Tendencias. Esa es una de las palabras del vocabulario del marketing a la que, honestamente, le tengo pavor. El diccionario la define como “propensión o inclinación en las personas y en las cosas hacia determinados fines”. Lo que no nos dice el diccionario es que esa tendencia puede ser provocada, especialmente en un ámbito como internet, en el que los rumores crean tsunamis.

En los años 60, la minifalda y el pelo largo fueron una tendencia. Tan fuerte, que sobrepasaron la frontera y se convirtieron en una moda recurrente, algo que va y vuelve en un incesante y fascinante viaje en el tiempo. En los años 90, una tendencia muy marcada fue la vida sana, al punto que las dietas y el ejercicio fueron adoptados como hábitos por millones de personas.

El problema con las benditas tendencias es que nunca nos dicen toda la verdad. Porque no nos cuentan que las tendencias son una estrategia de quienes detentan el poder (político, económico) para su propio beneficio. Sí, se inventan una tendencia para remplazar otra y nos quieren hacer creer que las tendencias llegan para quedarse, cuando por esencia son efímeras, temporales…

Lo confieso, con algo de rubor: les tengo pánico a las tendencias que los famosos payasos digitales ponen a rodar en la red. Porque son especies que engañan a muchos, que confunden a muchos, que dan al traste con las ilusiones de muchos que carecen del conocimiento y, sobre todo, de la asesoría profesional adecuada. La falta de educación es el caldo de cultivo de las tendencias.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Hoy, pocas actividades cotidianas se conciben sin internet y sin el email.

Una de las tendencias recurrentes de los que pretenden confundir y sacar provecho económico en río revuelto es aquella de que el email marketing murió. Lo primero que puedo decirte, con toda seguridad y la autoridad de estar en el mercado desde hace veinte años, es que el email marketing es la envidia de los gatos: estos tiernos felinos solo tienen 7 vidas, pero aquel se antoja inmortal.

Con frecuencia, cada vez con más frecuencia, recibimos un email en el que nos dicen que el email marketing falleció. ¡Qué ironía: anuncian la muerte del email a través de un email! Si te atreves a leer unas pocas líneas te das cuenta de que no es más que una estrategia engañosa destinada a promocionar la venta de un producto que, dicen, es la nueva tendencia en internet.

Sí, una tendencia que va a remplazar al email. Honestamente, no sé como se atreven a firmar un correo electrónico así, a exponer el nombre de su marca, por una mentira tan grande. Quizás es por otra tendencia: la de creer que el usuario de internet es ignorante, que no se da cuenta de las mentiras, que siempre muerde el anzuelo que lanzan los payasos digitales en procura de incautos.

Y algunos caen, es cierto, producto de una de las leyes de los corredores de bolsa: “La madre de todos los males es la especulación”. La especulación es un peligroso juego que ponen en práctica algunos comisionistas de bolsa con el fin de obtener un fin específico, un escenario en el que solo unos pocos de benefician y muchos pierden (igual que con las benditas tendencias).

Especulan con la muerte del email marketing, crean un ambiente caótico ficticio y buscan generar un pánico que les permita atrapar incautos en su red, y sacar provecho de ellos. Al poco tiempo, sin embargo, el mercado se da cuenta de que fue presa de un nuevo engaño. Y el email marketing se levanta otra vez y continúa recorriendo el planeta, de oriente a occidente y de norte a sur.


El futuro del email depende, como es habitual, del uso por parte de
los internautas. En el caso del marketing, todavía no se inventó una
herramienta más poderosa e impactante para reemplazarlo.


En el día a día, el ser humano repite una y otra vez cientos de rutinas, de comportamientos: se alimenta, de lava los dientes, duerme, camina, trabaja o estudia, en fin. Algunas las ejecuta dos o tres veces; otras, 10 o 15. Sin embargo, no hay otra acción que hoy en día un hombre repita más veces al día que gestionar su cuenta de correo electrónico: leer, responder, reenviar, eliminar…

El email llegó, se posicionó y luego se involucró en la vida del ser humano. Primero fue el privilegio de unos pocos, luego fue el gusto de unos cuantos aficionados a la tecnología y hoy es, sin duda, la herramienta de comunicación más poderosa que existe. Aunque hay otras aplicaciones derivadas que son muy populares, como la mensajería instantánea, el email sigue siendo el rey.

No te podría decir que el email jamás va a desaparecer: en lo relacionado con la tecnología, lo único seguro es que nada es para siempre. Sin embargo, hay algo que quizás desconozcas, la razón que explica la resiliencia del email a las benditas tendencias que lo dan por muerto y su vigencia a pesar de la irrupción de otras formas de comunicación: el email fue el comienzo de todo.

Algo así como qué fue primero: ¿el huevo o la gallina? Bien, en este caso, afortunadamente, sí es posible saber qué fue primero y qué vino después. En 1965, el famoso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) creó un sistema que permitía enviar mensajes encriptados a diferentes usuarios conectados a una misma computadora central, pues todavía no existía la red virtual.


El email marketing es una estrategia poderosa que, bien empleada,
proporciona un retorno a la inversión (ROI) más que atractivo.
Es barato y puede ser automatizado y medido con exactitud.


Luego, en 1971, Ray Tomlinson ideó la primera aplicación de correo electrónico para Arpanet, la red precursora de internet. La aplicación, llamada SNDMSG (send message) ya podía enviar y recibir mensajes a otros usuarios a través de la red. Se dice que el contenido del primer mensaje eran las letras QWERTYUIOP, correspondientes a la primera fila del teclado convencional.

Arpanet fue una red de computadoras creada expresamente por solicitud del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, con el fin de facilitar la comunicación entre entidades estatales y académicas. A Tomlinson también se atribuye la creación del signo arroba (@), utilizado en el formato típico de direcciones las de correo electrónico (usuario@servidor).

Durante la siguiente década surgieron en Estados Unidos y Europa cientos de redes, con una característica especial: todas eran de carácter privado, a diferencia de la red global que hoy conocemos. La evolución continuó a paso de tortuga entre otras razones por el elevado costo de las computadoras, que eran de enorme tamaño y no estaban a disposición del público.

Fue a mediados de los años 90, poco tiempo después de la creación del navegador/editor WWW (World Wide Web), que las bondades de la tecnología quedaron al alcance de cualquiera. A partir de esta evolución y del desarrollo de los navegadores, internet dejó de ser un privilegio de las organizaciones estatales y académicas y entró a las actividades comerciales y a nuestra vida diaria.

Hoy, pocas actividades cotidianas se conciben sin internet, una bendición que tenemos a la distancia de un solo clic a través de los dispositivos móviles. Y prácticamente ninguna actividad en la red es ajena al email, mucho menos en un ámbito como el de los negocios, dentro o fuera de internet, en el que debemos estar permanentemente conectados con nuestros clientes.

Lo mejor es que cada vez que los payasos digitales están listos para firmar su acta de defunción el email marketing se levanta con más fuerza, con más vigor, con más poder, para seguir ofreciendo sus increíbles beneficios. Y es probable que antes nos entierren a todos nosotros antes de que esta poderosa herramienta desaparezca, porque el email marketing tiene más vidas que un gato…