Una parte de mí está triste, pero otra parte de mí respira con tranquilidad. El primer pensamiento que se me viene a la mente con esta situación es que nada, absolutamente nada, es eterno en el mundo (como dice una canción popular en Colombia). Ni en la vida real (de hecho, la vida misma no es eterna) y tampoco en el universo virtual. La desaparición de Google+ es clara demostración.

Vamos por partes. Estoy triste porque entiendo que esta clase de fracasos no caen bien en la industria digital, no envía un buen mensaje al público. Sabemos que el usuario teme por la seguridad de sus datos, muchos dicen que son observados desde la red y los fraudes están a la orden del día. Ese es un ambiente tóxico que nos perjudica a todos los que estamos en internet.

Aunque tú no estés involucrado en algún caso, aunque no seas culpable de nada, la mala fama termina por golpearte. Es inevitable. Es como cuando sales a la calle en tu coche nuevo y, de pronto, te cruzas con uno de modelo antiguo y con mal mantenimiento que contamina. Sus emisiones te incomodan y, además, las medidas ambientales nos cobijan a todos por igual.

Por otro lado, respiro con tranquilidad al saber que tras la historia de esta fallida aplicación del rey Midas de internet hay grandes lecciones que me sirven, que si soy inteligente me ayudarán en mi negocio. Como sabes, soy un convencido de que la mayor fuente de aprendizaje del ser humano, del emprendedor en los negocios, es el error. El propio o el ajeno, como en este caso.

Aunque el anuncio fue hecho en noviembre del año pasado, este 2 de abril es la fecha fijada por el gigante de Mountain View para darle cristiana sepultura, si se me permite la metáfora, a Google+, su fallida red social. Será, además, un entierro colectivo: junto con Google+ pasarán a la historia Allo, la aplicación de mensajería instantánea; Google Talk, Hangouts y Google Wave (q.e.p.d.).

Google+, por si no lo recuerdas, nació en 2011 como respuesta directa al empuje que ya por entonces tenía Facebook. Se pensó que el respaldo de Google era suficiente garantía para dar la batalla virtual, pero no fue así. De hecho, la verdad es que Google+ jamás logró arrimarse ni un poquito a Facebook, que continuó incólume. La suerte estaba echada y solo era cuestión de tiempo.

Google+ tenía algunos beneficios como ser parte de la red de aplicaciones del gigante de la tecnología y, por ende, estar conectada a otras poderosas y estas sí exitosas herramientas. Sin embargo, nunca logró ganarse el corazón de los usuarios y si bien al comienzo fueron muchos los que abrieron su cuenta allí, no demoraron en abandonarla: no satisfacía sus intereses y expectativas.

Se inició, entonces, la cadena de acontecimientos que hoy llega a su punto final. Sin lograr captar la atención de los internautas, Google+ no fue capaz de atraer tampoco a los inversionistas o a quienes pagan publicidad en la red. Y sin ingresos, cualquier negocio es inviable: ¡cualquiera! No importa que sea uno que esté cobijado por Google. No engagement = no publicidad = q.e.p.d.

Desde hace tiempo, Google+ era una especie de fantasma, un enfermo en estado de coma que era mantenido con vida de manera artificial. La compañía siempre guardó la ilusión de que en algún momento los usuarios la eligieran, pero no ocurrió. Para colmo, en los últimos meses en Google+ hubo fallos de seguridad que pusieron al descubierto los datos de millones de navegantes de la red.

Como quien dice, error tras error, tras error. Algo parecido ocurrió con Allo, una plataforma presentada apenas en 2016 que tampoco fue capaz de cumplir con los objetivos previstos. Fue lanzada como algo muy superior a WhatsApp, su competidora directa, pero nunca llegó a poner en riesgo la condición de número uno de esta. Una vez más, Google pagó caro su soberbia.


Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Este 2 de abril se cierra la persiana definitivamente para Google+, la red social que nunca despegó.


Este 2 de abril de 2019 no es un día común y corriente para los usuarios de internet y, en especial, para Google, el número uno del mercado. Desaparece Google+, el fallido intento de red social que nunca pudo competir con Facebook, Instagram y Twitter. Una cadena de errores, de graves errores de marketing, provocó que nunca lograra llamar la atención de los usuarios.


La primera lección que se desprende de estos dos fracasos es que nunca puedes menospreciar el poder de la competencia, por un lado, y que no pueden asumir que harás cambiar los gustos de los usuarios. Está claro que, al menos en este mercado de las aplicaciones, la ventaja es para aquella que consigue primero la atención de los usuarios, a los que después les resulta muy difícil cambiar.

La segunda lección es que no siempre la condición de gratuito hace que una aplicación llame la atención del mercado. De hecho, muchas son gratuitas y no por eso se ganaron un lugar en el corazón de los internautas. Se trata, sobre todo, de los beneficios que cada producto está en capacidad de proporcionar y, algo muy importante, de la calidad de la experiencia que brinda.

La tercera lección es que no existe un producto perfecto, ni siquiera cuando es fabricado por Google. Todos los productos, absolutamente todos, son distintos del resto. Son un mundo distinto y aunque es posible encontrar coincidencias no se puede determinar su éxito por lo que haya ocurrido con otra invención. No porque un producto te funcionó significa que todos funcionarán.

La cuarta lección es que en el tema de los negocios no hay cabida para el romanticismo. ¿Eso qué quiere decir? Producto que no se vende, no sirve. Eso lo entiende cualquiera, lo entendemos todos, pero la realidad es que son muchos los emprendedores (y empresas) que se apegan a su producto y se empecinan en mantenerlo en el mercado, aunque la respuesta haya sido negativa.

La quinta y última lección, y seguramente la más importante, es que quien se equivoca, lo paga. No importa cómo te llames, cuántos productos exitosos hayas creado o qué lugar ocupes en la lista de multimillonarios de Forbes. Si te equivocas, la pagas. En últimos, Google+ y las demás aplicaciones que pasarán a mejor vida fueron víctimas de los errores de marketing de la marca.

Lo confieso: una parte de mí está triste por la desaparición de Google+ y otra está conforme con el aprendizaje que este episodio nos brinda. La dinámica del mundo de los negocios, dentro y fuera de internet, es algo impredecible y nadie, absolutamente nadie, ni siquiera el número uno del mercado, está exento de un fracaso. La ganancia está en su capacidad para aprender de esto.