Cada mañana, sin falta, a Mercedes la invade la misma sensación. Al comienzo, me cuenta, era extraña, pero poco a poco se hizo familiar: “quiero cambiar de vida, Álvaro, quiero otro trabajo”, fue la frase con la que me abordó en procura de ayuda. Y me hizo recordar aquella época de mi vida en la que experimenté esa sensación y, sobre todo, qué hice para erradicarla.
Mercedes es una clienta de hace varios años, que participó en alguno de mis eventos presenciales y que también compró dos o tres de mis cursos. Es una mujer mayor de 40 años, separada y con dos hijos adolescentes para quien la estabilidad económica y la generación de ingresos alternos es crucial. “Llegar a fin de mes con unos pesos en el bolsillo se volvió toda una hazaña”, me confesó.
Aunque a veces nos cuesta trabajo reconocerlo, la situación que vive Mercedes es más común de lo que creemos. Y no se trata exclusivamente de personas que tengan deudas, que reciban un salario insuficiente, que estén un trabajo que no las satisface. Los seres humanos, todos, soñamos todo el tiempo con una vida mejor, con un trabajo mejor, con unos mayores ingresos…
Es algo natural. Esto, sin embargo, no significa que debamos conformarnos con poco, con menos de lo que nos merecemos. Es algo natural, repito. Menciono y recalco esto porque sé que es motivo de angustia para algunas personas, y no debe ser así. Evolucionar, crecer, desarrollarse en los aspectos profesional, personal, sentimental, emocional y económico es parte de la vida.
El problema, porque siempre hay un problema, es que la mayoría de las veces las personas no saben qué quieren cambiar, no saben por qué quieren cambiar y, peor aún, no saben cómo cambiar. Además, la idea surge no por iniciativa propia, sino por ejemplo de otros o por la presión de otros en su vida: los padres, la pareja, el entorno cercano. Y ese, sin duda, es un mal comienzo.
Mercedes estudió Derecho en una de las universidades más prestigiosas de su país. De hecho, fue allí, en las aulas de clase, donde conoció a Pedro, su esposo y el padre de Amanda y Sergio, sus hijos. Eran la pareja perfecta, según les decían familiares y amigos, pero la relación se terminó al cabo de 12 años. Ella descubrió que Pedro tenía otra mujer y no pudo perdonarle ese error.
Tras la ruptura, tuvo que volver a emplearse para darles a sus hijos el bienestar que se merecen. Han pasado cinco años desde entonces y, contrario a lo que esperaba, su vida no mejora. La agobia el hecho de no contar con ingresos suficientes, de sentirse sola. Aunque jamás se lo ha dicho a nadie más (solo a mí), extraña la compañía de una pareja y, sobre todo, su apoyo.
Por eso, cada mañana, sin falta, a Mercedes la invade la misma sensación: quiere un cambio en su vida, uno grande, uno radical, uno definitivo. Y piensa que empezar un negocio propio es una buena alternativa: la abuela Emperatriz le transmitió la pasión por la cocina y ella se especializó en los postres. Tener un local donde pueda venderlos, donde pueda atender a sus clientes, es su sueño.
Tiene ganas, como muchas otras personas, pero no sabe cómo empezar, ni por dónde. Por eso, acudió a mí. “Cada día que pasa, Álvaro, tengo más angustia. Ya no soy una joven, no me puedo equivocar más”, me dijo. “Quiero comenzar con algo, pero no tengo tiempo, ni dinero. Estoy confundida y, te lo confieso, con mucho miedo. De mí depende el futuro de Amanda y Sergio”.
El consejo que le di fue que mantuviera la calma y no fuera a cometer un error del que después pudiera arrepentirse. En otras palabras, que conserve su trabajo, así no sea feliz, así parezca que lo que recibe es poco. “Poco es mejor que nada”, le dije. ¡Que no cunda el pánico! El desespero no es un buen consejero y es posible comenzar lentamente e ir construyendo algo significativo.
Y enseguida expuse una serie de alternativas que puede implementar a la sombra y que, con paciencia y perseverancia, pueden llevarla a producir un cambio significativo en su vida, en su estilo de vida. Son pequeñas grandes acciones que sirven para cultivar nuevos hábitos, para desarrollar habilidades, para salir del atolladero, acciones que cualquiera puede realizar:
Cuando una persona piensa en cambiar su vida, en tener un negocio propio, cree que el dinero y las herramientas son suficientes. Y no es así: se requiere más, mucho más. Pequeñas grandes acciones que cambien hábitos, que te permitan avanzar lento, pero seguro. La historia de mi amiga Mercedes quizás es como la tuya. Esto hace ella ahora para cumplir sus sueños.
1.- Comienza ya. La procrastinación, ese terrible vicio de dejar para después las tareas que no dan más espera, es el principal obstáculo. Olvida las disculpas y comienza ya, ¡de inmediato!
2.- Organízate mejor. Cada día tiene 24 horas, tiempo más que suficiente para avanzar en tu propósito. Haz un plan, síguelo y termina lo que comiences. Fija objetivos que puedas cumplir.
3.- No te distraigas. Para alcanzar el objetivo que deseas, debes saber primero qué quieres y cómo conseguirlo. Evita aquello que te aparte del camino: concéntrate en lo importante, no en lo urgente.
4.- Establece rutinas. Todos, absolutamente todos, podemos sacar una o dos horas cada día para hacer lo que deseamos. Dale prioridad a lo que te permite avanzar camino de tus sueños.
5.- Cambia hábitos. En vez de ver televisión, chatear o navegar por las redes sociales, utiliza ese tiempo en aprender: lee, escucha audios, mira videos. Capacítate en el área que te apasiona.
6.- Identifica modelos. Buscar personas o empresas que se identifiquen con tus principios y valores y que ya lograron el éxito te ayudará a avanzar. Síguelas, descubre qué hacen y cómo lo hacen.
7.- Practica ejercicio. La actividad física, la que más te guste, contribuye a despejar la mente y a fortalecer el cuerpo. Establece una rutina sana y procura estar acompañado: así avanzas más rápido.
8.- Come bien. Estar saludables es imprescindible para lograr lo que deseamos en la vida. Date gusto, pero cuida tu dieta. Reduce o elimina el consumo de bebidas alcohólicas y cigarrillo.
9.- Descansa bien. Si estás cansado, serás menos productivo. Y ten en cuenta que descanso no solo es dormir, sino también cambiar de actividad, hacer algo que te guste (cine, música, teatro).
10.- Rodéate bien. Un ambiente y un entorno positivos, constructivos y proactivos son necesarios para lograr las metas. Aléjate de lo tóxico, no escuches las voces de quienes no creen en ti.
11.- Busca ayuda. No me cansaré de repetirlo: nadie, absolutamente nadie, alcanzó el éxito en solitario. Busca ayuda de quienes ya estén donde tú quieres estar, que ya tuvieron resultados.
12.- Persevera. Caerás una y mil veces, te equivocarás una y mil veces. Levántate, aprende del error e inténtalo de nuevo. Entiende que es un proceso y no desistas: el triunfo es de los valientes.
Al terminar nuestra charla, Mercedes tenía otro semblante. Y otro ánimo, también. “Ay, Álvaro, no sabía que esas pequeñas acciones me podían ayudar. Las implementaré de inmediato”, aseguró. Ese fue el comienzo de una aventura y los resultados se verán después. Si quieres cambiar tu vida, como Mercedes, pon en práctica estas 12 acciones y verás cómo tu realidad ya no es la misma.