Internet es un ecosistema en el que los mitos florecen de manera silvestre. En las zonas más áridas de la red germinan con generosidad. Mitos que por lo general son verdades a medias cuando no mentiras totales, pero que se aprovechan de la falta de conocimientos del usuario promedio. Mitos que hacen daño y que, inclusive, pueden hacer que tropieces y caigas en un gran error.
Cuando surgió internet, hace un poco más de veinte años, la tecnología era muy diferente. De hecho, la increíble revolución que se dio en este tiempo estuvo impulsada principalmente por la red, que nos ofreció un universo ilimitado de posibilidades y oportunidades. Eran épocas en las que no existían los dispositivos móviles y la única forma de conectarse era a través del computador.
El de escritorio, el que tenía una cola enorme como los televisores de antaño, el que venía equipado con un ventilador que sonaba como la hélice de un DC-3, el que requería un módem para conectarse a internet a través de la línea telefónica. Ni hablar de la configuración, que no soportaba tarjetas de video, que apenas permitía abrir unas pocas ventajas, que era insegura.
Ese era el mundo en que vivíamos y ese fue el internet en el que aprendimos a hacer negocios. La evolución en esos primeros años fue un poco lenta, porque las empresas que trabajaban con la tecnología estaban enfocadas en la masificación (más usuarios, mayores ingresos). Pronto, aparecieron las primeras cámaras digitales y se pudieron incorporar imágenes, pequeñas imágenes.
Después se les dio cabida a las animaciones y más tarde le llegó su turno al video. Los textos eran en extremo cortos, a diferencia de los publicados por los medios tradicionales, como los periódicos o las revistas, los impresos en general. Nos decían que los usuarios de internet no leían, que la lectura en la pantalla era dañina para los ojos, que la gente quería información rápida. Mitos y más mitos.
Muchos de ellos, en todo caso, quedaron enterrados cuando hicieron su irrupción los dispositivos móviles, especialmente las tabletas y los teléfonos inteligentes. Como se dice popularmente, “cuando habíamos aprendido la lección, nos cambiaron las preguntas”. Habíamos aprendido a trabajar en el nuevo escenario y, cuando íbamos a explotarlo, volvió a cambiar radicalmente.
Lo curioso es que los dispositivos hicieron el mismo curso que los computadores, aunque su evolución fue mucho más rápida. Al comienzo eran pesados, poco funcionales, limitados y lentos. Hoy en día, lo sabemos, los teléfonos inteligentes son mucho más que teléfonos y, ciertamente, son muy inteligentes, con poderosas cámaras fotográficas y otras funciones increíbles.
Conocer muy bien a tus clientes, y los hábitos de tus clientes, es una de las tareas
imprescindibles en la actualidad. Esa es la información que te permite planificar
tus estrategias sin margen de error y, de paso, satisfacer los intereses del mercado.
A medida que los precios de los dispositivos móviles bajaron y el ciudadano promedio tuvo acceso a ellos, para quienes hacemos negocios digitales comenzó un nuevo dilema: ¿computador o móvil? ¿Computador y móvil? Es una discusión que todavía no ha terminado, en la que nadie ha dicho la última palabra y que tiene tanto de largo como de ancho: no hay verdades absolutas.
Una de las creencias más arraigadas actualmente es aquella de que “el usuario está conectado todo el tiempo a través de su dispositivo móvil y es allí que conecta a la red”. Verdad a medias: sí es cierto que puede estar conectado todo el tiempo gracias a los planes de datos y a las redes inalámbricas (wifi), pero no es cierto que sea desde allí, y solo desde allí, que se conecte a la red.
Cuando una persona está en el trabajo o en la casa, o cuando trabaja desde la casa, casi siempre está conectada a la red desde su computador. De hecho, soy una de esas personas. Igual, a mi lado tengo el teléfono móvil, que me resulta particularmente útil cuando salgo de casa. Si no tengo mi computador a la mano, el acceso a internet lo hago desde mi teléfono, desde cualquier lugar.
Sin embargo, y ahí está el detalle como decía el gran Cantinflas, eso no significa que todo el contenido que me llega lo consulte desde el dispositivo móvil. De hecho, es muy poco, solo el que sé que tiene carácter urgente, que amerita una respuesta inmediata. El resto, el que sé que me da un compás de espera, lo consulto cuando regreso a casa. Y lo consulto desde el computador.
Ojo, una aclaración: ese es mi hábito, lo que yo acostumbro. Eso no significa, por supuesto, que todo el mundo haga lo mismo. Por eso, en este tema como otros relacionados con los mitos que pululan en internet hay que seguir una premisa: ¡consulta al mercado! Sí, lo primero que debes saber es a través de qué medios tus clientes acceden al contenido que les brindas.
La única verdad que hay en internet es que en internet no hay verdades absolutas.
Lo que funciona para mí, quizás sea un error para ti, y viceversa. La última palabra,
la única palabra, la tienen los clientes. Ellos nos dicen qué quieren y cómo lo quieren.
Esto es particularmente importante para determinar aspectos técnicos básicos de la configuración del contenido. Todos sabemos que no es lo mismo consultar un texto desde el computador de escritorio que hacerlo desde el móvil. Lo más conveniente, por tanto, es que manejes las dos opciones: que para el usuario se transparente desde donde lo ve, porque lo ve sin incomodidad.
Uno de los errores más comunes, y más graves, que comenten algunos emprendedores es que su versión web es igual a la versión móvil. Eso genera molestias al usuario, especialmente por las dificultades para navegar y por la obligación de usar el scroll. Cuando esto ocurre, lo dicen diferentes estudios realizados, el comportamiento del usuario es abandonar la consulta.
¡Auch!, qué dolor. Por algo sobre lo que tú tienes el control, que es la configuración, corres el riesgo de perder a tu cliente. Todos estos inconvenientes y sus nefastas consecuencias son susceptibles de evitar, o de corregir, si implementas en tu negocio algunas de las estrategias que yo utilizo y que me brindan muy buenos resultados. Te las comparto y espero que te sirvan:
1) La clave es el contenido: no importa cómo se conecte tu cliente, porque realmente lo que a él le interesa es el contenido que le brindas. Si le aporta valor, si le brinda beneficios, si le ofrece una experiencia satisfactoria, lo mirará de todas formas. Enfócate en la calidad del contenido y verás cómo disminuyes los dolores de cabezas que te provocan la dualidad computador/móvil.
2) Diversifica los formatos: el tema de la configuración y de la extensión del contenido se minimiza si utilizas formatos distintos, es decir, si no te limitas a ofrecer textos. Utiliza los videos, las infografías, los audios o las transmisiones en vivo para darle a tu cliente el contenido que a ti te interesa que él conozca y que a él le interesa conocer. Ser multiformato es imprescindible.
3) Mide tus acciones: no te dejes llevar por las tendencias que responde a los intereses de otros. Utiliza las métricas que te permiten conocer con exactitud los resultados de sus estrategias, saber de dónde acceden tus clientes al contenido que les ofreces. Si todavía tienes dudas, consulta al mercado, pregúntale directamente a tu cliente. Recuerda que su satisfacción es tu prioridad.
Hace años, muchos años, inclusive antes de que comenzara esta revolución digital, nos dijeron que la gente no leía, y mucho menos en los textos de formatos tradicionales como el papel. Hoy, sin embargo, se leen libros impresos cada vez más. No dejes que te engañen con los mitos que pululan en internet, porque puedes tropezar y caer en un error grave de costosas consecuencias.