Conocimiento, experiencia, pasión, vocación de servicio, recursos y herramientas son necesarios para alcanzar lo que te propones, para hacer realidad tus sueños. Sin embargo, ninguno de estos factores en particular, ni la sumatoria de todos, es suficiente. Lo que marca la diferencia, la gran diferencia entre los exitosos y el resto, es la capacidad para pasar de la teoría a la acción.
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Septiembre. Acabamos de pasar el primer susto de la temible temporada de huracanes, por cuenta de Dorian, que por fortuna no pasó de ser sino un susto. Y poco a poco el verano es un recuerdo, en especial porque cambia la temperatura y tenemos que recurrir al ropero en procura de prendas que nos den abrigo. Y miro el calendario y veo que este 2019 está en la recta final.
La mayoría de las personas dirían que “este año va volando”, que “el tiempo no alcanza para nada”, que “voy a tener que correr para cumplir los objetivos” y otras frases comunes por el estilo. Si eres una de esas personas, me disculpas, pero pienso muy diferente: como a ti, me quedan varias metas por cumplir, pero si el año se terminara mañana, estoy satisfecho con lo logrado.
Una de las creencias limitantes más frecuentes es aquella de justificarse diciendo que otros tienen más tiempo, más recursos, más oportunidades. Y, la verdad, no es así, de ningún modo. Cada uno de mis días tiene 24 horas, 1.440 minutos y 86.400 segundos. ¿Cuántos tienen los tuyos? Estoy seguro de que son exactamente los mismos, para ti, para todo el mundo, para cualquier persona.
¿Entonces? El tiempo, ya lo sabemos, es el mismo para todos. Mis recursos son el conocimiento, el talento y los dones que la vida me regaló, la experiencia y la vocación de servicio. Quizás tú tengas alguno distinto, pero en esencia estás en capacidad de lograr lo que quieras, aquello que te propongas por más difícil que parezca. Y la mejor oportunidad es la que nos brinda cada día.
Como ves, no hay diferencia, no una gran diferencia. No en lo superficial, en lo que cualquiera puede ver. Sin embargo, es como el iceberg: lo más grande está oculto, no se percibe a simple vista. Porque, efectivamente, hay una gran diferencia. ¿Sabes cuál es? Los resultados. Sin el ánimo de incomodarte o molestarte, no sé si puedas acreditar los mismos resultados que yo obtengo.
Vamos a verlo desde otro ángulo. Conozco a muchas personas que poseen gran conocimiento, que son expertos en su materia, que son una autoridad que infunde respeto, en diversas áreas. Sin embargo, aquello no es suficiente para ser emprendedores exitosos. El conocimiento específico es el punto de partida, pero para recorrer el camino con éxito requieres algo más que eso.
La experiencia es fundamental, en especial cuando has cometido errores o has sufrido fracasos que te dejaron no solo cicatrices, sino también grandes aprendizajes. Sumada al conocimiento, la experiencia es una ayuda importante para quienes quieren enfrentarse al mercado. Pero, de nuevo, no basta con conocimiento y experiencia, mucho menos en el mercado del siglo XXI.
La pasión es vital, sobre todo si eres un emprendedor solitario, porque las dificultades abundan, porque hay una competencia muy exigente, porque serán más los días malos que los buenos. El conocimiento y la experiencia son fundamentales, pero necesitan la pasión para articularse, para superar las duras pruebas. Sin embargo, estos factores todavía no te garantizan el éxito.
Como ves, se trata de algo parecido a un rompecabezas. Es decir, todas las fichas son importantes para que puedas armar la figura. No puedes prescindir de ninguna y además debes desarrollar la habilidad de seleccionar la que empate con las que ya armaste, y también se requiere una dosis de intuición. Por último, no sobra que pidas ayuda: cuatro ojos ven más que dos, y lo mismo las manos.
¿Para dónde voy? Mi intención es que entiendas que, si quieres alcanzar el éxito, tanto en la vida como en el trabajo, y especialmente si eres emprendedor, no hay una fórmula perfecta. Tampoco existe el libreto ideal, ni es cuestión de magia. Es crucial que sepas que conocimiento, experiencia, pasión, vocación de servicio y algunas habilidades técnicas son necesarias, pero no lo son todo.
¿Qué falta, entonces? Saber cómo pasar de la teoría a la acción. Esa, amigo mío, es la gran diferencia que mencioné antes. Las personas que hemos desarrollado la capacidad de pasar a la acción y plasmar en la realidad, y de esta manera conseguir los resultados que esperamos, estamos uno o varios escalones arriba del resto. Esa es la realidad, no creas en las mentiras.
Pero, hay una buena noticia. ¿Sabes cuál? Que tú o cualquiera puede desarrollar esa capacidad. No es un secreto, no es una ciencia, no es un don reservado para unos pocos: es una habilidad y, como tal, está al alcance de cualquiera. ¿De qué depende que la puedas aprovechar? De ti, nada más de ti depende. Tú eliges qué quieres en tu vida, qué quieres hacer con ella, adónde llevarla.
Conozco a cientos de emprendedores que son personas muy valiosas, con principios y valores sólidos, con conocimiento, experiencia y pasión. Sin embargo, también son personas con miedos (al qué dirán, al fracaso y también al éxito) y con creencias limitantes (creen que requieren la aprobación de los demás, que no nacieron para triunfar y ser felices) que los paralizan.
Se quedan inmóviles, como si fueran de piedra. Piensan, sueñan, se ilusionan, creen que pueden hacerlo, pero no lo hacen. Ni siquiera dan el primer paso, presas del pánico por equivocarse. Y así se les va la vida, se les extinguen los sueños, se les acumulan las frustraciones. Si algún día pueden despertar de ese letargo, las invaden el dolor y el resentimiento porque sucumbieron al miedo.
Conozco a cientos de emprendedores que son personas muy valiosas, en especial porque carecen del conocimiento básico, porque no tienen experiencia, porque cayeron 100 veces y se levantaron mil. El gran valor de estas personas es que entendieron que el momento justo para comenzar era hoy y que el conocimiento y la experiencia se adquieren en el camino, de la mano de los errores.
Estaban petrificadas por el miedo, pero esas personas fueron más fuertes y se atrevieron a probar suerte, se dieron una oportunidad. Tropezaron una y mil veces, perdieron el poco dinero que poseían, fracasaron y tuvieron que comenzar de nuevo, pero nunca se rindieron. Y de tanto intentarlo, de tanto perseverar, de tanto creer en sus sueños, un día lograron su cometido.
El calendario marca septiembre, pero eso no significa que sea el momento de tirar la toalla, de renunciar a tus sueños. Cualquier día es bueno para comenzar a construir la vida que deseas, el trabajo que anhelas, el bienestar que quieres darle a tu familia. Deja de pensar, deja de aplazar, deja de escuchar las voces que te llenan de miedos, deja de desperdiciar tus oportunidades.
La diferencia, amigo mío, la gran diferencia entre quienes conseguimos lo que queremos y el resto de personas es que desarrollamos la capacidad de pasar de la teoría a la práctica. Confiamos en alguien que ya había transitado del punto A al punto B, en un mentor que nos guio y nos ayudó a acortar la curva de aprendizaje. Tú también puedes hacerlo, si quieres. ¿Qué eliges?