Cada día hay más, pero siguen siendo muy pocas. En el mundo empresarial, especialmente en Latinoamérica, todavía son muchas las barreras que debe superar la mujer para llegar a los altos cargos. Una realidad que, la verdad, no comprendo, porque la gran mayoría de los ejemplos que conocemos nos dan cuenta de ejecutivas talentosas, exitosas y con un perfil social destacado.
Una de ellas es la mexicana Alma Rosa García Puig, que hoy es la CEO de Cielito Querido Café, una cadena de cafeterías que puja por arrebatarle una porción del mercado a Starbucks. García asumió este nuevo reto de su carrera profesional el pasado 25 de abril con una misión clara: “Consolidar la marca a nivel nacional, mejorar la oferta de producto y fortalecer la experiencia de servicio”.
La meta, sin embargo, está más allá de las fronteras: es el mercado de Estados Unidos, un país en el que, como se sabe, hay una gran cantidad de mexicanos y latinoamericanos radicados. Pero García prefiere no anticiparse y apela a la mesura que se ha convertido en una de sus más grandes fortalezas como ejecutiva de alto nivel. “Vamos con pies de plomo, a nuestro ritmo”, dice.
El nombre de García saltó a las altas esferas empresariales de México en mayo de 2008, cuando asumió como presidenta de Cinemex, una cadena de cinemas. Suplió a de Miguel Ángel Dávila, uno de los fundadores, y coronó una exitosa carrera de 13 años en la compañía, a la que llegó en 1995, cuando apenas contaba 23. Un período en el que logró imprimir su estilo y dejar huella.
“Es una mujer extremadamente inteligente”, afirma Matthew Heyman, otro de los accionistas de Cinemex, el que la contrató. “Se destaca por una rara habilidad para manejar los números y un fino tacto para solucionar problemas. Además, posee una personalidad especial: es firme a la hora de tomar decisiones y fuerte cuando llegan los malos momentos y arrecian las críticas”, agrega.
Cuando se vinculó a la compañía, su trabajo consistía en programar las películas. Debía observar las cintas, evaluarlas y decidir si se proyectaban o no. Sin embargo, soplaron los vientos de la crisis económica y hubo que dar una mano en otras labores. En una época ella misma tenía que llevar las cintas a los cines y vendió palomitas de maíz en las tiendas a la entrada de los cinemas.
Felizmente para todos, la compañía superó la crisis y vivió una etapa de crecimiento y consolidación, durante la cual García ascendió en el organigrama empresarial. Al año siguiente (1996), quedó a cargo de las relaciones con los estudios cinematográficos y también respondía por la publicidad de los establecimientos y por las películas que se proyectaban. ¡Una todera!
“Cualquiera que la conozca sabe que llegar a ser directora de Cinemex era la consecuencia lógica de la trayectoria de Alma”, asegura Heyman. “Siempre fue una mujer inquieta, que se le mide a cualquier reto, pero desde que ascendió a los puestos directivos es mucho más aguerrida”, dice María de la Gracia Puig de García, madre de Alma Rosa. Y en ocasiones tuvo que sacar las garras.
Cielito Querido Café cuenta con 74 establecimientos en Ciudad de México y los estados
de Querétaro y Puebla. Para 2018, está previsto abrir 10 nuevas tiendas. Su enfoque es el
servicio personalizado y se esmeran en que los productos enaltezcan la tradición de México.
“Al principio, era difícil porque por ser mujer sentía que me miraban con prevención, pero llega un momento en el que tienes que superarlo y dices ‘A mí no me va a afectar lo que dice este güey’”, expresa García. “Trabajar en un ambiente dominado por los hombres te obliga a ser más dura, más racional, a no dejarte provocar y a reaccionar cuando te atacan, o te devoran”, agrega.
A Alma Rosa, como a muchas de las mujeres que ascendieron en la escala laboral en Latinoamérica, le tocó transitar un duro camino. “En esencia, los problemas son los mismos que enfrenta un hombre: si eres jefe, no hay horarios, tienes que estar a disposición las 24 horas del día. Pero, como mujer, debes trabajar más para que te reconozcan igual que a un hombre”, dice.
Ese proceso significó sacrificios, esfuerzo y un alto precio por escalar en el organigrama: “A mí me costó un marido”, dice García con un poco de humor. Además, tan pronto asumió tuvo que hacerse cargo del proceso de venta de la compañía: recibió las siete propuestas que se presentaron y tuvo que evaluarlas y reportar a las directivas cuál era la mejor opción.
A finales de 2008, se conoció que el nuevo dueño era Germán Larrea, uno de los hombres más ricos de México y por aquel entonces propietario también de MMCinemas. Se esperaban grandes cambios en la estructura empresarial, pero ocurrió algo inesperado: Larrea determinó que a pesar de la fusión los destinos de la compañía fueran regidos por quienes ya estaban a la cabeza.
Así, le brindó el respaldo a García y la encargó de la consolidación y la expansión de la empresa, tarea que cumplió con lujo de detalles. Pero llegó el momento de asumir nuevos retos, de crecer personal y laboralmente. Entonces, surgió la oportunidad de vincularse a Cielito Querido Café, una empresa creada por Ignacio Cadena y Héctor Esrawe, con quienes trabajó en un proyecto.
La clientela de Cielito Querido Café está compuesta por clientes solteros entre 18 y 30 años
que buscan nuevas experiencias y que no son expertos en café. Pasan mucho tiempo fuera
de casa y privilegian las cafeterías con buen mobiliarios, wifi y recarga de móviles.
“Creo que por parte de ellos vino la oportunidad de que Cielito me buscara y la verdad es no lo pensé dos veces”, asegura. Llegó con la vestimenta elegante que la caracteriza y con la sonrisa que es su sello personal. Y, también, con esa capacidad para vestirse el overol y ponerse al nivel del más humilde de sus trabajadores y dar una mano, además de conocer los secretos del negocio.
“Yo pedí estar durante un mes en las tiendas, y les dije que me pusieran en la tienda que más vende. Pronto, me quería morir: estaba 8 horas parada sin voltear a ver a nadie, concentrada en la máquina de café y llegaban vasos y más vasos, sin cesar. Esos chicos se aprenden más de 600 recetas, y lo hacen perfecto”, relata García sobre su primera experiencia con la marca.
“A lo largo de mi trayectoria, desempeñé una gran cantidad y variedad de trabajos. Programé películas, vendí palomitas de maíz, atendí en las tiendas vendiendo al público, entre otras labores. Sin embargo, jamás me había costado tanto trabajo, en términos de estrés, como esta experiencia de ser barista”. Por supuesto, hoy agradece esos 30 días que le significaron un gran aprendizaje.
Un aprendizaje que le servirá, y mucho, en una de las tareas más importantes en su nuevo rol: consolidar la marca y crecer. “Afuera hay mucha competencia, buena competencia, pero nosotros nos enfocamos en ser muy auténticos y en estar atentos a lo que el cliente nos pide”, afirma. “Procuramos que nuestros siempre tengan el toque mexicano y que sean originales”, agrega.
Comenzó su carrera desde abajo y sorteó las tradicionales dificultades a las que se enfrenta una mujer en un mundo hecho por los hombres para los hombres. Su carácter, su fortaleza, su tacto, su inteligencia y su conquistadora sonrisa, más su talento y su capacidad de trabajo, le permitieron romper esquemas y llegar a las altas esferas. Ese, sin embargo, no es el final del camino de García.
Felicidades por la publicación de este artículo sobre Alma Rosa García Puig que siempre ha destacado por su alto profesionalismo, además de ser excelente persona. Tuve el privilegio de conocerla hace 11 años.