En Latinoamérica, por la precaria educación, por el difícil acceso al crédito y por la falta de oportunidades, son millones las personas que, forzadas por las circunstancias, se lanzan al ruedo. Sí, arrancan su negocio y, con mucho esfuerzo y sacrificio, a punta de recibir los duros golpes de la vida y volverse a levantar con más ganas, logran construir un futuro.
Así, consiguen darle a su familia algunas comodidades, le abren las puertas a la educación o a actividades que antes solo podían experimentar a través de la televisión, como viajar por el mundo. A la larga, sin embargo, se dan cuenta de que se convirtieron en esclavos de su propio negocio, que están amarrados a él, y que no lograron ser felices.
¡Ups! Es una confusión muy común, porque el emprendimiento no consiste en tener un negocio propio, sino en aprovechar tus talentos, tus conocimientos y tu experiencia y ponerlos al servicio de otros para ayudarlos a transformar su vida, a conquistar sus sueños. Pero, claro, el modelo educativo tradicional nos formatea con otros mensajes.
A César Vallejo Elías, nacido en Lima hace 41 años, le pasó eso, exactamente. En su familia siempre ha habido negociantes (mal llamados emprendedores) y ellos fueron el principal obstáculo que debió superar cuando decidió rebelarse contra el modelo formal y lanzarse a la conquista de sus sueños. “¿Cuándo vas a dejar de jugar al empresario?”, le decían.
Desde que tenía 9 años y debía irse solo al colegio, en un viaje que duraba una hora, César aprendió a ser independiente, a valerse por sí mismo. “Siempre fui educado y respetuoso, pero a la vez rebelde del sistema educativo, que nos forma para ser empleados”, cuenta. Y cuando el libro Padre rico, Padre pobre cayó en sus manos…
El mensaje de Robert Kiyosaki lo inspiró y le hizo caer en cuenta que su rebeldía tenía asidero, le reafirmó sus ideas. “Yo quería ser millonario, a pesar de que en mi niñez Perú vivía épocas de crisis económica e inestabilidad política que me hicieron conocer de cerca problemas como la escasez de productos de primera necesidad, la verdadera pobreza”.
Para rematar, sus padres se la pasaron toda la vida saltando de un negocio a otro, sin consolidar alguno. Era una lucha incesante, un desgaste permanente, una frustración frecuente. Y César no quería eso para él. Entendió que esas dificultades que ellos padecían tenían origen en su falta de preparación académica, y se enfocó en aprender.
En su juventud, César trabajó vendiendo teléfonos móviles y alquilando equipos de sonido y de luces para fiestas, con lo que consiguió los recursos para pagar sus estudios como programador de sistemas informáticos. También estuvo vinculado a empresas de ese ramo, como empleado, hasta que entendió que eso no era lo que quería hacer en su vida.
“Me satisface mucho que cuando yo empecé mi negocio había muchas
empresas que ofrecía lo mismo. Hoy, la mayoría no existe y nosotros seguimos
aquí”, dice con orgullo. Su techo, sin embargo, está lejos, muy muy alto.
“Como programador, me especialicé en desarrollar software para gestión empresarial y al poco tiempo creé mi propia empresa. El principal producto se llama Soluflex ERP (Entreprise Resourse Planning), que es un sistema que controla las ventas, los inventarios y la producción, así como la contabilidad”, explica. Fue comenzar a vivir otra vida.
“Lo más difícil fue renunciar a mi empleo como jefe de sistemas en una fábrica industrial. Mi familia no estaba de acuerdo, me decían que era un loco, que pensara que ya estaba casado y tenía un hijo”. Sin embargo, César ya había decidido ser independiente y no dio marcha atrás. Más bien, se esforzó por conseguir sus primeros clientes, y los consiguió.
“Llegaron por recomendación de contactos y amistades”. Ellos lo fueron llevando a la creación de su software empresarial y a la consolidación de su negocio, objetivo que le tomó ocho largos y duros años. Fue la primera señal de que iba por el camino correcto, y lo comprobó cuando su primer cliente quedó satisfecho con el software que le crearon.
