“No tengo tiempo”. ¿Cuántas veces escuchamos estas tres palabras cada día? ¿Cuántos sueños y oportunidades se frustraron por esta recurrente excusa? La verdad, no tengo tiempo para perderlo poniéndoles atención a esas personas que no se dan cuenta de lo que tienen, que desperdician lo bueno que las vida les brinda, que dilapidan sus dones y talentos. No, no tengo tiempo para eso.
Hubo una época en mi vida, que por fortuna quedó enterrada en el pasado, en la que pensaba como muchas personas: “ojalá los días fueran de 36 o 48 horas para que me alcanzara el tiempo para todo lo que tengo que hacer”. Con la mano en el corazón, te confieso que ni siquiera 48 horas habrían sido suficientes, pero no porque hiciera demasiadas cosas, sino porque las hacía mal.
Hoy, tengo varios grupos de mastermind, brindo asesorías personalizadas, dicto talleres y cursos en línea, dirijo al equipo que me apoya y manejo el marketing de mi negocio. Además, soy padre de dos niñas menores que, si estás en la misma situación, sabrás que te demandan mucho tiempo y dedicación. Y también me reúno con amigos y familiares, tomo tiempo para mí, disfruto la vida.
Ah, y no te equivoques: mis días tienes 24 horas, igual que los tuyos o los de cualquiera. Sin embargo, hay una diferencia: aprendí a gestionar mi tiempo, aprendí a sacar el máximo provecho posible de mi tiempo. ¿Cómo lo logré? Mis mentores me enseñaron a priorizar mis tareas y, sobre todo, a hacer útiles los tiempos muertos. Siempre estoy ocupado, pero no siempre estoy trabajando.
Por ejemplo, cuando tomo el auto y voy camino del colegio a recoger a mis hijas, en vez de escuchar música (que me gusta, te lo aclaro), elijo escuchar alguno de los pódcast a los que estoy suscrito o el audio de una conferencia relacionada con marketing. Lo mismo hago mientras me doy un baño (y me gusta tomarme mucho tiempo bajo la ducha), o mientras preparo la comida.
Desde hace muchos años, el televisor es un electrodoméstico prescindible para mí. Salvo alguna que otra serie de Netflix o alguna película específica, se mantiene apagado. No tengo tiempo para ver noticieros con sus dramas, su histeria y su visión distorsionada de la realidad; elijo aprovechar ese tiempo leyendo un libro, o un reporte, o un estudio que me ayude en mis estrategias.
Por eso, me encanta Ipstori.com, un emprendimiento mexicano muy particular. En las redes sociales se lo conoce como “el Spotify de las historias” y es una plataforma digital que te invita a leer textos o a escuchar historias cortas, de entre 1 y 7 minutos de duración. En esencia, según las palabras de Ruth Reséndiz Beltrán, su creadora, “son lecturas cortas para disfrutar en los tiempos muertos”.
Reséndiz estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Intercontinental (UIC) y Filosofía, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y se dedicó a enseñar como maestra de preparatoria y universitaria. Allí aprendió en a conocer a los jóvenes del siglo XXI, los llamados nativos digitales, de los que se dice no tienen gusto por la lectura y tampoco por los libros impresos.
Siempre, sin importar a qué te dediques o cuál sea la naturaleza de tu negocio, hay una buena oportunidad para ser único y diferente, para satisfacer las necesidades de un nicho, para cumplir con un propósito que ayude a mejorar el mundo. Ipstori.com es un claro ejemplo de ello.
Fue en ese ambiente que se percató de dos realidades: la primera, que estos jóvenes mileniales y centeniales sí leen, solo que no en formatos convencionales, no en medios tradicionales, y lo hacen de manera inconsciente. La segunda, que las editoriales, creadas supuestamente para promover la lectura, poco o nada (más nada que poco) hacen para cumplir con esa tarea.
Fue, entonces, cuando pensó que podía hacer algo para remediar esa situación. Antes, sin embargo, luchó contra sus propios demonios, contra las convenciones sociales y, en especial, contra sus miedos, para iniciar su primer emprendimiento a los 53 años. “Tuve que dejar atrás muchos prejuicios generacionales y, por supuesto, el miedo a perderlo todo”, confiesa.
“Convertirme en empresaria a esta edad da mucho miedo porque me estoy jugando mi patrimonio y no es que yo sea una jovencita. Hay veces en las que sí me duele no tener la energía de una mujer de 30, además de que por la edad cargo con muchos prejuicios como, por ejemplo, los del patriarcado, es decir, que los dueños y conductores de las empresas son hombres”, relata.
“Mucha de la gente con la que empiezas a trabajar te cuestiona todo, duda de tus capacidades y quiere darte órdenes, aunque seguramente si te llamaras Roberto no lo harían”, dice. También ha tenido que luchar contra la creencia de que va a incomodar a los que no quieren que se rompan los esquemas, a los que no les gusta tratar con mujeres independientes, a los machistas.
