En el frenético mundo de la tecnología, en el que las novedades cambian a diario, en el que la solución que nos vendieron ayer hoy no sirve, estamos enfrentados a una realidad que parece de otra vida, de siglos pasados: no todo lo nuevo es perfecto, no todo lo del pasado es obsoleto. Los webinarios son un claro ejemplo de ello, porque la memoria nos dice que son un invento viejo, pero sus usos y beneficios son renovados, nuevecitos. A finales del siglo XX, mientras el mundo intentaba recuperarse de una nueva crisis económica, las empresas buscaban alternativas para ampliar los horizontes y, en especial, fortalecer su más valioso activo: la gente. Entonces, surgieron las capacitaciones virtuales y fue ahí cuando conocimos los webinarios. Que, valga decirlo, eran bien distintos a los de hoy: no había imagen (solo sonido) y no existía la interacción.
Era una aventura, porque las redes no eran de banda ancha, como en la actualidad, sino por vía telefónica: ¡La Edad de Piedra de internet! Cuando esas ‘conferencias’ salieron de los salones de las empresas y se trasladaron a la red, se configuró un matrimonio por conveniencia que les dio a los webinarios un impulso definitivo y los instaló en el mundo moderno: apareció la imagen, empezó la interacción y se dio un desarrollo que no se detiene. En los webinarios, como en cualquiera otra herramienta que decidas usar en tu estrategia de marketing, lo que marca la diferencia es el contenido: si es bueno, el medio se potenciará; si es malo, no importa por qué canal lo transmitas. Los seminarios web son útiles siempre y cuando encajen en tu estrategia de marketing, porque en solitario corren el riesgo de pasar inadvertidos. Es mucha la gente que hoy todavía duda de las bondades de los webinarios, pero ese no es un problema intrínseco de la herramienta, sino del uso que se les da. Como tantas otras novedades en el mundo de la tecnología, empresas y emprendedores se metieron de lleno en el mundo de los seminarios web porque “todo el mundo los está haciendo”. Grave error: como una rueda suelta de tu engranaje de marketing, los webinarios pierden su efecto. Ocurre que la gente desconoce lo que llamo los beneficios invisibles de los webinarios. ¿Por qué invisibles? Porque no todos los ven, así estén ahí frente a sus ojos. Dado que la persona debe registrarse para participar de esta actividad, un webinario es el camino más corto para llegar a un lugar a veces esquivo: la información del prospecto. Si la oferta que le haces a esa persona es atractiva, no dudará en entregarte tus datos. ¡Eureka! Gracias a la interacción, así mismo, la información que tu prospecto te entrega antes y durante un seminario web te sirve para segmentar tus listas. Como si estuvieras en un salón de clases, tú preguntas quién está interesado en algo y los prospectos, muy juiciosos, levantan la mano. Son un filtro poderoso que te permite conocer cuáles son los gustos e intereses de cada persona que se registró y puedes saber qué contenido le interesa. ¡Magia pura! Si bien no es usual preparar un webinario para hacer una venta (lo que la gente busca es contenido de calidad, ¡no lo olvides!), si se cumple el objetivo primario y logras atraer la atención de tus prospectos y clientes, tienes la posibilidad de realizar una oferta. Con que aterricen en tu página de captura ya hay una ganancia enorme, un esfuerzo que valió la pena. Será solo el comienzo del camino, lo sabemos, pero el primer paso es el que verdaderamente importa.
Por otra parte, más que otras herramientas que son muy útiles y necesarias en la estrategia de marketing, los webinarios son ideales para establecer lazos de confianza y credibilidad con tus clientes y prospectos. ¡Qué maravilla! La interacción, ese cara a cara virtual, surte un efecto poderoso que te permite abrir puertas, derrumbar muros, conquistar corazones. Pero, repito, siempre y cuando ofrezcas contenido de alta calidad. Como efecto colateral de lo anterior, los seminarios web son ideales para romper el hielo. Esa primera interacción a muchos nos cuesta trabajo, no importa que tengamos experiencia o que le hayamos perdido el miedo a la cámara. Cada vez es siempre como la primera vez. Y dado que una imagen vale más que mil palabras, esa imagen que proyectamos la primera vez es fundamental para lograr una conexión con tu cliente. Antes, en un comienzo, el auditorio de un seminario web debía estar reunido en un lugar. Hoy, sin embargo, los participantes pueden estar literalmente regados a lo largo y ancho del planeta y la interacción es posible. Esa, sin duda, es una experiencia impactante y una característica poderosa de la herramienta. Separados por miles de kilómetros de distancia, tú y tu cliente pueden establecer una relación con alto grado de intimidad. ¿Quieres alcanzar ese objetivo? ¡Sé tú mismo! No hay secretos, no hay otra fórmula: sé auténtico, muéstrate tal cual eres. Eso, lo aprenderás, es algo que los clientes valoran y aprecian. Como valoran y aprecian que les ofrezcas tus más preciados secretos, aquellos tips que te permitieron llegar a la cima. La ecuación funciona así: “Aún no le compré y me da algo tan poderoso, ¿cómo será después?”. Sé genuino, sé honesto; no te arrepentirás. Muchas veces me habrás oído decir que en los negocios no hay fórmulas secretas, no hay recetas perfectas, y es cierto. Los webinarios surgieron para un uso bien distinto al que les damos hoy los emprendedores en internet, pero se convirtieron en nuestra mano derecha gracias a sus múltiples beneficios. Son una herramienta superpoderosa que puede ayudarte a llevar tu negocio hasta el siguiente nivel. ¡Anímate!