El valor y la valentía de una persona no se miden por sus ideales o sus sueños. Por lo general, todos tenemos ideales y sueños altruistas, enfocados en hacer el bien, en alcanzar la felicidad, en aportarle algo positivo al mundo. El valor y la valentía de una persona se miden, más bien, por los efectos de esos ideales, de esos sueños.

Una de las razones por las cuales muchos seres humanos, en especial los que tenemos sangre latina, nos sentimos frustrados cuando llegamos a la edad madura es porque nos quedamos viendo cómo nos pasa la vida. Sí, siempre estamos a la espera de ese momento perfecto para dar el primer paso, y lo que hacemos es perder oportunidades.

Durante algún tiempo, Emilio González fue uno de tantos latinoamericanos afectados por esa mentalidad. “Desde niño tuve muy claro que quería ser feliz ayudando a los demás. Al crecer, confirmé y reforcé esa convicción”, asegura. Ideales y sueños loables, que hablan de su calidad humana, de la generosidad de su corazón, de la educación que recibió.

Sin embargo, como a muchos otros, a Emilio permanecer allí, abrazado a esos ideales, a esos sueños, lo llevó a la temible zona de confort. Y en ella permaneció un tiempo, cómodo, sin mayores problemas, sin demasiadas dificultades. Hasta que la lectura de las obras de Robert Kiyosaki y del español Raimon Samsó lo hizo espabilar, sacudirse.

“Ese fue el primer clic, hace unos años. De ellos leí por primera vez conceptos como libertad financiera e ingresos pasivos, que se convirtieron en mi objetivo. Mi principal motivación era alcanzar el control de mi vida y de mi destino, no solo en lo personal, sino en el ámbito profesional”, cuenta. Un primer paso, pero uno muy importante.

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Nunca estar conforme y adquirir más conocimiento, claves del éxito de Emilio González.

Sin embargo, había que avanzar, había que comenzar ese proceso de transformación, de formación, para que esos ideales y esos sueños no se quedaran en postulados y se hicieran realidad. “Lo más difícil fue salir de mi zona de confort, cambiar el chip mental que tuve durante muchos años”, confiesa. Era hora, entonces, de empezar a trabajar.

Pero, en la vida no es tan fácil aquello de diciendo y haciendo. Menos, cuando debes enfrentarte a tus miedos, a esas limitaciones que con tanto esmero cultivas en tu cabeza, con esas amarras con que atas tus sueños. “Uno de los errores más graves que cometí fue demorarme en iniciar, a la espera de que las condiciones fueran ‘más adecuadas’”.

A cuántos de nosotros nos ha ocurrido lo mismo. Aplazamos una y otra vez, y otra, y así indefinidamente, en espera del momento perfecto. Y a algunos se les pasa la vida en eso y solo cuando la parca llega por ellos se dan cuenta de que, al fin de cuentas, no hicieron nada. Afortunadamente, Emilio se sacudió, se liberó de ataduras y ¡actuó!


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específicos de tu campo de acción es, según Emilio González, una de las claves
del éxito. Esa es la fórmula de su éxito en los negocios.


“Definitivamente, el mejor momento no es cuando el mundo, o tu mundo, sea perfecto. El mejor momento para comenzar es… ¡hoy!”. Y un hoy cualquiera, Emilio comenzó a andar, a hacer camino. Entendió que no podía esperar a conocerlo todo en un mundo globalizado como el actual en el que todo cambia con rapidez, especialmente el conocimiento.

“Hubo momentos complicados, unos más que otros, pero me ayudó mucho tener claros mis objetivos, mis expectativas, mis convicciones. Y, sobre todo, comprender que el sacrificio tiene recompensa”. Y fueron múltiples sacrificios, esfuerzos, tropiezos y dificultades las que debió sortear Emilio desde que asumió la responsabilidad de su vida.

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Durante un tiempo, Emilio estuvo frenado esperando ‘el momento perfecto’ Hoy nada lo detiene.

