Fue una estrella precoz, pero, también, una tragedia precoz. Antes de haber cumplido siquiera un año, Drew Barrymore ya encantaba en las pantallas de la televisión, como protagonista de un comercial de comida para perros. Antes de haber cumplido los 15 años acreditaba un prontuario: consumo de drogas, intentos de suicidio, una familia rota en mil pedazos y marginación laboral.

¡Uf!, cuán difícil puede ser la vida cuando no estás preparado para lo que ella te ofrece. Y, está claro, la sonriente Drew no lo estaba. De hecho, nunca se lo preguntaron, nunca ella se lo preguntó. Simplemente, se dejó llevar por la corriente, disfrutó el brillo de la fama y, sobre todo, sufrió las consecuencias de una vida en la que, más que una mujer, era una mercancía.

Drew nació el 22 de febrero de 1975 en el disfuncional hogar de John Drew Barrymore, miembro de una dinastía de actores, y de Ildiko Jaid Mako, que nació en un campo de refugiados de la otrora Alemania Federal (Occidental). La actuación, o el mundo de las artes, entonces, no era algo ajeno para ella y tampoco era raro que desde muy pequeña se viera involucrada en esa industria.

Una industria que, valga decirlo, primero la convirtió en estrella y luego, en víctima. Una industria que la encumbró, que le dio fama, dinero y reconocimiento y que después la derribó, la arrastró por el piso y la puso al borde de la muerte. Es, por eso, que una de las palabras más precisas para definir a Drew Barrymore sea sobreviviente: sobrevivió a su propio instinto de autodestrucción.

Desde sus primeros pasos, Drew los encandiló a todos en Hollywood, al punto que el director Steven Spielberg y la megaestrella italiana Sophia Loren se convirtieron en sus padrinos. Y fue de la mano de Spielberg que Drew saltó a la fama, con solo 7 años: interpretó a Gertie, la hermana menor del protagonista de E.T., el extraterrestre, que se hace amiga inseparable del humanoide.

Fue el comienzo de su carrera al estrellato, de su camino a la perdición. Según confesó tiempo después, en una autobiografía, pronto se convirtió en una víctima del pesado ambiente tras bambalinas: a los 9 años probó el alcohol; a los 11, la marihuana y un año más tarde, la cocaína. Y antes de cumplir los 15 se cortó las venas, porque no le encontraba sentido y propósito a su vida.

Para rematar, su descontrolada madre, incapaz de ejercer su rol como formadora y ejemplo digno de seguir, la envió a una clínica para tratar sus adicciones. Esta decisión provocó un terrible impacto en la joven Drew, pero fue justamente el punto bisagra de su vida, el antes y el después, el que la salvó. “Fue horrible y oscuro, pero lo necesitaba. Necesitaba un cambio radical”, aseguró.

Un año y medio después, pudo salir de allí y tomó su primera decisión trascendental: se emancipó de sus padres y comenzó una nueva vida, sola. Ya era mayor de edad, legalmente, y el deseo de ser una actriz reconocida no se había extinguido. Eso sí, sabía que no podía repetir los errores del pasado y, sobre todo, no quería ser origen de escándalos como los que le costaron el veto de la industria.

Había llegado el tiempo de madurar, de poner los pies en la tierra y de asumir el control de su vida. Desempeñó trabajos varios, incluido el aseo de sanitarios, y tuvo que pagar un alto precio para volver a ponerse en la mira de Hollywood: trabajó en algunas películas insignificantes y apareció desnuda en las revistas Playboy y Rolling Stone. Sin embargo, logró su cometido.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

‘Los ángeles de Charlie’, su mayor éxito, después de pagar un alto precio por sus errores.


La historia de la vida de la actriz estadounidense Drew Barrymore nos demuestra que siempre se paga un precio por los errores, pero también que siempre hay una nueva oportunidad. Ella la aprovechó, labró un nuevo camino y construyó una vida que nos brinda valiosas lecciones.


Ya no era la precoz estrella que terminó estrellada, ni la joven rebelde que se metía en problemas con demasiada frecuencia. Era una mujer, una bella mujer, que encarnaba una dualidad irresistible para la industria del cine: ingenuidad y picardía, espontaneidad y sonrisa seductora. La meca del cine volvió a abrirle sus puertas y reanudó su carrera con algunos papeles secundarios.

Poco a poco, se reinventaba, aunque no faltaron los tropiezos en el proceso. En especial, en la vida sentimental, en la que todavía no alcanzaba la madurez requerida. A los 19 años se casó con Jeremy Thomas, camarero de un bar, después de una relación relámpago que terminó tan rápido como comenzó. Entonces, tomó una decisión clave, la segunda más importante de su vida.

