MG La Revista – Editorial Marzo/Abril 2017

Fuente: MG La Revista

Una de las bendiciones más grandes que me da la vida es estar rodeado siempre de mujeres maravillosas. Sin pecar de presumido, puedo decir que soy bendito entre las mujeres, porque en el único ámbito en el que estoy rodeado por otros hombres (todavía, pero no por mucho tiempo) es en el trabajo. De resto, en la casa de mi familia cuando vivía en Colombia y ahora con mi familia, fui arropado por las mujeres. ¡Un privilegio!

Mucho de lo que soy como persona, prácticamente todo, se lo debo a la mujer más importante de mi vida: mi mamá Julia Venegas. Todavía recuerdo cuando se ponía furiosa porque levantaba la bocina del teléfono para hacer una llamada y el pitido del módem la dejaba sorda. ¡Eran mis primeros pinitos en internet! Nunca pudo entender mi pasión por la tecnología, tanto tiempo que pasaba frente al computador, pero siempre me apoyó, siempre me impulsó a hacer lo que me apasionaba.

Educada en otros tiempos, en el seno de una familia tradicional y conservadora, la señora Julita fue, quizás, la primera emprendedora que conocí. ¡Una trabajadora incansable! Tuvo varios negocios, en la mayoría de los cuales fue exitosa. Lo mejor, sin embargo, fue su ejemplo: disciplina, tesón, astucia para negociar, capacidad para recuperarse, manejo de los equipos de trabajo, generosidad; una lista de cualidades que puede ser más larga, sin duda.

Mi hermana Martha le heredó muchas de esas características. Quizás con menos espíritu negociante, pero sí con una fortaleza y una capacidad de lucha que son admirables. Odontóloga de profesión, tuvo que enfrentar las dificultades de un ámbito laboral con pocas oportunidades, así como una enfermedad que por un tiempo minó sus fuerzas. ¡Y salió airosa!, en los dos frentes, para ser hoy una admirable madre y una próspera empresaria.

Más que mi madre y mi hermana, la señora Julita y Martha han sido siempre mis mejores amigas, un apoyo permanente e incondicional. Aún les cuesta trabajo entender en qué consiste mi trabajo, pero como nadie disfrutan mis logros y, sobre todo, ver que soy una persona feliz con lo que hago, un apasionado de la profesión que escogí, alguien que como ellas ha dedicado su vida al servicio de los demás.

Cuando me alejé de ellas, porque la vida consiste en que cada uno labra su sendero, tuve la gran suerte, la inmensa fortuna, la bendición divina, de cruzarme con Jenny, mi esposa. Quizás diferente al modelo de mujer que uno imagina para caminar por la vida, pero sin duda la compañera ideal. En silencio, sin hacerse notar, ha sido un apoyo, una confidente, una amiga, una excelente esposa y una madre incomparable. ¡Qué afortunado soy!

Y no puedo estar más orgulloso y más feliz, más bendecido por la vida, cuando puedo disfrutar cada día de Nichole y Laura, mis hijas. ¡Son unos ángeles! No solo que alegran mi existencia, sino especialmente cuánto me enseñan con su intuición, su inteligencia, su gracia. Algunas veces me habrán escuchado decir que son el combustible que me mueve, la razón de ser de mi existencia, y cada minuto que pasa confirmo que es así.

Y felizmente para mí, para seguir rodeado de mujeres maravillosas, en los últimos años el mundo de los negocios en internet ha registrado la llegada de emprendedoras que no solo han refrescado el ambiente con su donaire y belleza, sino que son excelentes maestras de vida. No es un descubrimiento decir que poseen una sensibilidad especial, pero también un inmenso talento y una visión que nos abre los horizontes.

Cuando planeábamos este tercer número de MG La Revista con mi equipo de trabajo y alguien mencionó que en marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, entendimos que era la oportunidad de rendirles un homenaje por lo que nos han dado, por lo que nos dan. ¡Qué bueno que cada día sean más las emprendedoras!, un ejemplo maravilloso para todos, un refresco para este mundo del internet hasta ahora dominado por los hombres.

¡Felicitaciones y que Dios las bendiga!