“Aprendí que es un cambio para bien, en especial porque las satisfacciones superan a las dificultades…, ¡y por mucho!”. Echó mano del ejemplo de honradez, visión y tenacidad que sus padres y sus tíos le dieron cuando era niño y también de la cultura de Monterrey, la ciudad donde nació y creció, que se destaca por su fuerte espíritu empresarial e industrial.

“Lo importante son la perseverancia y la tenacidad, no detenerse ante los obstáculos y dificultades, que siempre aparecerán, y avanzar. A veces, no a la velocidad que uno quisiera, pero siempre seguir adelante”. A eso le agregó algo de la sabiduría popular que aprendió en el gimnasio: “¡No pain, no gain!” (Sin dolor, no hay ganancia).

Sacrificar el tiempo de descanso y esparcimiento fue el precio que Emilio pagó, de muy buena gana, para salir de su zona de confort y comenzar a vivir la vida que en realidad deseaba para él y su familia. “¡Vale la pena!, ¡Valió la pena!”, asegura con convicción. La mentalidad correcta, sumada al enfoque y a la perseverancia, transformaron su vida.

Dio el primer paso, un gran paso, pero falta mucho por recorrer. En el trayecto, por fortuna, encontró personas que lo marcaron con sus enseñanzas. “Los sigo desde hace tiempo y he aprendido mucho de emprendimiento, marketing digital y negocios. A Gus Sevilla y Álvaro Mendoza los considero visionarios y gurús en sus respectivos campos de acción”.

Ingeniero Administrador de Sistemas de profesión, con una maestría en Administración de Tecnologías de Información, a Emilio siempre lo apasionaron la tecnología, la mercadotecnia y el fascinante resultado de la unión de estos dos oficios. Y también lo impulsa “la posibilidad de ayudar y apoyar a otras personas con mi trabajo y conocimiento”.

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Trabajo y conocimiento le han permitido a Emilio superar todos los obstáculos.

Esa vocación de servicio, ese espíritu empresarial, esa determinación por impactar positivamente la vida de otros fueron, precisamente, las características que distinguieron a Emilio en Comando Secreto, el primer grupo élite de emprendedores latinoamericanos que estuvo reunido en octubre pasado en Punta Cana (República Dominicana).

Eso y sus ganas de aprender, su mente abierta al conocimiento, su disposición a sacar provecho de las experiencias. Aunque durante un tiempo estuvo frenado esperando ese momento perfecto, desde que comenzó no se ha detenido. Hoy, felizmente para él, ha recorrido una buena parte del camino y se prepara para lo que está por llegar.

“He emprendido junto con mi esposa un negocio en la industria restaurantera en el que, entre otras cosas, yo dirijo el marketing digital. Así mismo, brindo mis servicios de cursos y consultorías en esa área”. Esa es la forma en que Emilio utiliza las tecnologías de la información y la automatización para impactar positivamente la vida de otras personas.


Descubrir tu esencia, aquello que te apasione y para lo que la vida te haya
regalado dones y cualidades, eso que te hace único, y dedicarte a servir a otros
con esas herramientas es la misión de tu vida, dice Emilio González.


“Me brinda mucha satisfacción poder apoyar con mis conocimientos y experiencia a otras personas que, de otra forma, quizás no podrían alcanzar sus sueños. Soy feliz ayudándoles a consolidar y crecer sus negocios a través del marketing digital, dice. Ese, justamente, es su gran orgullo: “Haberme atrevido a dar ese primer paso”, agrega.

El primer paso, solo uno, nada más, le permitió transformar su vida. Y se echó a andar, y ya nada lo detiene. Uno nunca debe estar conforme. Siempre hay que perseguir nuevos sueños e imponerse mayores retos. Alcanzar un peldaño solo sirve para impulsarse a avanzar al siguiente”, concluye. El valor y la valentía de cambiar perfección por acción