Además de respirar, que es una función vital autónoma, lo que más hace cualquier ser humano a lo largo de la vida es… ¡equivocarse! Lo hacemos miles de veces, millones de veces, sin querer queriendo, como diría el Chavo del 8. En ocasiones, los errores son fruto de las acciones y de las decisiones que tomamos, mientras que en otras son simplemente parte del proceso.

“Concepto equivocado o falso”, “Acción desacertada o equivocada” y “Cosa hecha erradamente” son algunas de las definiciones que nos ofrece el Diccionario de la Lengua Española. Si lees con atención te darás cuenta de que el responsable de los errores eres tú, de que siempre son producto de lo que haces, de cómo lo haces. Este es un primer aprendizaje.

Sin embargo, hay errores que no dependen exclusivamente de ti. Son accidentes, resultados involuntarios de lo que hacemos y de cómo lo hacemos, circunstancias que se salen de nuestro control. Son inevitables y, lo más irónico, es que se transforman en una pesada carga, en una pesada culpa que nos atormenta, que nos persigue por doquier y nos produce pesadillas.

Lo primero que puede decirte acerca de los errores es que no puedes evitarlos. Aunque hagas el mejor de tus esfuerzos, aunque intentes blindarte contra ellos, aunque seas cuidadoso: ¡no los puedes evitar! ¿Por qué? Porque son parte de la esencia del ser humano, como las células, como la sangre, como las emociones. ¿Qué hacer, entonces? Aprender a aprovecharlos.

Sí, sé que es algo difícil porque desde que somos niños nos enseñan justo lo contrario: que hay que evitarlos. Nos enseñan que debemos ser perfectos, lo cual riñe contra nuestra esencia, y nos enseñan que los errorestienen una carga negativa. Ahora, supongo, precisamente producto de los errores, ya sabrás que nadie es perfectoy que los errores a veces son buenos.

Si me conoces, si alguna vez estuviste en uno de mis eventos presenciales o virtuales o si fuiste o eres parte de mi comunidad privada de emprendedores (el Círculo Interno), me habrás escuchado decir que soy producto de tantos errores que cometí en mi vida. Fue gracias a ellos que llegué a ser lo que soy, que estoy en donde estoy principalmente por esas equivocaciones.

Y, no, no es una contradicción, sino una realidad. Si no hubiera cometido esos errores, si la vida no me hubiera dado la oportunidad de caer tantas veces, de tomar malas decisiones, de actuar en contra del sentido común, no sería quien soy. Quiero que entiendas que detrás de cada error hay una valiosa oportunidad de aprendizaje, invaluable, única. Esto es lo que nunca nos han enseñado.

“El fracaso (o el error) es tan solo una gran oportunidad para comenzar de nuevo y hacerlo con inteligencia”, decía Henry Ford. A comienzos del siglo pasado, los automóviles eran un lujo que solo unos pocos podían darse. Sin embargo, Ford decidió llevar la contraria y creó el Ford T, el modelo de esta marca más vendido de la historia, gracias a una genial idea, disruptiva.

¿Sabes cuál fue? Un auto creado para la clase media. Fue tan alto el volumen de ventas, que se estima que, tras 20 años en el mercado, la mitad de los automóviles que había en las calles de los Estados Unidos, eran modelo Ford T. Sin esta jugada maestra, seguramente, el desarrollo de la industria automotriz quizás habría sido distinto, quizás más lento o no se habría dado.

Sin embargo, en algún momento de la historia ese rotundo éxito se convirtió en un error. ¿Sabes por qué? Porque gracias al desarrollo de la industria aparecieron otras marcas y las ventas del modelo Ford T comenzaron a descender vertiginosamente. Henry Ford, a pesar de las evidencias del mercado se negaba a crear otro modelo que satisfaciera a los clientes.

