Para quienes hoy hacemos negocios, el nuevo milenio supuso un reto para el que muchos no estábamos preparados (la verdad, casi nadie estaba preparado): comunicarnos con las nuevas audiencias, aquellas generaciones jóvenes que se criaron (se crían) en ambientes distintos al nuestro y que exigen nuevas fórmulas, nuevos modelos, nuevos mensajes. Y esto, en la era de las comunicaciones, es una necesidad imperiosa.

La generación de contenido, lo sé porque lo he vivido, es uno de los obstáculos más serios para un emprendedor. Si bien a todos en el colegio y hasta en la universidad nos enseñaron a escribir y a comunicarnos de diferentes formas, la verdad es que nos rajamos a la hora de aplicar. Comunicar, nos comunicamos, es claro, pero hace falta ese plus que se necesita sí o sí para tener éxito en los negocios: la conexión impactante.

Aquellos que nacimos en las últimas décadas del siglo XX quedamos marcados por dos tipos de comunicación: la visual y la escrita. La irrupción de la televisión nos brindó una alternativa fantástica y amplió los límites de la lectura. Las imágenes y el color cobraron importancia, lo mismo que el lenguaje corporal, mientras que la comunicación verbal, de la que la radio era la reina, se mantuvo incólume.

Eso significa que tenemos una cultura visual incorporada, lo que trasladado al mundo de los negocios representa oportunidades ilimitadas. ¿Por qué? Porque la tendencia actual es que la televisión se fusione con internet, o dicho de otro modo que internet adopte modelos y características surgidas de la televisión. El video, por eso, es una de las herramientas más poderosas y efectivas que puedes usar para comunicarte con tus clientes, para conectarte efectivamente.

El contenido escrito es uno de mis aliados incondicionales: lo uso desde siempre, desde que comencé a trabajar con internet, mucho antes de que hiciera negocios por internet. Además, he escrito libros y sigo convencido de que es una herramienta increíble: un texto bien escrito captura la atención de las personas con una fuerza indescriptible y te da posibilidades que otros formatos no te brindan. No me veo haciendo negocios sin un blog, sin escribir libros.

Con el tiempo, sin embargo, tuve que aprender a producir videos. No soy un experto, lo reconozco, pero sé que me desenvuelvo adecuadamente. Soy natural, conozco el tema del que hablo y logro impactar a quienes me ven. Y ahora que los webinarios me brindan otras oportunidades increíbles, sigo aprendiendo, sigo evolucionando, sigo buscando una mejor forma de comunicarme. Porque, lo sabes, este es un aprendizaje permanente.

Lo que debes entender es que no necesitas escoger un camino único: los textos escritos, gracias a la narrativa transmedia, pueden convertirse en videos o en audios; los videos pueden transformarse en artículos escritos o en post. Es una cadena fascinante que te permite llegar con el mismo mensaje, pero presentado de formas diferentes, a tu público. Es más: puedes usar un canal distinto para cada nicho, para cada producto.

No hay una fórmula mágica, no hay una fórmula única: hay mercados o nichos a los que les encanta ver videos, pero también habrá otros que siguen aferrados a la cultura del texto escrito, y unos más a los que los post que puedan descargar en sus dispositivos móviles les facilitan la conexión contigo. Y si sumas texto+video+radio tiene los webinarios, que son la herramienta más poderosa del mundo de los negocios hoy por hoy.

No te mates la cabeza: utiliza el medio en el que más cómodo te sientas, pero tampoco descartes los demás simplemente porque no te ves como un experto en su aplicación. Recuerda que las audiencias actuales son multisensoriales, que las personas adultas, por más que se criaron en una cultura distinta, poco a poco han adoptado la nueva forma de comunicarse, ya incorporaron los dispositivos móviles a su vida, así sea de una manera sencilla.

La plataforma que utilices, en todo caso, es secundaria: de nada te sirve producir un video, elaborar un post y escribir un artículo, si el contenido que ofreces no le aporta valor a tu cliente, si no es de calidad. Esa es la premisa fundamental: contenido de calidad. Es como un regalo: cuando lo recibes y lo abres, lo que importa no es el estuche o el papel en que venía envuelto, sino lo que había adentro. Recuerda eso cada vez que te sientes a generar tu contenido. Hasta pronto…