El 11 de octubre de 2013, un viernes, fue el día más feliz de la vida de Radamel Falcao García. De la suya y también de la de al menos tres generaciones de hinchas colombianos que no habían visto a su selección en una Copa Mundo. Tras casi 16 años, después de la triste experiencia de Francia-1998, bajo el mando de José Pekerman y guiada por su goleador, Colombia regresaba al Mundial.
Esa tarde, la Colombia futbolística había armado la fiesta para celebrar el regreso al máximo torneo del planeta fútbol. Brasil-2014 estaba a un punto de distancia. Sin embargo, alcanzó a dibujarse la más triste de todas las jornadas: a los 18 minutos, de tiro penalti, Arturo Vidal puso en ventaja a Chile y luego el Niño maravilla Alexis Sánchez amplió la cuenta a 3-0 (minutos 21 y 29).
¡Nadie lo podía creer! Chile pasaba por encima de una Colombia que se tambaleaba grogui, como el boxeador al que le habían asestado un duro golpe en la mandíbula. El estadio Metropolitano de Barranquilla, repleto hasta las banderas, se convirtió en un cementerio. Igual cada rincón del país y del mundo donde había un hincha colombiano. ¡Nadie podía creer lo que estaba sucediendo!
Poco antes de que el reloj marcara el primer cuarto de hora del segundo tiempo, Teófilo Gutiérrez logró el descuento. Sin embargo, el empate, el punto que significaba el tiquete a Brasil-2014, se veía muy lejos. Hasta que apareció Radamel Falcao García en su mejor versión y en tan solo 9 minutos, del 29 al 38, logró la hazaña al transformar en con sendos tiros desde el punto penalti.
En la etapa crítica de la recuperación, cuando su nivel de juego no mejoraba,
muchos lo trataron de exfutbolista: Falcao jamás respondió y, más bien,
se dedicó a trabajar para alcanzar su mejor forma.
¡Carnaval en Barranquilla! Colombia entera festejó y el mundo supo que había una nueva generación de héroes, una posterior a la de Carlos ‘el Pibe’ Valderrama y su corte. Y el nuevo rey era el Tigre Falcao, que con 9 goles guio a la Tricolor en la eliminatoria suramericana. Argentina, Chile y Ecuador aseguraron los otros cupos directos; Uruguay logró el suyo después, en la repesca.
Trece semanas más tarde, sin embargo, el 22 de enero de 2014, un miércoles, fue el día más triste de la vida de Radamel Falcao García. De la suya y también de la de muchos hinchas colombianos. En la disputa de un intrascendente juego de la Copa de Francia, contra el desconocido Chasselay, de la tercera división, Radamel Falcao García, pilar del AS Monaco, sufrió una grave lesión.
El choque del defensor Sonek Ertek le provocó la ruptura del ligamento anterior cruzado de la rodilla izquierda. ¡Adiós al Mundial! De inmediato, viajó a Portugal y se puso a órdenes del médico José Noronha, para intentar una recuperación milagrosa. Diez días antes del comienzo de Brasil-2014, sin embargo, el técnico Pekerman anunció su goleador no estaría en la Copa Mundo.
Pese a los esfuerzos, Falcao no se pudo recuperar plenamente y lo mejor era no exponerlo. Sin su goleador, en Brasil-2014 Colombia cumplió la mejor actuación de su historia en la Copa Mundo, al avanzar hasta cuartos de final y ocupar el quinto puesto. Mientras, el nacido en Santa Marta el 10 de febrero de 1986, adelantaba su recuperación. Y trataba de dejar atrás el dolor de la frustración.
En septiembre de 2014 pasó al Manchester United inglés, en el que poco jugó, y en julio de 2015 se puso la camiseta del Chelsea de Londres, pero tampoco pudo brillar. Comenzaron los rumores de que no había quedado bien de la operación, que jamás recuperaría su mejor nivel, que estaba al borde del retiro. De hecho, muchos medios de comunicación ya lo trataban como exfutbolista.
En silencio, Falcao se tragó su impotencia, se encomendó a Dios (es un ferviente creyente) y siguió trabajando. En junio de 2016 regresó a Mónaco y lo que parecía un retroceso en su trayectoria, un final inesperado, se transformó en su reivindicación. Comenzó a actuar con mayor regularidad, volvió a cantar goles y poco a poco recuperó la alegría de jugar, volvió a ser importante en su equipo.
Durante las primeras 11 fechas de la eliminatoria a Rusia-2018, el técnico Pekerman no contó con Falcao. No quería exponerlo a la despiadada crítica, necesitaba protegerlo. Lo convocó para el partido que se disputó en San Juan, contra Argentina, el 15 de noviembre de 2016. No fue un regreso feliz, porque la Albiceleste ganó 3-0 y Colombia cerró el año en medio de dudas.
Pero llegó 2017 y, con él, una nueva oportunidad para Falcao. Volvió a tener la confianza del DT, volvió a marcar goles, volvió el idilio con la afición y, lo mejor, Colombia aseguró su tiquete a la Copa Mundo-2018. Fue el 10 de octubre, un martes, en el empate 1-1 con Perú, en Lima. Colombia entera celebró, pero sin duda el más feliz de todos era Radamel Falcao García, el goleador.
“Me perdí el Mundial anterior, después tuve dos años horribles, pero Jesús restaura y lo ha hecho conmigo y por eso tengo ahora la posibilidad de ir al Mundial. Esta felicidad de ir a Rusia es para todos los colombianos”, dijo segundos después del pitazo final del encuentro en Lima. Una felicidad que compartió el pueblo colombiano y todo aquel hincha del fútbol y los goles de Falcao.
El lunes 4 de junio, día en que se conoció la lista definitiva de Colombia para Rusia-2018, Falcao agradeció en Twitter su presencia en la convocatoria: “Finalmente llegó el día. Se aplazó durante un tiempo el sueño de toda una vida. En los últimos años trabajé especialmente para estar presente en Rusia. Agradezco a Dios por su fidelidad y por sostenerme todo este tiempo”.
Cuando estaba en River Plate de Argentina, Falcao inició sus estudios de
Periodismo en la Universidad de Palermo, pero la importancia que ganó
en el equipo lo obligó a postergar esa aspiración.
Con la humildad que lo caracteriza, Falcao se la bancó toda, como dicen en Argentina. Nunca renegó, nunca se quejó (no al menos en público), siempre alentó a sus compañeros y dedicó su tiempo y esfuerzos en recuperarse para buscar una nueva oportunidad. De la mano de la confianza del DT Pekerman, esta le llegó y ahora espera el debut mundialista, el 19 de junio.
En la vida y en los negocios, a muchos nos ocurre lo mismo que a Falcao: enfrentamos una etapa o un momento en el que creemos que la vida nos da la espalda. Sin embargo, se trata solo de una prueba destinada a sacar lo mejor que llevamos dentro, un test para comprobar si en realidad estamos preparados para recibir aquello maravilloso que la vida tiene preparado para nosotros.
Humildad, sacrificio, disciplina, constancia, fe, trabajo y perseverancia son algunos de los mensajes que nos enseña esta experiencia de Falcao. Lecciones que, aplicadas no solo en la vida, sino también en los negocios, nos conducen adonde se encuentran nuestros sueños. Un ejemplo inspirador de que la única derrota verdadera es renunciar a tus sueños. ¡Palabra de Tigre!