trastea!
Quizás se trató de una confusión, quizás fue una interpretación apresurada, quizás fue una genial estrategia para movilizar a los usuarios, quizás fue una noticia que se filtró antes de tiempo. Eso, por supuesto, nunca lo sabremos. La nota de The Guardian dijo que la próxima actualización de Windows 10 no incluirá Paint, ni le brindará soporte.
Eso fue interpretado por muchos como un acta de defunción. Al día siguiente, sin embargo, Microsoft aplacó la tormenta con una aclaración más que pertinente: Megan Saunders, mánager general de Windows Experiencies, afirmó que “MS Paint está aquí para quedarse. Solo tendrá una nueva casa pronto, en la tienda donde estará disponible de forma gratuita”.
¡Ufff!, qué alivio. Su explicación, sin embargo, avivaba la polémica porque daba pie para pensar que se trató de algo preconcebido, de un plan de marketing realmente magistral. La ejecutiva anunció que Paint 3D reemplazará al viejo Paint en la nueva versión del sistema operativo, y dijo que esta actualización es poderosa y mucho más atractiva.
“Esta nueva aplicación para la creatividad también estará disponible de forma gratuita con la actualización de Windows 10 Creators. Y en adelante, seguirá recibiendo nuevas actualizaciones”. Para beneplácito de los amantes de esta herramienta, informó que sus principales características (edición de fotos, líneas y curvas, creación 2D) se mantendrán.
De la tristeza de una supuesta muerte repentina de Paint se pasó rápidamente a la alegría gracias a una compleja cirugía estética que rejuveneció y repotenció la herramienta con la que algunos aprendieron a dibujar o, al menos, se distrajeron. Una vez más, las redes estallaron, pero esta vez de júbilo: ¡El dinosaurio tecnológico se salvó!
Favorito de la gente
Haciendo un poco de abogado del diablo, alejándome de la polémica virtual que surgió de lo que podríamos llamar un malentendido, hay varios hechos que llaman poderosamente mi atención. El primero, una reacción masiva y contundente de los fans de Paint, ¡un programa que prácticamente nadie utiliza! ¡Insólito!
Si en realidad Microsoft le diera cristiana sepultura al programa, prácticamente nadie sería perjudicado. En la red hay opciones más útiles, más versátiles, más completas que Paint, aunque ciertamente ninguna goza de tanta fama. Y si el usuario es siquiera semiprofesional, seguro emplea Corel, Photoshop o Illustrator, que son infinitamente superiores.
Lo curioso es que comparado con la versión original, Paint evolucionó muy poco en estos 32 años. Su mayor mérito, seguramente, es haber permanecido tanto tiempo incorporado en Windows en tiempos en los que todo es efímero, especialmente en la tecnología. De ahí que la reacción de la gente resulte, cuando menos, desproporcionada.
Sin embargo, vale la pena reflexionar un poco y tratar de entender al usuario. Hoy más que nunca, los marketeros sabemos que las emociones son las que mandan a la hora en que los clientes deciden actuar. Entonces, un caso como este de Paint no lo podemos pasar así no más, inadvertido, porque encierra poderosas lecciones.
La principal es que el mercado tiene el poder. Para bien o para mal, para rechazar o aceptar un producto, la decisión es del mercado. Y una directriz contraria a la del gusto de la gente puede generar reacciones insólitas como ese masivo e irrestricto apoyo a Paint. Aunque no la use, la gente adora esta herramienta, la considera algo propio.
Otra enseñanza es que, aunque nos cueste trabajo entenderlo, la gente aprende a querer esos programas que hicieron parte de su vida. Esas relaciones entre productos y usuarios son insondables, incomprensibles para algunos, pero no pueden ser desconocidas: son conexiones muy fuertes, arraigadas en un rincón especial del corazón de la persona.
La explicación, quizás, esté en que Paint siempre estuvo ahí: cuando esas personas ingresaron al universo de la tecnología, cuando compraron su primer computador, Paint ya estaba ahí, y nunca los abandonó. ¿Nostalgia? ¿Capricho? Quién sabe, pero ciertamente este episodio nos recuerda (o nos enseña) que lo retro tiene su encanto.
¿’Falso positivo’ empresarial? ¿Error garrafal? ¿Estrategia de marketing? Cualquiera que sea la respuesta (¿Todas las anteriores?), lo cierto es que la muerte y posterior resurrección de Paint nos demuestra que un vistazo al pasado no está de más, porque el cliente mantiene viva la conexión con aquello que en algún momento de su vida le brindó una experiencia agradable, positiva.