Si tu genio de cabecera es Mr. Google, haz una prueba: pregúntale cuáles son los principales enemigos de la productividad y, te aseguro, te sorprenderás por la abrumadora cantidad de respuestas que despliega. Es un tema del que, paradójicamente, todos nos sentimos expertos, todos conocemos la solución.
Sin embargo, solo que muy pocos ponemos en práctica ese conocimiento, muy pocos salimos bien librados. De ese amplio abanico escogí cinco opciones que, en mi experiencia, son de las que más inciden en los malos resultados de un negocio, de las que más afectan la productividad y, sobre todo, de las que mayor deserción laboral provocan.
Te sugiero que antes de seguir la lectura tomes una píldora de autocrítica y otra de humildad, para evitar que alguno de los comentarios pueda herir tu susceptibilidad. A los seres humanos no nos agrada que nos señalen aquellos aspectos en los que fallamos, mucho menos aquellos que tocan nuestras fibras íntimas. Ahí vamos, pues:
1) Creerte Superman: a veces, el entusiasmo, el empoderamiento, la confianza y las ganas de tragarse el mundo de un emprendedor son tan grandes, que se cree un superhéroe capaz de cumplir tareas que ningún ser humano común y corriente puede lograr. Ese, sin duda, es un gran error, porque sabemos que los superhéroes no existen.
Además, sabemos que en los negocios son las redes, los equipos, los que nos permiten subir a la cima del éxito. Este problema te lleva a asumir más tareas de las que puede realizar, a trabajar de manera desorganizada y sin planeación, a malgastar las energías. ¿Alguna vez te enfrentaste a una situación similar a esa?
Cuidado, porque eso impide que te enfoques en lo verdaderamente importante, provoca el aumento considerable del nivel de estrés, hace que tomes malas decisiones y que pierdas la claridad del pensamiento. Bájate de la nube, pon los pies en la tierra y, ¡dedícate a trabajar! Cuando alcances el éxito y la prosperidad sí podrás sentirse Superman.
2) Mañana no hay mañana: procrastinación es una palabrita difícil de pronunciar, pero un vicio fácil de adquirir. ¡Qué ironía! ¿Sabes en qué consiste? Es esa terrible mañana de aplazar, de dejar para mañana lo que necesitamos hacer hoy. Es un mal silencioso, también invisible, al que no percibimos hasta que hace estragos en nuestra productividad.
Encontramos una disculpa para no tomar una decisión, para no empezar un proyecto (o para no terminarlo), nos imaginamos obstáculos que no existen con tal de justificar nuestros miedos, nuestra pereza. En cualquier actividad de la vida, la procrastinación es un mal que debemos erradicar, y al que le debemos cerrar las puertas de nuestro negocio.
Sus consecuencias son nefastas: baja productividad, mal ambiente, incumplimiento de metas, distracciones diversas y sueños derrumbados son algunos de los resultados de este indeseable hábito. Programa, establece prioridades, diseña un plan, contrólalo, evalúalo y síguelo al pie de la letra hasta que consigas lo que deseas.
3) Cultivar lo negativo: la mente es la máquina perfecta, se ha dicho hasta la saciedad. Tiene un poder infinito, incontrolable: la pones a funcionar y después no la puedes parar. Eso sucede cuando la llenas de pensamientos negativos o de malos hábitos. Es como una pequeña piedra que dejas rodar por una cuesta y aumenta su tamaño a medida que avanza.
El más claro ejemplo es el temible “¡No puedo, no soy capaz!”. Cuando piensas negativamente, actúas negativamente. Es una ecuación perfecta, créelo. Es un vicio que te impide enfocarte, que te desvía de tus objetivos, que te convierte en un compañero indeseable, que te hace propenso a las caídas. Eso, sin duda, no te hará feliz.
Es lo que hoy los expertos llaman una ‘persona tóxica’, una suerte de monstruo de mil caretas que es fatal en el ámbito laboral. Para producir, y producir bien, necesitas una mente sana, una mente positiva. Cuando estos duendecillos malignos ataquen, blíndate con indiferencia: mira hacia otro lado, sigue tu camino, elúdelos.
Piensa en ti
4) No tener una vida propia: por culpa del mal uso que se hace de la tecnología, en el mundo moderno la vida propia fue invadida por el entorno laboral y dejó de existir como tal. Nos obsesionamos tanto con la idea de alcanzar el éxito y se nos olvida que tenemos una vida por vivir, la única que nos regalaron y la que estamos desperdiciando.
Un exceso que, tarde o temprano, se manifiesta en inconformidad, cansancio crónico, aburrimiento, pérdida de la pasión y amargura. Enfermedades silenciosas que van minándote. El arte de triunfar en los negocios implica también, y de manera necesaria, en la incorporación de actividades distintas al trabajo en la rutina.
Un poco de deporte, ratos de ocio y de lectura, el disfrute de actividades con la pareja y con los hijos o amigos, unas vacaciones ocasionales o, simplemente, desconectarse (literal y decididamente) del trabajo por un período (puede ser una o dos horas). Si no tienes una vida propia, no tienes vida y tu negocio se muere contigo.
5) Trabajar sin producir: tengo un amigo que me dice que lo peor que le ocurrió en la vida laboral fue vincularse a una empresa, una gran empresa, en la que la gente no tenía tiempo para trabajar. Cuando le pedí que me aclarara el concepto, porque me parecía contradictorio, me respondió algo que me causó gracia y tristeza a la vez.
“Sí, es que desde que llegábamos por la mañana hasta que se nos íbamos en la noche, estábamos en reuniones, pero no trabajábamos”. Y no hay algo más cierto: la reunionitis es el peor vicio del ámbito laboral moderno. Soy alérgico a ellas y cuando no hay más remedio que hacerlas, uso la tecnología y procuro que sean precisas, rápidas, productivas.
La falta de liderazgo y la ausencia de objetivos específicos son unos de los motivos de las frecuentes reuniones, el palo que frena la rueda de la productividad en muchos negocios. En nuestros países, existe la creencia de que estar en la oficina, en reuniones, a la vista del jefe, es ‘trabajar’, y no es así. En lo posible, no te reúnas; dedícate a trabajar.