Si la vida fuera tan sencilla como la imaginamos, sin duda, perdería buena parte de su encanto. La capacidad para sorprendernos, para brindarnos valiosas lecciones surgidas de las situaciones más elementales, es parte de su magia. Y parte, también, de ese bagaje que los emprendedores necesitamos para mantenernos enfocados en lo que deseamos.

Si tienes 40 años o más, estoy seguro de que en tu niñez pasaste buenos ratos frente al televisor divirtiéndote con las aventuras, y también con las desventuras, del singular personaje del que te voy a hablar. ¿Recuerdas a Popeye, el marino? ¡Sí, el de la pipa, el ceño fruncido y la espinaca! Toda una leyenda de las tiras cómicas, algo inolvidable.

A pesar de su popularidad, de que está a punto de cumplir 89 años, es poco lo que sabemos de su historia, de su verdadera historia. Una secuencia de eventos que se dio de una manera diferente a la que imaginamos tradicionalmente y que, además, representa una serie de lecciones formidable para nosotros los emprendedores.

El primer aprendizaje es que no se necesita un rol protagónico para trascender. ¿Sabías que Popeye surgió como personaje secundario en la historia Thimble Theater, creada por E.C. ‘Elzie’ Segar para el Evening Journal, un diario neoyorquino? Su primera aparición fue el 17 de enero de 1929 y, desde entonces, se afincó en el corazón de los lectores.

Thimble Theater narraba las aventuras de Ham Gravy, su novia Olivia y su hermano Castor y había sido creada ¡10 años antes! La trama estaba inspirada en las películas de Charles Chaplin, que Segar vio mientras trabajaba como proyeccionista de cine. Popeye surgió porque Castor y Ham necesitaban quién condujera un barco para una expedición.

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La tira cómica apareció en 1919, pero Popeye solo surgió una década más tarde.

La idea era cazar una gallina mágica. Semanas más tarde, logrado el objetivo, cuando regresaban a casa, Popeye recibió un accidente y la gallina le otorgó una fuerza sobrehumana en agradecimiento a los cuidados que le había proveído. Otra vez en tierra firme, se esperaba que el personaje desapareciera, pero ocurrió algo inesperado.

Este es el segundo aprendizaje: el destino de nuestras creaciones lo determina el público, el cliente. Así, cuando Segar intentó hacer a un lado a su personaje secundario, se dio cuenta de que era el gran protagonista de la historia. ¡Sí!, el marinero fortachón y cascarrabias se había ganado el corazón de los lectores y pedía pista al éxito.

No hubo más remedio, entonces, que darle gusto a la gente: Olivia dejó a Ham y se convirtió en la novia de Popeye. Ese fue, además, el momento en que surgió la épica rivalidad con Brutus, eterno pretendiente de Olivia, que le dio vida a la historia. Thimble Theater se transformó en una de las tiras cómicas preferidas de la época y trascendió.


Surgido en un ambiente social turbulento, Popeye también fue un ácido
crítico de la situación social, de la desigualdad, de la pobreza. También
incursionó en el ámbito de la crítica política, una de las razones de su éxito.


Aquí tenemos una tercera lección: en esa década del 30, la oferta de tiras cómicas era enorme, la mayoría de gran calidad. Disney tenía a Mickey Mouse, Pato Donald y Goofy, verdaderas superestrellas; Warner Bros., a Bugs Bunny y Pato Lucas; y Fleischer Studios, a Betty Boop. A pesar de la competencia, Popeye surgió, se consolidó y logró reinar.

A veces, muchas veces, los emprendedores nos amilanamos por la competencia que hay en el mercado. Y, sí, en ocasiones es un factor decisivo. Sin embargo, cuando tenemos un producto de calidad y, sobre todo, diferente y que satisface las expectativas del cliente, no importa cuán bueno sea lo que produce la competencia. ¡El cliente es el que elige!

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El elenco básico de la famosa historieta, un verdadero ícono cultural.

Al comienzo, Popeye era una mezcla de bondad y maldad. Golpeaba a cualquiera, incluida a Olivia, sin que mediara provocación. Sin embargo, a medida que la tira cómica ganó adeptos en el público infantil, se suavizaron esas características agresivas. Cuarta enseñanza: ningún producto, por exitoso que sea, es inmodificable; cambia, todo cambia.

Otra curiosidad de la historia es que Mike Fleischer, propietario de Fleischer Studios con su hermano Dave y gestor de la exitosa Betty Boop, era fan de Popeye. Entonces, llegó a un acuerdo con King Features Syndicat, dueño del marinero, para probarlo en compañía de su estrella. Betty Boop presenta a Popeye el marino fue un superéxito, de inmediato.

Sí, estrenada en el verano de 1933, la caricatura eclipsó a Mickey Mouse y se convirtió en la preferida de los lectores. Quinta lección: un buen producto siempre puede unirse a otro de su condición y generar una alianza estratégica invencible. La unión de fortalezas es una excelente opción cuyos beneficios tienen que estar por encima de los egos.

La espinaca ‘poderosa’

Falta, sin embargo, un ingrediente muy importante de la historia: la famosa espinaca, la que le daba una fuerza sobrenatural a Popeye. Por aquella época, el mundo sufría las consecuencias de la Gran Depresión, de 1929, que condujo a la quiebra a millones de personas y empresas por doquier. Literalmente, en algunos lugares no había qué comer.

Si bien en las grandes ciudades la situación no era excesivamente dramática, en el campo, que concentraba la mayor parte de la población, la gente moría de hambre. El Gobierno, entonces, sacó una carta desesperada: sustentado en el estudio de un químico alemán, que resultó ser una mentira, le atribuyeron grandes cualidades nutricionales a la espinaca.

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El éxito de Popeye se manifiesta en una amplia y vaiada memorabilia.

El estudio decía que, por cada 100 gramos del vegetal, 30 contenían hierro, que es fundamental en la alimentación. Entonces, se lanzaron campañas para incentivar el consumo de este producto, que incrementó sus ventas hasta en un 33 por ciento. Luego, con ocasión de la Segunda Guerra Mundial, la situación se repitió y la solución, también.

Después, en los años 80, se supo que el estudio era un fiasco: la presencia de hierro era solo del 3 por ciento, solo que los autores cometieron un error al marcar la coma del decimal. Lo cierto es que este error ajeno sirvió para acrecentar la leyenda del marinero y para que los niños, poco adeptos al consumo de verduras, consumieran espinaca.

La sexta enseñanza es la importancia de la innovación. A comienzos de los años 30, se desarrolló el rotoscope, un proceso en el que los dibujos se transformaban en una película animada con movimientos muy reales. Así, Popeye saltó de las páginas de los diarios (llegó a ser publicada simultáneamente en 638) a las pantallas de la televisión y el cine.

Segar falleció de leucemia en 1938. Sin embargo, su magistral creación le permitió hacerse inmortal. El testigo lo tomó Bud Sagendorf, su yerno, y luego fue el turno de Tom Sims. Poco a poco, Popeye se alejó de su versión inicial (algunos dicen, incluso, que se desdibujó), aunque irónicamente ganó popularidad y se convirtió en un ícono cultural.

Séptima y última lección: un buen producto, como Popeye, es capaz de multiplicar su éxito. Juguetes, disfraces, pipas musicales, tarjetas, discos, libros, gorras y hasta cepillos de dientes se venden en el mundo con la imagen del marinero más famoso de la historia. Uno que apareció como un segundón y se dio mañas para transformarse en celebridad…