Halloween y el Día de Acción de Gracias están a la vuelta de la esquina. Y la Navidad y el Año nuevo, a unos pocos pasos más. El tiempo vuela a una velocidad impresionante y, si nos dejamos llevar por el frenético ritmo de lo cotidiano, ni nos damos cuenta de cómo se nos pasa la vida. Por eso, de cuando en cuando, es justo y necesario hacer un alto en el camino, reposar y reflexionar.

Aunque la rutina no siempre me lo permite, procuro hacer pequeñas pausas para analizar qué sucede en mi vida. Es algo que, paradójicamente, aprendí del mundo de los negocios: si al menos una vez a la semana no miras tus cifras, tus cuentas, tus ventas y demás registros, en algún punto del camino, tarde o temprano, te estrellarás. ¿Por qué? Porque avanzas con los ojos cerrados.

Igual ocurre en la vida: cuando actuamos como autómatas, cuando hacemos sin pensar, cuando jamás nos tomamos un descanso o nos damos un respiro, el agobio, la ansiedad, la incertidumbre y la acumulación de emociones nos desbordarán. Es porque olvidamos que somos seres humanos y no máquinas, porque nos embarcamos en esa loca carrera por satisfacer a los demás.

Cuando eso ocurre, la consecuencia inmediata es que nos distraemos de lo verdaderamente importante, de lo que es vital para nuestra vida. Perdemos el foco, el entusiasmo y las ganas, y nos sentimos cansados. No nos damos cuenta del valor de lo que hemos conseguido, menospreciamos lo que la vida nos ofrece, nos obsesionamos con lo que no necesitamos y caemos en la depresión.

Como sicólogo y como emprendedor, puedo decirte que este es un riesgo al que todos estamos expuestos. Sin embargo, también es un riesgo que cualquiera puede evitar, que todos podemos evitar. ¿Por qué? Porque se trata de una elección, de una decisión personal. Las cosas suceden, pero eres tú el que decide qué impacto tienen en tu vida, tú les das la importancia que quieres.

Por ejemplo, tienes una discusión con un compañero en el trabajo. Es algo normal y, por lo general, no tiene trascendencia. Son gajes del oficio. Sin embargo, hay personas, muchas, que le dan una importancia superlativa y se dejan llevar por las emociones: se les daña el día, pierden el foco de sus labores, se desquitan con la persona equivocada y también afectan su salud.

Y, si lo piensas detenida y honestamente, esa es la razón por la cual no somos capaces de alcanzar las metas que nos proponemos: porque nos dedicamos a levantar obstáculos, a encontrar excusas; porque tendemos a buscar atajos, porque nos enfocamos en el problema y no en la solución. Así, entonces, la vida y el trabajo, los negocios, se vuelven una fuente ilimitada de frustraciones.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

El problema no son el tiempo, ni las dificultades, sino cómo eres capaz de gestionarlos.


¿Miras el calendario y te agobias? ¿Piensas que 2019 será otro ‘año perdido’? Los resultados que obtienes en la vida y en los negocios, las metas que conquistas, dependen exclusivamente de tus acciones y de tus decisiones. Y, claro, de que evites estrellarte con alguno de los siete obstáculos más frecuentes, que por lo general son fruto de nuestros miedos. Acá te digo cuáles son.


Para que esto no te ocurra, te digo cuáles son los principales obstáculos que te impiden avanzar y alcanzar tus metas:

1.- El perfeccionismo. ¿Conoces algo perfecto? ¿A alguien perfecto? No, claro que no. ¿Y sabes por qué? Porque la perfección no existe. Es una exigencia tan elevada, que nadie la alcanzó. Además, debemos aprender que el error y el fracaso son parte del proceso, son fuente inagotable de valioso aprendizaje. Olvídate de lo perfecto y, si caes, levántate y sigue adelante.

2.- La suerte. La mayoría de las personas se confía en factores externos, como la religión, los astros del universo o la suerte, y cuando se dan cuenta del errores ya es demasiado tarde, ya el daño está hecho. La única suerte es vivir un día más, que representa una oportunidad única para trabajar por lo que deseamos, para luchar por lo que queremos. La verdadera suerte es trabajar con pasión.

3.- La aprobación. Es uno de los obstáculos más frecuentes, porque nos enseñan que debemos conformar a otros, que requerimos su aprobación para tomar acción. Y no es así, de ninguna manera. Haz lo que te gusta, lo que amas, y disfrútalo al máximo. Digan lo que digan, al único que debes rendirle cuentas es a ti mismo. Hagas lo que hagas, y cómo lo hagas, siempre te criticarán.

4.- El superhéroe. Este, más que un obstáculo, es la manifestación de un miedo o de un complejo. Nadie, absolutamente nadie, logró éxito, felicidad y prosperidad en la vida en solitario. Todos, absolutamente todos, necesitamos de los demás en algún momento. No quieras ser un superhéroe, porque esos personajes solo existen en la ficción. Sé humilde y déjate ayudar.

5.- La resistencia. Cambiar no es fácil, entre otras razones porque al cerebro no le gusta cambiar. Entonces, desarrollamos la rara habilidad de autosabotearnos, de echar a perder oportunidades, de apegarnos al pasado. Deja de resistirte, evoluciona, aprende, comparte con otros. Despójate de los miedos y entiende que nada de lo verdaderamente bueno de la vida es fácil o gratis.

6.- La prepotencia. Uno de los mayores males del mundo de los negocios, en especial en internet, es la proliferación de expertos. Todos se proclaman expertos en cualquier área y exhiben títulos y rangos, pero a la hora de la verdad son incapaces de comprobarlos con sus actos y sus resultados. Entiende que el mejor negocio del mundo es servir y que sus recompensas son maravillosas.

7.- El no puedo. “Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, tienes razón”, dijo Henry Ford. Escuchamos tantas veces y de tantas personas el “no puedes”, que al final nos lo creemos. No hagas caso de esas voces, creen en tus capacidades, permítete el lujo de soñar y no dejes de luchar por tus sueños. Mucho antes de lo que esperas te darás cuenta de que los cristalizaste.

Una de las lecciones más valiosas que aprendí en la vida, por cuenta de mis errores y de las enseñanzas de mis padres y de mis mentores, fue aquella de que no existen límites, ni obstáculos. Las dificultades del camino son aprendizajes disfrazados y pruebas que nos permiten determinar si verdad nos merecemos aquello que deseamos. Y el único obstáculo insalvable eres tú mismo.

Halloween y el Día de Acción de Gracias están a la vuelta de la esquina. Y la Navidad y el Año nuevo, a unos pocos pasos más. Este año se nos va, pero todavía queda muchos días, muchas oportunidades, para hacer que valga la pena. No me conformo con lo que he conseguido hasta ahora y no renuncio a mi sueño, que no es otro que ayudarte a transformar tu vida.