Lo difícil del éxito es que no existe un modelo único. De hecho, cada caso de éxito es un modelo digno de imitar y eso, entonces, nos lleva a una conclusión que puede resultar desalentadora. ¿Sabes cuál? Que hay cientos, miles, millones de fórmulas para alcanzar el éxito, una por cada persona que logró sus objetivos, que superó dificultades y llegó a la cima.
De hecho, estoy completamente convencido, porque así me lo enseñó la vida, que un caso de éxito es la sumatoria de distintos modelos de éxito. Es decir, los seres humanos tomamos lo que consideramos nos sirve de cada persona y luego intentamos armar el rompecabezas. Si lo logramos, somos un nuevo caso de éxito; de lo contrario, nos queda el aprendizaje.
Dado que no hay una fórmula única, ideal, que le sirva a todo el mundo, tu tarea consiste en conseguir las piezas y armar tu propio rompecabezas. Un proceso en el que, valga decirlo, están los riesgos de caer en las garras de los depredadores, de los vendehúmo, de los que pregonan que tienen la fórmula del éxito. ¡Son mentiras!, pamplinas, verdades a medias…
La explicación es sencilla: esa fórmula del éxito debe estar conectada, irremediablemente, a tus principios y valores, a tus creencias, a tus sueños. Que, por supuesto, son distintos de los de cualquier otra persona, de los de tus padres, de los de tu familia, de los de tu pareja, de los de tus hijos… Por eso, justamente, es imposible hacer copy + paste para alcanzar el éxito.
Porque, además, eso que llamas éxito, sin importar cuál es tu definición de él, exige que seas auténtico, que hagas uso de tu condición de único. Eso, entre otras cosas, significa que sabes y aceptas que tu rompecabezas es distinto del resto, del de otras personas, y que, además, viene sin manual de instrucciones. O, mejor, solo una regla: “prueba y error”.
¿Lo sospechabas? ¿Lo temías? Bueno, la realidad es así. Pero, antes de que llenes tu cabeza con pensamientos tóxicos, negativos, déjame decirte algo: ese es el mejor camino, el más seguro. Aunque se antoje difícil, desalentador o, quizás, injusto, ese es el mejor camino. ¿Por qué? Porque tomas acción, no existe una forma de que pierdas: aprendes o ganas.
Y algo más que muchos pasan por alto: cualquiera que sea la idea que tienes del éxito, esta incorpora tu vida integral. ¿Eso qué quiere decir? Que la vida no es solo trabajar y trabajar, que en tu rutina debes incluir tiempos para el descanso, para la diversión, para el ejercicio, para el aprendizaje, para no hacer nada… De lo contrario, esa rutina triturará tus sueños.
La vida, quizás lo sabes, es una colcha de retazos. Cada actividad que desempeñamos es un trozo de ella y a veces, muchas veces, las piezas no encajan, los colores no combinan. ¡Así es la vida! Hay días buenos, días malos y los demás, la mayoría. Y no hay dos días iguales, más allá de que en ocasiones la vida transcurre dentro de un espiral sin fin de dificultades.
La mejor herramienta de la que dispongo como emprendedor digital, la que me ha permitido ser exitoso a lo largo de más de 26 años de trayectoria, ¿cuál crees que es? ¿El email? ¿La IA? ¿Un autorrespondedor? Podría ofrecerte muchas más opciones, pero la verdad es que no es ninguna de ellas. ¿Entonces? La sicología, la carrera que estudié en la universidad.
¿Por qué? Primero, porque entiendo que la esencia del marketing es construir relaciones basadas en la confianza y la credibilidad que generen un intercambio de beneficios a largo plazo. Relaciones en las que la tecnología, las poderosas y sorprendentes herramientas que esta nos proporciona, son solo eso: herramientas. La clave del éxito está en los seres humanos.
Uno de los errores más frecuentes, el obstáculo por el cual muchos no alcanzan el éxito que anhelan, es creer que lo pueden controlar todo. Y no es así. Son demasiados los factores que se escapan de nuestro control y, por si no lo sabías, casi siempre son menos relevantes de lo que pensamos. O, dicho de otra manera, les damos más importancia de la que tienen.
Producto de eso, vivimos distraídos, enfocados en temas y situaciones superficiales o intrascendentes. Que sí, por la presión del entorno las asumimos como prioritarias, pero en realidad no lo son. Y nos olvidamos de lo verdaderamente crucial: nosotros mismos. Nuestro bienestar, nuestro aprendizaje, nuestro autocuidado. Estos factores marcan la diferencia.
El talento, el conocimiento que adquieres, las experiencias que vives, tus principios y valores, todo, son necesarios. Parte de la fórmula, pero no toda la fórmula. Lo que me interesa que te grabes en la mente tras leer este contenido es que “no puedes darles a otros lo que no hay en ti, lo que no sale de ti”. Solo puedes dar lo que cultivas en ti, lo que está en tu interior.
Por eso, justo por eso, una parte crucial de tu día a día, de tu vida, es lo que haces por ti. Que, créelo, al final es lo que se reflejará en tus resultados, en si puedes o no alcanzar el éxito. Por eso, justo por eso, es importante que te concentres más en ti, que no te vacíes en los demás, que entiendas que debes no solo eres tu prioridad, sino que luego recogerás los frutos.