Con el apoyo de su círculo íntimo y el de algunos directores que todavía se atrevían a apostar por su talento, Drew decidió sentar cabeza, de una vez por todas, y enfocarse en su carrera. Con tan solo 20 años, fundó su propia empresa productora, Flowers Films, asociada con Nancy Juvonen, a la que había conocido en la filmación de Amor de locos. Esa fue su gran apuesta ganadora.

Antes de saborear las mieles del éxito, volvió a tropezar en el campo sentimental: se casó con el actor cómico canadiense Tom Green y, de nuevo, la relación fue fugaz: apenas duró cinco meses. Pero, la tendencia negativa comenzó a cambiar cuando participó en la película Todos dicen I love you, dirigida por Woody Allen, la que le siguió el reconocimiento público en Jamás besada.

Hasta que llegó el momento de sonreír, de conocer la otra cara de la moneda de la vida. Fue en 2000, cuando produjo la exitosa película Los ángeles de Charlie, junto con Lucy Liu y Cameron Diaz, que pasó a convertirse en su ángel de la guarda. Con este proyecto, enterró de una vez por todas las sombras de su pasado y se instaló en el número uno de las preferencias de los aficionados.

Después llegaron Como si fuera la primera vez, La mejor de mis bodas y Luna de miel en familia, que protagonizó con el famoso Adam Sandler y que fueron otro suceso de taquilla. Y más tarde fue Letra y música, al lado de Hugh Grant, películas que mostraron una faceta mas relajada, tranquila y, después de mucho tiempo, feliz. Sí, feliz, porque por fin la dificultades y tristezas habían cesado.

“A veces, pienso que mis problemas fueron el resultado de un período de rebeldía en el que, en realidad, pedía a gritos algo de atención paternal. Siempre confié en que mi madre aparecería para ayudarme, pero nunca fue así. El mundo nos pone un sinfín de retos que tenemos que superar, pero pienso que ningún niño debería sufrir el abandono total de sus padres, dijo en una entrevista.

Durante años, la vida de Drew Barrymore fue una constante tormenta y estuvo muy cerca de un triste desenlace. Para su fortuna, los vientos se calmaron, las aguas se apaciguaron y pudo hallar la tranquilidad y la felicidad deseadas. Hoy, es una de las actrices más queridas y reconocidas de Hollywood, una madre y una empresaria exitosa que sobrevivió a las dificultades y reinventarse.

Además de su carrera, Barrymore también es la portavoz de la Fundación Pro Salud de la Mujer, una organización sin ánimo de lucro que promueve el sexo seguro, y miembro de la organización Wildlife Waystation, que ayuda a animales silvestres y exóticos. Y, por último, es propietaria de su propia marca de vinos, Barrymore Wines. Nada mal para quien estuvo tan cerca de la muerte.


La tendencia negativa en la vida de Drew Barrymore solo se detuvo cuando ella tomó la firme decisión de asumir el control de sus actos, de sus decisiones. Entonces, como por arte de magia, las dificultades cesaron y, por fin, pudo reinventarse y mostrar su talento, pudo ser feliz.


¿Qué podemos aprender de esta historia? Veamos:

1.- Tu destino es está escrito en ninguna parte: es lo que tú mismo eres capaz de construir día a día, el fruto de los aprendizajes de los errores que cometes. Tú y solo tú puedes cambiarlo

2.- Eres el resultado de las personas que te rodean: la influencia más negativa que recibió Drew Barrymore provino de su madre, de su familia. Cuando se distanció, su vida mejoró

3.- La vida te golpea hasta que demuestras que aprendiste: solo cuando Drew tomó la decisión y actuó en conformidad, la tendencia negativa de su vida se detuvo. Es la ley de la atracción

4.- Si quieres triunfar en la vida, ten algún buen amigo: a Drew Barrymore la influencia de Cameron Diaz la sacó definitivamente de sus problemas. Un aliado estratégico vale oro

5.- Solo hay un camino al éxito, y es la reinvención: en la comedia, con papeles que encajan perfectamente con su forma de ser, encontró su lugar en el mundo. Volver a empezar, siempre

6.- Siempre hay una oportunidad más, pero debes crearla: si te temes en problemas, solo tienes dos caminos: hundirte o salir y continuar con el proceso de construcción de la vida que deseas

7.- Si tú no crees en ti mismo, ¿quién lo hará? En la adolescencia, inmersa en una crisis sin fin, Drew Barrymore creyó que moriría antes de los 25 años. Luego construyó una historia distinta


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Y un día, por fin, Drew Barrymore pudo volver a sonreír y fue feliz…