El negocio de Reséndiz comenzó como una editorial digital destinada a distribuir publicaciones (no ha imprimirlas). No pasó mucho tiempo antes de que se diera cuenta de que estaba haciendo lo mismo que el resto del mercado, que no se diferenciaba. Entonces, decidió darle un giro radical a su emprendimiento y siguió el consejo de su hijo Pablo Barbachano: migrar al universo móvil.
Así surgió Ipstori.com, cuyo nombre se deriva de story (historia en Instagram, red social preferida de los centeniales) y de ipso facto (en el acto, inmediato). Es una plataforma de lectura y pódcast para los que no tienen el hábito de la lectura y que, además, son consumidores del formato de audio. Está pensada y diseñada para los no lectores que son atraídos por las buenas historias.
“Nuestro contenido es original y está escrito en el formato de ipstorias”, dice, y está agrupado en diez categorías: Hace tiempo (relatos del pasado), No mames, güey (curiosidades), ¡Qué trip! (ciencia ficción), Así, tal cual (crónicas de la vida diaria), Jaajajjaajjaa (humor), LGTBQ+ (diversidad), De(s)amores (relatos de relaciones), Jorny (sexo y erotismo), Universos paralelos (ciencia ficción) y Series (varios capítulos).
Otra característica que me encanta de Ipstori.com es que además del hábito de la lectura, también promueve el de la escritura. Los textos son escritos por 65 autores noveles y hay otras diez personas que les dan vida a los pódcast. Si bien la aplicación es ciento por ciento mexicana, parte del talento proviene de Cuba, Colombia y Uruguay, aunque esperan ampliar sus horizontes.
A diferencia de la mayoría de las aplicaciones disponibles en internet, este no es un portal de autopublicación. Hay una etapa de curaduría de contenido (el filtro que selecciona lo que es de interés para sus clientes) y un consejo editorial que dicta la última palabra. “Tenemos corrección de estilo, arte tipográfico y cada historia va acompañada de su carátula y su versión en audio”.
No necesitas ser periodista o un escritor profesional para conseguir que Ipstori.com publique tus ‘ipstorias’. No aplaces más ese anhelo de compartir con el mundo tu talento. Solo debes cumplir unos requisitos sencillos y darle rienda suelta a tu imaginación. Del resto se encargarán tus lectores.
Para publicar en Ipstori.com, hay que firmar un contrato y aceptar las condiciones de la empresa. “Las regalías para los creadores son del 25 % por la descarga del texto y del 10 % por la del audio”. Hay una opción gratuita (acceso a dos ipstorias diarias, máximo 60 al mes y al primer capítulo de una serie), pero también suscripción mensual (2,6 dólares), semestral (16) y anual (29), ilimitada.
“En el mercado hay plataformas que ofrecen el servicio de autopublicación, pero ese no es nuestro caso. Hay otras que manejan libros completos, pero nosotros no lo hacemos, y unas más que tienen relatos cortos, pero no de ficción, que es nuestra especialidad. Con esas características, somos un producto único en el mercado a nivel mundial”, dice Reséndiz con orgullo y satisfacción.
La intención de los creadores es que los contenidos de Ipstori.com puedan distribuirse a través de canales masivos como las redes sociales (Facebook, Twitter, Spotify y YouTube) para llegar a más personas que adquieran el hábito de la lectura. Así mismo, en el futuro también se podrán leer y escuchar textos clásicos de la literatura y una plataforma exclusiva de textos para niños.
¿Ahora entiendes por qué me atrapó Ipstori.com? Acá te menciono las lecciones más valiosas:
1.- Tú eres más fuerte que tus miedos. Ruth Reséndiz venció los prejuicios de la edad y los condicionamientos sociales y puso al servicio de otros su pasión por la lectura.
2.- Ser diferente de verdad. No es un portal como los demás de su estilo, porque Ipstori.com tiene un perfil distinto, una idea única (por ahora) y se enfoca en una audiencia que otros menosprecian.
3.- Servir, el mejor negocio del mundo. Ipstori.com es una vitrina para nuevos escritores o para los que siempre habían soñado con escribir, pero nunca habían encontrado apoyo o difusión.
4.- La ficción supera la realidad. Los pódcast no se limitan a voces profesionales que leen los textos, sino que son recreaciones al estilo de las radionovelas de antaño. ¡Tremendo hit!
5.- Calidad, antes que cantidad. La esencia de Ipstori.com no es producir mucho contenido, sino contenido de calidad que satisfaga las expectativas e intereses de quienes no leen en otros formatos.
5+.- Innovación. Ipstori.com encarna un nuevo modelo editorial que elimina los intermediarios, así como los costos de impresión y distribución, y promueve las creaciones de autores desconocidos.
La próxima vez que tengas ganas de leer y elijas procrastinar, no digas “no tengo tiempo”. Siempre hay tiempo, solo que hay que aprender a aprovecharlo. Cada día, todos los días, hay muchos tiempos muertos en nuestra vida en los que puedes adquirir conocimiento o simplemente distraerte si haces uso de servicios como los de Ipstori.com, la aplicación de lectura para los que no leen.