¿Cómo te gustaría que te recordaran en 200 años? Sí, sé que esa es una pregunta medio loca, pero la verdad es que la historia que te voy a contar tiene mucho de eso. Es la historia de un tal John Walker, que fue un granjero visionario para los negocios y que, quizás sin proponérselo, nos dejó uno de los productos más conocidos en todo el mundo y un ícono en el ámbito del marketing.

Cuenta la historia que fue por allá en 1819, en un mundo muy distinto al actual, cuando comenzó esta aventura. Fue en Kilmarnock, una pequeña población del occidente de Escocia, que basaba su economía en la industria textil (sus alfombras son famosas en ese país) y la ingeniería, pero que hoy es sinónimo de una de las bebidas más populares y consumidas del planeta: el whisky Johnnie Walker.

Según la leyenda, con tan solo 14 años John Walker sufrió la pérdida de su padre y quedó al mando de una humilde familia campesina. Con un poco habitual don y de una visión futurista para los negocios, el joven vendió la granja y compró una tienda de abarrotes. Por aquel entonces, en esos establecimientos se vendía una bebida fabricada por destiladores caseros, llamada whisky.

El problema, a juicio de buen John, era que carecían de estabilidad. ¿Eso qué quiere decir? Que la bebida que se disfrutaba hoy podía ser completamente distinta mañana. Y eso, por supuesto, era un problema para ofrecer una experiencia satisfactoria a los consumidores. Entonces, John se dio a la tarea de mezclar diferentes tipos de whisky hasta que logró uno que lo dejó satisfecho.

Además, uno que podía preparar de manera consistente y un con alto estándar de calidad. John nunca lo supo, pero realmente había creado la fórmula del éxito. Un éxito que, irónicamente, lo disfrutó su hijo Alexander, pues él murió en 1857 cuando la historia apenas escribía sus primeras páginas. Él fue el responsable de que el producto, muy popular en Escocia, cruzara las fronteras.

En el momento de la muerte de John, el negocio era próspero, pero corría el riesgo de quedarse anclado en las islas británicas. Sin embargo, el fino olfato para los negocios de Alexander y un hecho fortuito cambiaron el rumbo de la historia. Kilmarnock era el punto de partida de una de las primeras líneas de ferrocarril que se construyeron en el planeta, y que la conectaba con Troon.

Desde allí, en la costa en el noroccidente de Escocia, el whisky de la familia Walker comenzó a subir a los barcos que lo trasladaban a distintos y lejanos puntos, como Australia y Suráfrica. Para lograr su objetivo, desarrolló una estrategia genial: convirtió a los capitanes de los barcos en sus agentes comerciales. Así, garantizó que el producto llegara más allá de donde sus ojos podían ver.

En 1860, Alexander decidió envasar su bebida en la botella del diseño cuadrado, que se rompía con menos facilidad que la circular. Y en 1877 se diseñó la famosa etiqueta inclinada (24 grados). ¿Por qué así? Porque así, según Alexander, su producto iba a diferenciarse en las tiendas y comercios del mundo. Al ser el único que no tenía la etiqueta rectangular tradicional, sería fácil de distinguir.



En 2020 se celebran dos siglos de Johnnie Walker, el whisky más bebido en el mundo y una marca que no solo ha sabido perdurar en el tiempo, sino que se ha mantenido en lo más alto gracias a su excelsa calidad y a sus finas variedades. ¿Cómo te gustaría que te recordaran en 200 años?


El siguiente paso fue producir tres variaciones del ya famoso whisky Johnnie Walker: Old Highland Whisky, Special Old Highland y Extra Special Old Highland. El Old Highland Whisky derivó años después en lo que hoy conocemos como Johnnie Walker Black Label (Sello Negro), un producto destinado a ser el número uno del mundo. Sin embargo, la historia tenía otros capítulos por escribir.

Y les correspondió hacerlo a Alexander II y George, nietos del querido Johnnie e hijos de Alexander. Ellos tomaron el control de la empresa en 1889 y terminaron de darle ese toque único y especial que hoy conservan la marca y sus productos. Alexander II era un maestro mezclador, como su abuelo, y George, un maestro de los negocios, es decir, la justa medida del éxito.

En 1909, cuando ya el whisky escocés se bebía por doquier, decidieron darle un nuevo aire, más moderno, y renombraron las variedades que, además, se identificaron con colores: Johnnie Walker Black Label y Johnnie Walker Red Label. Sin embargo, todavía faltaba uno de los principales protagonistas de la historia, que fue creado por el un ilustrador de carteles llamado Tom Browne.

¿Sabes a qué me refiero? A la tradicional figura del caminante, el que dio origen al archifamoso eslogan Keep Walking. Cuenta la leyenda que Browne fue invitado a un restaurante por Lord Stevenson, ejecutivo de Johnnie Walker, para encargarle el trabajo. Su primer boceto fue dibujado en una servilleta y luego replicado en las etiquetas de las botellas para convertirse en un ícono.

Inicialmente, Browne produjo una serie de anuncios en los que recreaba al Striding Man (hombre que camina) en diferentes situaciones. Su creación, sin embargo, quedó inconclusa, porque el ilustrador murió un año más tarde, con tan solo 39 años. El testigo lo tomó Sir Bernard Partridge, dibujante de la revista Punch, que estuvo a cargo del producto durante los siguientes 35 años.

Algo que muchos seguidores de la marca desconocen es que el Striding Man siempre caminó en el mismo sentido, de derecha a izquierda. Sin embargo, en 1999, en un intento por modernizar la marca y ver hacia el futuro, el caminante comenzó a transitar de izquierda a derecha, un símbolo de progreso y de orgullo. Y acompañado del lema Keep Walking (sigue caminando), de esperanza y resiliencia.

Aunque no hay una fecha específica para la celebración, en diferentes países, como Colombia, se celebrarán los 200 años de Johnnie Walker. Serán seis meses de actividades inspiradas en el lema Keep Walking, incluido un Instagram Take Over en el que los aficionados a esta bebida podrán disfrutar un recorrido por los episodios más apasionantes de la marca en estos dos siglos.

“Hoy, Johnnie Walker es la marca de whisky más grande del mundo y su eslogan ha sido adoptado y acuñado en todas partes como un grito de batalla para inspirar el progreso, como coraje en la adversidad, como una expresión de alegría y optimismo y como el mejor consejo que alguien siempre está dispuesto a recibir”, registra con orgullo la página web oficial de la marca.

¿Cómo te gustaría que te recordaran en 200 años? Estoy completamente seguro de que al bueno de John Walker jamás le hicieron esta pregunta, pero también estoy completamente seguro de que en el fondo de su corazón anhelaba que su producto fuera sinónimo de alegría y fuera el alma de las celebraciones de amigos y familiares. ¡Feliz aniversario, Johnnie Walker! Chin-chin, y salud


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Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

La celebración de los 200 años de Johnnie Walker se realizará en más de 180 países.