Ser una marca poderosa, capaz de generar empatía con la audiencia e identificación con el mercado, es imprescindible actualmente. El consumidor solo quiere trabajar con los mejores: no con los que se autoproclaman expertos, sino con aquellos que en la realidad demuestran que poseen las características para ayudarlo y, en especial, para transformar su vida para bien.

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El concepto tradicional de marca, aquel que concebíamos en el pasado, perdió vigencia. ¿Lo sabías? Es una realidad que cambió como consecuencia de la revolución digital, de cómo el mercado se adaptó a las nuevas exigencias de los clientes. Y, lo mejor, es una excelente oportunidad, una oportunidad que antes no existía, para quienes somos emprendedores.

En el pasado, en el siglo pasado, las marcas eran las empresas, especialmente aquellas con poder económico para aparecer por doquier, para hacer costosas campañas publicitarias. Entonces, las veíamos en los periódicos, en las vallas en las vías, en la televisión, las escuchábamos en la radio y también estaban en las páginas amarillas. Por supuesto, también eran las que más vendían.

En la vida cotidiana, sin embargo, había otros escenarios importantes para nosotros, lugares en los que comprábamos con regularidad, pero a los que no considerábamos una marca. Por ejemplo, la panadería, el mercado del barrio o el salón de belleza: íbamos allí con frecuencia, conocíamos bien al propietario o a quien nos atendía, pero no eran marca: solo, la panadería, el mercado, la peluquería.

Hoy, sin embargo, eso ha cambiado. La panadería, el mercado de barrio y el salón de belleza a los que vamos con frecuencia también son marcas, se convirtieron en marcas. Quizás ninguno cuenta con poder económico o ninguno hace publicidad en los medios de comunicación. A pesar de eso, son marcas que hacen parte de nuestra vida, que son importantes por los beneficios que nos brindan.

De la misma manera, los emprendedores estamos en capacidad de constituirnos en una marca. De hecho, yo lo conseguí, de dos formas: tengo una marca comercial, llamada MercadeoGlobal.com, y tengo una marca personal, llamada Álvaro Mendoza. Y más que un derecho que nos fue brindado en los últimos tiempos, lo que debemos entender es que es una necesidad, una exigencia del mercado.

Lo he dicho muchas veces y lo repetiré tantas como sea necesario: no basta con estar presente en internet, no basta con tener perfiles en diferentes redes sociales y mucho menos basta con sumar fans o seguidores en estos escenarios. Necesitas ser visible, claramente diferenciable del resto del bosque: que la gente te identifique claramente, a simple vista, y te elija una y otra vez.

El mercado está lleno de personas que se autoproclaman como expertos, pero que en la realidad no lo son. Simplemente, se aprenden un libreto que saben interpretar y, escudados en valiosas habilidades de comunicación, gozan del poder del convencimiento. Sin embargo, llega el momento en el que estas no son suficientes y su mentira queda al descubierto: el mercado los descarta.

Eso ocurre porque no son marcas, verdaderas marcas. Son, apenas, un nombre. Por eso, es importante que sepas cuáles son las características que distinguen a las verdaderas marcas, para que trabajes y te conviertas en una poderosa, creíble, confiable y, sobre todo, transformadora. Estas son las cinco que, a mi juicio, independientemente de qué haces, necesitas incorporar:


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Ser una marca verdadera, poderosa, te permitirá ser la elección preferida del mercado.


1) Tu razón de ser: la primera condición de una marca poderosa es tener una misión, un propósito claro y bien definido. Es una hoja de ruta, un compromiso que haces con el mercado. Por él, la gente sabe cómo puede beneficiarse de lo que haces y, lo más importante, puede identificarse con tus valores y principios. El propósito es la forma en que le dices al mercado qué valor puedes aportarle.

2) Generar empatía: aunque tu propósito sea muy loable, si no consigues establecer una conexión con tu audiencia, si no sientes su dolor y no experimentas sus alegrías, no alcanzarás el objetivo que deseas. Ser empático te permitirá relacionarte con tu cliente, hacerle saber que es importante para ti y, lo mejor, ganar su confianza para darle la solución ideal a ese dolor que lo aqueja.

3) Aprendizaje continuo: ser experto no significa que te las sabes todas. Es, simplemente, que estás en un nivel superior al promedio. Sin embargo, debes ser consciente de que el aprendizaje nunca termina y de que es un proceso indispensable para tu crecimiento, para que tu marca se fortalezca y sea la mejor elección del mercado por mucho tiempo. Es un alimento imprescindible.

4) Resultados medibles: como cualquier marca del mercado, tienes que estar en capacidad de medir con exactitud el alcance de sus estrategias, los resultados de tu gestión. Recuerda que al camarón que se duerme se lo lleva la corriente. No te duermas sobre los laureles: si quieres ser un referente, el conformismo no es una opción para ti. Fíjate objetivos ambiciosos, y cúmplelos.

5) Comparte lo que eres: ¿para qué te sirven tu conocimiento, tu talento, tus experiencias y el aprendizaje de tus errores si no es para compartirlos con otros? Servir es el mejor negocio del mundo y, si no lo sabes, aplícalo y disfrútalo. La diferencia entre los que se autoproclaman expertos y los que en verdad pueden ayudar es el poder de transformación a través del conocimiento.

Gracias a la revolución digital, el mercado amplió su espectro y ahora el consumidor encuentra mil y una marcas para elegir la que más le convenga. Si quieres ser esa elección, tienes que trabajar en tu potencial, desarrollar las habilidades que marcan diferencia, ser auténtico y, en especial, dejar que tu vocación de servicio fluya y beneficie a otros. Será una propuesta de valor única e inolvidable.