Entonces, sacó el Modelo A, cuyos componentes, a excepción de los neumáticos (que venían de plantas de caucho de Malasia), eran producidos en Estados Unidos. Eso le dio la posibilidad de volver a ganar la predilección del mercado y Ford se consolidó como la marca de los estadounidenses, un orgullo nacional, y pronto cruzó fronteras y se vendió en todo el mundo.

La sabiduría del ser humano no está representada en cuánto conocimiento acumula, sino en qué tanto ha aprendido de sus errores. Aquel que se concentra en tratar de evitarlos, comete el peor de los errores: por un lado, desperdicia su tiempo, sus esfuerzos y quizás hasta su dinero y, por otro, pierde las oportunidades que la vida pone a su disposición.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

El peor error que puedes cometer es obsesionarte con la idea de no cometer errores.


Cometer ‘errores’ es parte de la naturaleza del ser humano, de todos los seres humanos. Nadie está exento de cometerlos, así que nuestra tarea no consiste en tratar de evitarlos (lo cual no es posible), sino en extraer el aprendizaje que incorporan. Te comparto 6 consejos.


A continuación, te ofrezco algunos consejos surgidos del aprendizaje de mis errores, de mis múltiples y a veces costosos errores (inclusive, en términos económicos):

1.- Deja de ver los errores como algo negativo.
Se trata de desaprender lo que nos enseñaron en la niñez y lo que reafirmamos nosotros mismos durante tantos años y volver a aprender. ¿Aprender qué? Que los errores son lindas oportunidades, una pequeña escala en el camino. Enfócate, entonces, en ver lo positivo de las situaciones, en el aprendizaje que hay oculto en esos errores, que puede ser muy provechoso.

2.- No te dejes llevar por las emociones.
Ya sabes, seguramente, que son traviesas, caprichosas y, a veces, traicioneras. Créeme, y te lo digo con conocimiento y fruto de mis experiencias, que la mayoría de los errores que cometemos son producto de decisiones apresuradas, de acciones impulsivas, motivadas por arranques emocionales. Saber gestionar tus emociones te evitará cometer más errores.

3.- Baja el listón de las exigencias.
Las benditas expectativas, elevadas expectativas, son otra fuente frecuente de errores. Así mismo, aquella intención de ser perfectos y, por supuesto, la de asumir la vida como si fuera una competencia. Ser tolerantes, entender que estamos en este mundo para aprender y no buscar culpables, sino soluciones, son actitudes que te servirán para aprender de cada error.

4.- Vive el presente, disfrútalo.
Otra de las razones por las cuales repetimos un error una y otra vez es porque vivimos atados al pasado. No podemos despojarnos de la culpa por las equivocaciones cometidas, permitimos que las emociones nos dominen y caemos en un error más grandes y costoso: no valorar cada día, no apreciarlo como una oportunidad. Entiende que el pasado quedó atrás: ¡déjalo ir!

5.- Acepta tus limitaciones.
Nadie es perfecto, tú no eres perfecto. Ni debes serlo. No te desgastes en algo que no vas a conseguir. Entiende, más bien, que tienes algunas limitaciones como cualquier ser humano, pero que también posees un potencial ilimitado que te permitirá obtener de la vida todo lo que deseas y necesitas. Sé autocrítico, invierte en ti y desarrolla nuevas habilidades.

6.- Escucha, ten la mentalidad abierta.
Esto no significa, sin embargo, que debas hacer lo que otros dicen o quieren. En todo caso, escuchar otras opiniones, otras visiones, otras perspectivas, siempre es útil porque son una fuente de aprendizaje valioso. Ten la mente abierta, porque la dinámica de la vida es el cambio y no tiene sentido resistirse a él. Ese, créeme, es un costoso error del que te vas a arrepentir.

Después de muchos errores que cometí, mi vida cambió para bien el día en que entendí, que mis padres y mentores me enseñaron, que cada error es una oportunidad y que todos, absolutamente todos los que cometemos cada día, encierran un valioso aprendizaje. Entonces, me enfoqué en extraerlo, en aprovecharlo y, de esa forma, dejé de repetirlos una y otra vez.


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