Aunque fue una experiencia satisfactoria, el arranque estuvo salpicado por problemas que un emprendedor no anticipa. “Por mal manejo de los impuestos y una crisis originada en la necesidad de generar más ingresos para cubrir los costos administrativos”, César se dio cuenta de que necesitaba aprender de ventas y marketing para conseguir más clientes.
Cuando más oscuro se veía el panorama, ocurrió el clic que le cambió la vida. Mientras investigaba en internet en procura de una solución, encontró un producto de Álvaro Mendoza (un curso en línea) que le permitió superar el problema. Y conoció a otros referentes del marketing digital que le enseñaron a generar más tráfico y obtener más ingresos.
“Por Álvaro descubrí las técnicas que se utilizan en marketing y que están asociadas a la programación neurolingüística (PNL), por lo que no dudé en estudiar este tema. Me certifiqué con Edmundo Velasco, un master coach muy reconocido”, relata. Con la PNL, César aprendió que la mente de las personas puede ser reprogramada.
Esa información, en la cabeza de un programador, es dinamita pura. Y él la hizo explotar para potenciar su empresa. Sin embargo, no era suficiente, por lo que decidió estudiar una carrera profesional de Administración y Finanzas. Con este conocimiento, más la experiencia acumulada en su empresa, se consolidó como consultor en temas de negocios.
“Pero, el marketing por internet me tenía seducido, así que volví a tomar cursos online sobre cómo generar ingresos pasivos. Así llegué a Gus Sevilla, otro de mis mentores, de quien aprendí mucho sobre técnicas de tráfico y embudos de marketing”. Hoy, el marketing por internet es una de las pasiones que mueve a César a trabajar cada día.
“Soy una persona que vive una vida más tranquila. He aprendido a delegar y solo me encargo de ver los estados financieros. Dedico mucho tiempo a la investigación porque estoy en busca de nuevos negocios, de nuevas oportunidades. Eso sí, escapo de toda propuesta que involucre mi presencia en el negocio o me ocupe demasiado tiempo”.
Es que, sin querer queriendo, la vida le enseñó a César la diferencia entre tener un negocio propio y ser un emprendedor. Y esta segunda opción, por supuesto, le encantó. “El tiempo es lo que más cuido y valoro. Soy muy abierto a ayudar cuando alguien me pide un consejo o una orientación, pero evito lo que me aleja de mi familia”, explica.
Según César, muchos emprendedores tienen los talentos y el conocimiento para
triunfar con sus proyectos, pero se enfocan en trabajar para una empresa. Ahí
entierran sus sueños. Él prefirió un camino menos convencional, y triunfó.
“Me gusta viajar y, por eso, a veces uso como pretexto una capacitación fuera de mi país para ir a conocer el mundo, para desvirtualizar a mis mentores y, a la vez, para aprender”. Eso fue, precisamente, lo que hizo en República Dominicana, durante Comando Secreto, un evento en el que nos enriqueció a todos con su experiencia y su conocimiento.
Ahora, César está enfocado en ayudar a emprendedores en temas cruciales como ventas, finanzas, marketing digital y desarrollo personal. Da conferencias virtuales y presenciales y trabaja en crear una comunidad virtual. “Soy feliz con la decisión que tomé de ser un emprendedor. Creo que puedo llevar a cabo lo que quiera y lo que me proponga”, asegura.
Y anima a quienes comienzan a trasegar este camino para que no mueran en el intento. “La clave es que tienes que aprender a desaprender esos mensajes que activan tus miedos y levantan obstáculos. Lo principal es tomar acción y saber que se gana o se aprende, porque nunca se pierde. Invertir en tu conocimiento te hará grande”, concluye.
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Web: http://soluflex.com.pe/
Web: http://www.cesarvallejo.net/
Email: info@cesarvallejo.net
Facebook: https://www.facebook.com/cesarvallejo.net/
Twitter: https://twitter.com/_CesarVallejo_
¿Cómo puedo citar esta fuente?
Realmente que bueno saber como fueron tus inicios Cesar. Y la decisión que tomaste en su momento fue la correcta. Te felicito!!!