¿Querer es poder? No siempre. Las buenas intenciones, mi querido amigo, o una buena idea quizás sea el punto de partida, pero entre el dicho y el hecho hay mucho trecho. Y más en el ámbito de los negocios, dentro o fuera de internet, un escenario en el que prácticamente todo es posible si haces lo necesario y lo haces de la manera correcta. Querer, saber, poder, hacer.
Una de las dificultades que enfrentan los emprendedores cuando quieren iniciar un negocio, en especial cuando se trata de personas que por primera vez intentan cristalizar su idea, es que se creen todo lo que escuchan o leen por doquier. “Hazte millonario en 30 días”, “La fórmula perfecta para ir del punto A al punto B”, “Multiplica por 10 tus ventas en pocos días” y otras especies por el estilo.
Son versiones equivocadas, a veces, malintencionadas, que distorsionan la realidad. Porque, por ejemplo, ir del punto A al punto B no es algo lineal, sino que el camino es como una montaña rusa y, además, hay un largo abecedario entre en comienzo y el final. Tampoco es cierto aquello de que te vas a convertir en millonario en unas pocas semanas, salvo que te favorezca un golpe de suerte.
Y menos, mucho menos, hay fórmulas perfectas o libretos ideales o magia. Es algo que les digo con frecuencia a las personas que acuden a mí para que los ayude a comenzar o a impulsar sus negocios: lo que a mí me funciona, lo que me permite alcanzar mis metas, quizás a ti no te sirva. ¿Por qué? Porque mis estrategias están diseñadas en función de mis clientes, de sus necesidades.
Que, por supuesto, son distintas de las necesidades y de los gustos de tus clientes. Aunque los dos ofrezcamos los mismos productos y los mismos servicios, es muy probable, casi seguro, que mis estrategias no te servirán. Pero, ojo: con esto no quiero decir que debes reinventar la rueda, o que tus posibilidades de éxito son limitadas. Este es otro mensaje ambiguo que circula por doquier.
Te voy a dar un ejemplo: una de las estrategias más poderosas de mi negocio, una que me brinda resultados excelentes desde hace más de 20 años, es el email marketing. Cuando comencé, era prácticamente la única estrategia porque, como lo he mencionado muchas veces, el internet de esa época era bien distinto del actual. Hoy, el email marketing sigue siendo mi fiel escudero.
Tú, o cualquier persona, puede sacar provecho de los beneficios de esta herramienta, claro está. Sin embargo, no es cuestión de que hagas copy + paste de los mensajes que te envío, les cambies el nombre y la firma y los envíes a tus clientes. Lo más probable es que no les encuentren sentido, que no logres conectar con ellos como deseas, porque esos mensajes no están diseñados para ellos.
¿Entiendes? Veamos otro ejemplo: los equipos deportivos. Hay directores técnicos de fútbol que van a la misma escuela de formación, es decir, que reciben los mismos contenidos y aprende los mismos principios del oficio. Sin embargo, cuando el entrenador A se enfrenta al entrenador B, parecen de escuelas distintas. ¿Por qué? Porque cada uno diseña y emplea estrategias distintas.
Por eso, lo repito, no hay que creer todo lo que dicen o todo lo que lees dentro o fuera de internet. Otro problema frecuente es que la gente se cree el cuento de ir del punto A al punto B a la vuelta de unos cuantos clics, y tampoco es así. Quizás así se vea por encima, desde afuera, pero un negocio exitoso es como un iceberg: lo importante está escondido, no es visible a simple vista.
Alcanzar las metas propuestas en tu negocio, o en la vida, no es cuestión de una fórmula perfecta, o de un libreto ideal, mucho menos de magia. La clave está en si eres capaz de diseñar, implementar y poner en funcionamiento sistemas consistentes, efectivos y replicables.
¿Y sabes qué es lo importante? El cómo lo haces, el sistema. Conozco a decenas de emprendedores que abren su negocio y se fijan una meta de ventas que jamás alcanzan. Al cabo del tiempo, entonces, culpan a internet, dicen que es un engaño, pero esa no es la verdad. O es posible que tengan éxito a corto plazo, pero luego los resultados se diluyen a medida que pasa el tiempo.
¿Por qué? Porque no tienen un sistema confiable que les permita replicar el éxito una y otra vez, y otra vez. Este, mi querido amigo, es el verdadero secreto, la magia de internet. Quienes tenemos éxito en nuestros negocios estamos en capacidad de obtener resultados consistentes porque diseñamos e implementamos sistemas que funcionan como una maquinaria bien aceitada.
Por supuesto, eso implica que conocemos muy bien a nuestro cliente, que sabemos con exactitud cuáles son nuestros avatares, que diseñamos una propuesta única de valor atractiva y poderosa, que tenemos un mensaje claro que se emite a través de los canales adecuados y que llega a las personas correctas, al mercado correcto. Ese conjunto de estrategias es lo que constituye un sistema.
Un sistema es como el plan de entrenamiento de un deportista: no se trata solo de ir al gimnasio o de practicar varias horas al día. Debes tener una programación enfocada en un objetivo, por ejemplo, una competencia, y además den entrenamiento debes seguir una dieta adecuada, descansar bien y llevar una vida aparte del deporte y la competencia, en la busca de equilibrio.
Además, no puedes hacer lo mismo todos los días: debes diseñar, en compañía del equipo de profesionales que te apoya, una serie de rutinas que son independientes, pero complementarias entre sí. Todas están enfocadas en la consecución del objetivo y si alguna falla, seguramente no lograrás los resultados previstos. Y, claro está, luego viene la ejecución, hacer lo que sabes.
En otras palabras, un sistema es como un hábito: lo haces todos los días y, a medida que lo repites, te vuelves mejor, rindes más, obtienes mejores resultados. A la larga, con el paso del tiempo, ya lo haces de manera tan natural, que parece que naciste con esa habilidad incorporada. Son acciones que, sobre todo, puedes medir, evaluar, ajustar, reformular y engranar para pulir el sistema.
Otro punto importante: no basta con un sistema. Se requieren varios sistemas que estén conectados, que te ayuden a alcanzar distintas metas. Por ejemplo, un sistema para ser más productivo y organizado, un sistema para las tareas rutinarias, un sistema para diseñar y poner en marcha nuevos productos, y así sucesivamente. La magia del marketing está en los sistemas.
¿Quieres mejores resultados en tu negocio? ¿Resultados que sean consistentes? ¿Resultados que puedas medir? ¿Resultados que te permitan satisfacer una y otra vez las necesidades de tus clientes? Si la respuesta a estas preguntas es un SÍ contundente, en mayúsculas, no pierdas más tiempo: diseña, implementa y ejecuta sistemas confiables. Los resultados serán una consecuencia.
Un último concepto: ningún sistema, por bueno que sea, hace magia, es decir, no produce resultados de la noche a la mañana. Ten paciencia, sé persistente, sé coherente en tus acciones, sé consistente en tus estrategias y verás cómo más pronto de lo que esperas llegarás a esa meta que te propusiste. En marketing y en la vida, amigo mío, sistema es sinónimo de paciencia.
Señor Alvaro, MIL GRACIAS por tanta información VALIOSA para los que pretendemos emprender un negocio y necesitamos un RUMBO, UNA GUÍA, UN CAMINO INDICADOR para no perdernos en el intento.
SALUDOS Y FELICIDADES POR COMPARTIR SUS CONOCIMIENTOS con sus seguidores.
Javier Cortez
Guadalajara, México.