Como sabes, soy un defensor a ultranza del email marketing. Junto con el marketing de contenidos, son las herramientas más antiguas, más poderosas, más impactantes y más efectivas al servicio de quienes hacemos negocios, dentro o fuera de internet. De hecho, son también la vía a través de la cual comunico con mis clientes y son el gran soporte de mis estrategias.
Estoy convencido de las características y del poder el email marketing, por eso lo uso habitualmente en mi negocio. Procuro no ser invasivo, no molestar de más, no llenarte la bandeja de entrada con correo que se envían solo “porque hay que enviar correos”. Mi premisa, lo sabes, es distinta: procuro aportar valor, me preocupo porque el contenido sea de calidad.
Una de las características del trabajo en internet es que no hay reglas establecidas, es decir, no hay verdades absolutas. Lo que a mí me funciona a la perfección quizás no sea efectivo para ti. Por ejemplo, para mí puede ser suficiente enviar dos o tres correos a la semana, mientras que tú necesitas un contacto más frecuente con tus clientes. depende de tu mercado, de tus estrategias.
Entonces, lo primero que se puede concluir es que se hace camino al andar. Eso significa que tú y solo tú puedes saber cuántos emails conviene enviar a la semana, y qué tipo de emails. Porque, en el otro extremo, los emprendedores nos vemos expuestos a una realidad que es dolorosa: que la respuesta del mercado a nuestros correos electrónicos sea nula, es decir, que ni los abran.
El que diga que eso no le ocurrió alguna vez (o que todavía le ocurre), miente, miente descaradamente. Es como aquellos hombres que pregonan que jamás tuvieron una decepción sentimental: mienten, mienten descaradamente. Aunque seas conocido, aunque seas un referente del mercado, aunque tu producto sea atractivo, cada vez que envías un email asumes este riesgo.
Por supuesto, esta es una de las situaciones que puede alterar nuestros nervios o provocarnos un severo dolor de cabeza. Una baja tasa de apertura de tus correos electrónicos se traduce, de inmediato, en una reducción de tus ventas (si ese es el objetivo que persigues). Además, tienes que considerar el tiempo que empleaste en la escritura y programación de tus correos, que vale.
El problema tiene un origen exógeno, es decir, ajeno a tu negocio, pero termina afectándolo. Es la consabida saturación de correos electrónicos, el inclemente bombardeo al que todos (no solo nuestros clientes) somos sometidos a diario. Correos electrónicos que, valga decirlo, en la mayoría de los casos son burdas promociones, mensajes ególatras (yo, yo y yo) o ventas agresivas.
Lo primero que puede decirte es que vender no es el único objetivo de tu negocio y, por ende, no puede ser la única razón por la cual les envías un correo electrónico a tus clientes. En mi caso, esta clase de correos es eventual, puntual. Por lo general, lo que persigo con mis envíos es aportarte valor, contarte que hice una nueva publicación, brindarte algún recurso o invitarte a una actividad.
Estos son los errores más frecuentes que se cometen al enviar un correo electrónico y que provocan que tus clientes ni los miren:
No existe un libreto perfecto, una fórmula única, para acertar en tu
estrategia de email marketing. Hay prácticas convenientes y otras
que, claramente, no solo son. ¡Aprende a diferenciarlas, y triunfa!
1) El asunto no llama la atención: podría enumerarte diez o más estrategias para escribir asuntos que inviten a la lectura, pero quizás no te funcionen. Es algo que tú mismo debes descubrir, es algo que está estrechamente relacionado con el perfil de tus clientes. No abuses de los imperativos (oferta, exclusivo, se acaba, gratis, novedad), porque se vuelven cansones.
El asunto, amigo mío, es cuestión de sicología. Lo que necesitas es activar los disparadores de la atención de tu cliente, es decir, que tan pronto lea esas palabras se despierte su curiosidad (primer factor) o entienda que hay beneficios (segundo factor) que le interesan. Mucho mejor, eso sí, si los combinas: curiosidad + beneficios. Esa es la fórmula del éxito del email marketing.
2) Contenido de valor: parece obvio, pero no lo es. Unos párrafos antes te comenté que uno de los serios problemas del email marketing es que recibimos demasiados correos que no dicen nada, que no aportan nada. Esto ocurre especialmente cuando tu mensaje se enfoca únicamente en hablar de ti, de las características de tu producto o en forzar una venta rápida. ¡Grave error!
Para evitar este inconveniente, el marketing nos ofrece una efectiva fórmula: la de 80/20. ¿Oíste hablar de ella? Bien, se trata de una estrategia según la cual el 80 por ciento de lo que le das a tu cliente es algo de valor y el restante 20 por ciento se relaciona con la venta. No es 70/30, ni 50/50: es 80/20, una fórmula ya establecida, probada y efectiva. No quieras inventar la rueda.
3) Mala segmentación: esta es una de las equivocaciones más frecuentes, y menos entendibles. Muchos creen que su producto o servicio le interesa a todo el mundo, a todos sus clientes, y no necesariamente es así. Recuerda que el mercado es una colcha de retazos, un gran latifundio dividido en pequeñas parcelas, y tu trabajo es saber a cuáles de ellas debes dirigirte.
A veces, nuestra lista de suscripción voluntaria es numerosa, pero muchas de esas personas en realidad no están interesadas en lo que ofreces. Están ahí porque llegaron de casualidad, porque querían algo gratuito, porque no resistieron el impulso. Depura tu base de datos y verás cómo se produce un efecto inmediato y muy alentador: aumentará la tasa de apertura de tus correos.
Enviar el mismo email a todas tus listas (o nichos), no saber cuál es la frecuencia de envió conveniente para cada lista y hasta el lenguaje, el diseño y las imágenes de los correos que envíen influyen en la tasa de apertura. Son pequeños detalles, pero no olvides que son estos los que marcan las grandes diferencias. Son pequeños detalles que determinar el éxito de tu negocio…