Por si no lo sabes, el éxito, cualquiera que sea tu idea de él, es una construcción. No llega a ti: sale de ti: recuerda el rompecabezas. Tú lo armas a tu ritmo, de acuerdo con tu intuición. Sí puedes pedir ayuda, pero entiende que lo más apasionante de la aventura es, precisamente, vivir y disfrutar el proceso, caer y levantarte, descubrir que tienes el poder de no rendirte.
Cuando nacemos, independientemente de las condiciones, de eventuales facilidades o, quizás, limitaciones, todos empezamos de cero. No hay un destino escrito, la vida que vamos a vivir es la que cada uno está en capacidad de construir. Y el éxito llegará en la medida en que utilices de la manera adecuada los recursos que la vida te ofrece. Tú eres el artífice.
¿Cuáles herramientas y recursos? Estos cinco son imprescindibles:
1.- Inteligencia emocional (EQ)
La adecuada gestión de las emociones marca la diferencia entre el bien y el mal, entre el éxito y el fracaso, entre el bienestar y el malestar. Son traviesas, caprichosas y manipuladoras y, lo peor, pueden distorsionar tanto la forma en la que percibes la realidad como tu respuesta a lo que te sucede. Recuerda que antes de un empresario o emprendedor, eres un ser humano.
Como tal, entonces, debes aprender a dominar tus emociones para evitar que ellas te dominen a ti. No olvides, así mismo, que tomamos decisiones y nos comportamos en función de lo que creemos, de lo que pensamos, de lo que sentimos y, en especial, de las emociones que experimentamos. La inteligencia emocional es un valor innegociable camino del éxito.
2.- Hábitos saludables
Hace unos años, en la víspera de un viaje a Colombia para liderar un evento con más de 450 personas, sufrí un preinfarto. Terminé en el hospital con un diagnóstico contundente: “si no cambia los hábitos, la próxima vez quizás sea la última”. Fumaba, era sedentario, comía muy mal y por supuesto estaba sometido al estrés. Clasificaba en todas las opciones de riesgo.
Fue el comienzo de una nueva vida o, mejor, de un nuevo estilo de vida. Saludable. Uno en el que puse en práctica una premisa tan sencilla como completa de aplicar: soy mi prioridad. Me cuido. Por mí, por mis hijas, por mis clientes, porque aún tengo mucho por ofrecer. He logrado un equilibrio fundamental: disfruto la vida sin dejar de trabajar y disfrutar lo que hago.
3.- Resiliencia
Cada día es una prueba, cada día hay más dificultades. El mundo cambia y avanza a un ritmo frenético y no es fácil vivir a esa velocidad. El frenesí de la rutina diaria, la histeria colectiva, la infoxicación y la necesidad de encajar en las expectativas de otros son el caldo de cultivo de estrés, cansancio físico y mental y, lo peor, malos resultados. En la vida y en el trabajo.
Aprender a decir no, fijar límites, establecer prioridades y un plan de acción para cada día son algunas de las pequeñas decisiones que se traducen en grandes beneficios. La resiliencia te ayudará a ser paciente, a no dejarte dominar por las emociones, entender que hay momentos en los que es necesario hacer un alto en el camino. Resiliencia no es resistir, es adaptarte.
4.- Sé parte de algo que valga el resultado.
Tanto como el síndrome del impostor, el del emprendedor solitario está ahí, al acecho. Una situación que fue normal hace más de dos décadas, pero que hoy es, perdóname, una decisión. La magia de internet consiste en que puedes establecer lazos con personas que no conoces, que están a miles de kilómetros y, lo mejor, que saben lo que tú no sabes.
Buscar ayuda no es ser vulnerable: ¡es ser inteligente! Hay un conocido proverbio africano: “si quieres avanzar rápido, ve solo; si quieres ir más lejos, ve acompañado”. Sé parte de un grupo o comunidad en el que puedas desarrollarte en lo personal y en lo profesional, en el que seas valorado. Recuerda: llegamos a este mundo con una tarea: ayudarnos unos a otros.
5.- No dejes de aprender.
NO tienes que ser experto en todo. NO tienes que aprender de todo. NO tienes por qué involucrarte en la loca carrera de ‘estar al día’. Determina cuáles son las 2-3 áreas en las que no solo conectan con tus dones y talentos, sino en las que necesitas ser mejor que el promedio. Profundiza en ellas y sé realmente bueno, sobresaliente. Solo en esas 2-3.
¿Y el resto? En mi negocio, lo único que no cedo es el marketing y el manejo del dinero. Lo demás, todo lo demás, puedo delegarlo. Hay tareas que les confío a profesionales idóneos que lo hacen mejor que yo y me permiten aprovechar al máximo el activo más valioso que poseo: mi tiempo. Un tiempo que, no sobra decirlo, aprovecho para aprender más.
Los casos de éxito no nacen, se hacen. Son una construcción propia. No hay libretos ni fórmulas perfectas. El camino que yo transité es distinto del tuyo, más allá de que puedas modelar algunas de mis acciones y decisiones y ponerlas en práctica. Lo fundamental, en todo caso, es que entiendas que tienes todo lo necesario para ser un caso de éxito.
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