Caer y levantare. Volver a caer, volver a levantarse. Así, una y otra vez, y otra vez, y otra más. Es duro, lo sé, pero esa es la vida. A todos nos ocurre, pero no todos tenemos la capacidad, ni las fuerzas, ni la voluntad, para ponernos en pie después de la última caída. Esa es la diferencia entre aquellos que logran el éxito y la felicidad y los que se quedan atrapados en el espiral sin fin.
A Rodrigo Chicharro Sáenz la vida lo marcó brindándole la oportunidad de acariciar el éxito, pero también obligándolo a tragarse las hieles del fracaso. Su familia siempre se dedicó a la venta de materiales de construcción y él siguió la tradición. No estudió en la universidad y eso, por supuesto, fue un lastre que pesó demasiado en los momentos en que la vida no era fácil de llevar.
En esa escuela familiar aprendió el arte de las ventas, y fue amor a primera vista. “Desde chico estuve ayudando a vender y esta actividad se transformó en mi pasión”, dice. Después de un tiempo, se independizó y combinó éxitos y fracasos desempeñando diferentes oficios en la distribución de materiales de construcción, fabricación de muebles, lodge de pesca y otras más.
Fueron épocas en las que Rodrigo y su familia, conformada su esposa María Luisa Vargas (su compañera desde hace más de 30 años) y “cuatro increíbles hijos”, vivieron literalmente encima de una montaña rusa. Un día estaban en la cima, disfrutando las mieles del éxito, los privilegios del dinero, y al siguiente veían la otra cara de la moneda, aquella en la que abundaba la escasez.
La mayor dificultad en esas épocas de vacas flacas era que carecía de estudios universitarios y, por eso, conseguir un trabajo digno era muy complicado, casi imposible. Sin embargo, este chileno nunca se rindió y su perseverancia tuvo recompensa. “Mi sueño siempre fue encontrar la estabilidad en todos los sentidos, ser libre y dueño de mi tiempo”. Hoy disfruta ese regalo de la vida.
Antes, sin embargo, tuvo que superar algunas duras pruebas. Una de ellas, una de las más difíciles, fue cuando tomó la decisión de darle un giro radical a su vida. “Fue un terremoto”, dice, un tema en el que los chilenos son expertos. “Fue la perdición, un período que duró varios años antes de salir adelante. Y justo a una edad en la que en mi país no es fácil emplearse”, relata.
En esos tiempos difíciles, afortunadamente, contó con el apoyo de su familia y de algunos de sus amigos. “En el tema laboral estuve absolutamente solo”, asegura, y eso lo hizo más difícil. Sin embargo, echó mano de su amplio bagaje, del conocimiento y de la experiencia que había acumulado en tantos años de brega y emprendió una aventura fascinante: la de reinventarse.
Comenzó a transitar el mismo camino por el que han pasado tantos latinoamericanos en busca de sus sueños: ingresó a internet. “Tomé cuanto curso encontraba y seguí a cuanto gurú prometía el éxito, hasta que fui decantando la información”. No fue un proceso fácil, pero poco a poco logró adaptarse al entorno digital para vender contenido, para vender propiedades.
Rodrigo Chicharro es autor de los libros Negocios en la era digital, escrito junto con otros emprendedores latinoamericanos, y Mis secretos. Tu éxito, éxito de ventas en Amazon. Su experiencia nos enseña que sí es posible ser exitoso y vivir una vida de ensueño gracias a internet. “Enfócate, estudia, sé responsable y perseverante, sueña en grande y lánzate al agua”, dice.
La señal más importante, la que le permitió saber que iba por el camino correcto, fue “cuando la gente comenzó a creer en mí y en lo que hacía. Aprendí a aplicar las técnicas y estrategias y las apliqué en mis negocios y obtuve los recursos necesarios para pagar las deudas y salir adelante”. Las ventas fluyeron al punto que en semanas vendía lo que a corredores de bienes raíces les tomaba años.
“Mi vida cambió del cielo a la tierra cuando ingresé a internet. Hoy soy el dueño de mi tiempo, tengo ingresos altos, una gran calidad de vida para toda mi familia, disfruto de viajar y de todo lo que uno puede soñar”, afirma. Aunque fue duro al comienzo, tirar la toalla nunca fue una opción para él y ahora recoge los frutos de su persistencia, de su perseverancia, de su constancia y disciplina.
“Las ventas por internet son apasionantes y lo que más me gusta es que siempre tienes que ser creativo para obtener los resultados que esperas”. Para Rodrigo, la mayor satisfacción es darles a sus hijos, y a quien las necesite, las herramientas para que salgan adelante. “Me encanta ayudar y cambiar vidas de manera anónima”, dice. Una ayuda que a él muchas veces le hizo falta.
“Hoy me siento un empresario digital extremadamente exitoso, puedo creer que como pocos. Un líder de la industria inmobiliaria, aunque también sé que me falta mucho por navegar en mi embarcación, que también es mi pasión, y disfrutar de mi familia”. Su familia, su esposa y sus hijos, que siempre lo apoyaron, especialmente en los momentos difíciles, que siempre creyeron en él.
“Soy extremadamente feliz, porque he logrado un equilibrio total y absoluto. Lo único que les puedo decir a los aprendices de emprendedores es que deben entrar al mundo digital, porque allí todo es posible. Las empresas que no entran en la onda digital lamentablemente tienen sus días contados”, asegura. Su labor, sin embargo, está lejos de concluir y hay varios retos por delante.
“Ser emprendedor digital implica también ser muy creativo y dinámico. Estar siempre alerta, pendiente de las nuevas tecnologías para ver cómo aplicarlas en tu negocio, cómo beneficiarse con ellas”. El orgullo de Rodrigo es que con su modelo de negocios cambiaron la forma de comercializar propiedades en Chile y otros países. “Hacer que las cosas le sirvan a la gente”, concluye.
El rumbo que Rodrigo Chicharro le dio a su vida lo llevó a un callejón sin salida, y no fue fácil escapar de allí. Comenzó a ver la luz al final del túnel hace 20 años de la mano de Álvaro Mendoza, a quien le compró varios cursos. Después conoció a otras personas que marcaron su camino y finalmente, apalancado en la educación y en la acción, dio un salto hacia el éxito y la felicidad.
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