Soy un convencido de que la vida es un reflejo: de tus acciones, de tus omisiones, de tu forma de pensar, de lo que aprendes, de tus equivocaciones. Lo sé porque lo he vivido, porque en algún momento sufrí porque no lo entendía así. Eres la persona que estás en capacidad de construir, con sus virtudes y defectos, con sus excesos y sus limitaciones.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

El éxito y la felicidad son fruto de tus acciones.

En los negocios, mucha gente fracasa porque no entiende esto. Peor aún: porque lo niega. Si estás feliz, si estás tranquilo, si estás saludable, si estás equilibrado mentalmente, las energías positivas fluyen y las cosas se dan sin tropiezo. El éxito, lo sabemos, es la consecuencia de nuestros actos, de nuestros hábitos, de nuestras decisiones.

Por el contrario, si siempre piensas negativo, si solo ves un camino lleno de obstáculos, si te detienes a ladrarle a cada perro que aparece en el camino, si solo ves enemigos por doquier, no esperes milagros. El fracaso no llega solo, no es algo fortuito: es también producto de lo que hacemos. Entonces, tenemos que estar atentos a lo que tenemos y, sobre todo, a cómo actuamos.

Los seres humanos tenemos la tendencia a compararnos todo el tiempo. Cuando el éxito y la felicidad nos acompañan, a todos los vemos chiquitos, en su mínima expresión; nos creemos superiores. Si estamos en la época de vacas flacas, nos bajoneamos, pensamos que los demás son gigantes, solo vemos defectos cuando estamos ante el espejo.

Pero, lo sabrás, todo extremo es vicioso: el más y el menos, el positivo y el negativo, el eufórico y el depresivo. ¿Cómo evitarlos, entonces? Entendiendo que cada persona es un universo único, y también uno especial. Cada uno de nosotros lo tiene todo para ser feliz y exitoso, absolutamente todos estamos en capacidad de ser felices y exitosos.

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El fracaso es una elección: lo tomas o lo dejas.

Construye tu libreto

Hay muchas formas de alcanzar ese objetivo, pero voy a compartir contigo tres que a mí me resultan particularmente efectivas. No son una fórmula perfecta, haz de saberlo, sino el fruto de un aprendizaje de muchos años, muchos errores y también unos cuantos aciertos. Pruébalos, quizás alguno te funcione o, al menos, te inspire a crear tu estrategia:

1) Valórate: no eres mejor ni peor que nadie; eres tú, simplemente. Dale valor a lo que has aprendido, en el plano académico y también en el de la vida. Procura usar esas herramientas para tu beneficio y el de quienes te rodean. No subestimes tus posibilidades, no te pongas un techo, no limites tus sueños. Serás tan grande como lo quieras si trabajas para ello.

2) Aléjate de lo negativo: en entorno es un condicionante muy poderoso, para bien y sobre todo para mal. Huye de lo que pueda hacerte daño, corta el cordón umbilical que te une con los malos hábitos, con el pasado sin éxito. Cierra esos huecos por donde se escapa tu energía y fortalece el mejor activo del que dispones: tú mismo.

3) Equivócate sin temor: el temor a la equivocación es el principal obstáculo en la vida, uno prácticamente insalvable en los negocios. Pero, si no erras, no aprendes; si no aprendes, no creces; si no creces, no vives. Date la chance de la equivocación, pero no te niegues la oportunidad del aprendizaje. Y nunca, pero nunca, nunca te rindas.

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Tú eres el único que puede impedirte llegar al éxito y la felicidad.

Quizás lo habrás escuchado otras veces: el éxito es un hábito. Nadie llega a él por casualidad, porque es fruto del trabajo. Si anhelas el éxito, debes construirlo; antes, sin embargo, debes construir también el camino que vas a transitar. Entonces, no te enfoques en el éxito como un fin, sino como el resultado de un proceso.

Una última observación: lo tienes todo para ser feliz y exitoso. Lo que pueda hacer falta por aquí, abunda de otra forma por allá. Encuentra el equilibrio y poténcialo. No dejes que nada o alguien te lo impida. Y recuerda: el éxito y la felicidad son los ingredientes del camino, no el punto final del recorrido. Hasta pronto…