Perseguir y alcanzar el éxito es, para muchos, la premisa de su vida. Sin embargo, la mayoría de las veces no lo consiguen y la razón es muy sencilla: sufren de miedos paralizantes. Sí, esos temibles enemigos que creamos en nuestra mente y que frustran nuestros deseos. La buena noticia es que en tu mente también está la solución, el antídoto contra cada uno de ellos.

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Estoy seguro de que si realizamos una encuesta para saber cuál es el objetivo que se traza el común de las personas en la vida, la mayoría respondería “alcanzar el éxito”. Y está bien, por supuesto, pero tras esa afirmación hay una gran contradicción: por un lado, me imagino que ya lo sabes, no hay nada más esquivo que el éxito; por otro, nada nos produce más miedo que el éxito.

A mi modo de ver, el origen de este problema es que ni siquiera sabemos con exactitud en qué consiste el éxito. De hecho, lo que para mí es éxito, quizás no lo sea para ti. Por ejemplo, hay personas para las que el éxito es abundancia económica y reconocimiento; para otros, tranquilidad y salud; para algunos más, realización espiritual o conformar una familia en la que reine la armonía.

Podría darte 5, 10, 100 o 1.000 ejemplos más y lo único seguro es que no nos podríamos de acuerdo. Otra dificultad, y si tienes más de 50 años, si eres padre y si ya fracasaste más de una vez, sabrás que el concepto de éxito va cambiando conforme cambia la vida. En la juventud lo asimilamos a libertad e independencia; en la adultez, a poder económico; en la vejez, a tranquilidad.

Lo único cierto es que el bendito éxito, sea lo que fuere que creas que es, es transversal en nuestra vida, es decir, aparece todo el tiempo, en todas las actividades que desarrollamos, aunque no siempre de la misma manera. Y, también, la otra cara de la moneda: el miedo. Porque donde hay éxito, hay o hubo miedo, que es un enemigo camaleónico que se presenta con mil y una caras.

Como sicólogo profesional, como emprendedor y como una persona común y corriente que ha experimentado tanto éxito como miedos, puedo decirte con autoridad que estos dos traviesos duendecillos son primos hermanos, colegas, amigos y rivales. ¿A qué me refiero? A que se necesitan el uno al otro, a que son complementarios, a que cada uno nos brinda aprendizaje.

Uno de los más valiosos es aquel que me enseñó que las excusas que esgrimimos continuamente, que los obstáculos que vemos por doquier, que la competencia que nos intimida no son, en esencia, más que miedos. De la misma manera que cuando éramos niños teníamos amigos imaginarios, cuando somos adultos nos inventamos enemigos que nos hacen imposible la vida.

Y que, por supuesto, no existen. No, por lo menos, fuera de nuestra mente. Son, como lo menciono, distintas manifestaciones del mismo mal. Y son las razones por las cuales, a pesar de que lo intentas una y otra vez, no consigues lo que deseas, no puedes cristalizar tus sueños, no logras el éxito que anhelas. Lo peor es que tienes el poder de eliminarlos, pero no lo sabes.

La mente es tan maravillosa, que está en capacidad de producir aquello que te provoca la mayor felicidad y, al mismo tiempo, aquello que te produce las más grandes desdichas. El éxito es posible en la realidad si antes lo creas y lo viven en tu mente, si desde allí generas el ambiente propicio. Los miedos te atormentan porque antes los creas y los vives en tu mente, desde allí les otorgas poder.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

El miedo al qué dirán es uno de los más paralizantes. Escucha solo la voz de tu corazón.


Estos son los miedos más frecuentes con los que tropieza un emprendedor en su camino:

1.- Miedo al fracaso. El clásico, el que más mañas tiene para amargarnos la vida. Surge de los pensamientos negativos, de esos mensajes limitantes que fueron grabados en tu mente cuando eran niño. Te enseñan que fracasar es malo, que es característico de perdedores, y no es así. Todos fracasamos, pero algunos lo superamos y lo aprovechamos si incorporamos su lección.

El miedo al fracaso es paralizante, te impide dar el primer paso y, si te atreves a darlo, más adelante te impide avanzar. Puedes combatirlo cambiando los mensajes que le envías a tu mente, sustituyendo los negativos por positivos. Establece un objetivo, traza el plan y define la estrategia con la que lo vas a implementar y no mires atrás. Mide tu avance, corrige y sigue adelante.

2.- Miedo al qué dirán. El hermanito menor del anterior, también con gran poder paralizante, si se lo concedes. Buscamos la aprobación de otros a todo lo que hagamos y digamos porque lo que esas personas pueden decir de nosotros nos condiciona. Entonces, para evitar las críticas, para no sentirnos mal, para no defraudar a nadie, elegimos no hacer nada y el resultado es todavía peor.

¿Por qué? Porque, en ese caso, los únicos perdedores somos nosotros mismos, que nos privamos de aquello maravilloso que la vida nos ofrece, que desperdiciamos las oportunidades que se nos presentan en el camino. Aprende que, triunfes o fracases, igual te criticarán, te envidiarán por hacer lo que tú crees correcto. Hazlo, simplemente, hazlo y verás como esas voces se acallan.

3.- Miedo a la soledad. Este es el gran fantasma que acompaña a los emprendedores, en especial en la etapa inicial de su negocio. Como casi siempre empezamos en contra de la opinión de todos, incluido nuestro círculo más cercano, y es posible también que con pocos recursos, terminamos acostumbrados a la soledad. La hacemos una amiga cercana, pero también le tenemos pánico.

La soledad, lo aprendí en el camino, es una excelente compañera de viaje si sabes aprovecharla. ¿Cómo? Entender que nunca estás solo, que hoy más que nunca hay otras personas que están en la misma búsqueda que tú, que recorren el mismo camino que tú. Y, también, que hay quienes ya recorrimos el camino, llegamos a la meta y estamos dispuestos a brindarte nuestra ayuda.

4.- Miedo a ser auténtico. Muy popular en internet, especialmente. Hay quienes creen que van a ser exitosos si hacen lo mismo que los exitosos. Entonces, hablan como ellos, visten como ellos, caminan como ellos, pero fallan en lo importante: no triunfan como ellos. Son personas que requieren la aprobación de otros, que no saben en realidad quiénes son y cuánto valen.

Lo más doloroso es que cuando salen al mercado y esperan aclamaciones unánimes, lo único que reciben son rechazo y desaprobación. ¿Por qué? Porque nadie quiere copias burdas, nadie está dispuesto a trabajar con alguien que no es auténtico. El mercado solo valora a los mejores y estos son aquellos que saben apreciar y aprovechar su conocimiento y lo comparten con otros.

5.- Miedo al éxito. Parece una contradicción, pero no lo es. Muchas personas no alcanzan el éxito simplemente porque no son capaces de enfrentarlo, porque no se sienten preparadas para gestionarlo en caso de conseguirlo. Es eso que llamamos que “se le subió el éxito a la cabeza”, una efímera alegría que, tristemente, en poco tiempo se convierte en una gran desdicha.

Todos sentimos miedo todo el tiempo. No podemos desterrarlo de nuestra vida. Lo que sí podemos hacer es enfrentarlo, canalizarlo, superarlo y aprovecharlo. Cada miedo y cada fracaso incorpora un aprendizaje: extráelo, exprímelo, disfrútalo. Capacítate, desarrolla habilidades, rodéate de gente positiva y constructiva y convéncete de que tú eres más poderoso que el éxito.