¿Alguna vez jugaste al póker? No en el casino, sino en la intimidad de tu grupo de amigos, mientras escuchan música y se preparan algo de comer. Ah, y degustan alguna bebida. Te confieso que es algo que hace mucho tiempo no hago, y lo extraño. Era uno de mis planes preferidos cuando era adolescente y vivía en Colombia. ¡Esas noches de juego de cartas son inolvidables!

Los juegos de cartas siempre me llamaron la atención. Alguna vez, durante unas vacaciones, pasé un rato en un casino, pero eso no es lo mío. Más que ganar grandes cantidades de dinero (o perderlas), lo que me atraía era el juego mental: aprender a soportar la presión, jugar con las emociones, desarrollar la intuición para descubrir qué tienen tus contendores en las manos…

Es cierto que el póker es un juego que encierra un gran componente de suerte. Sin embargo, creo que para ganar es más importante tu astucia para jugar las cartas, para saber qué descartar, cuántas cartas pedir, cuando hablar y cuando callar, cuándo dar un paso al costado. Y tu habilidad para convencer a tus contrincantes de que tienes una mano poderosa cuando no es cierto.

Los juegos de cartas me resultan atractivos, en buena parte, porque soy sicólogo. Y la sicología es algo que se requiere para ganar en las cartas, sin duda. Emitir mensajes que distraigan a los otros jugadores, que les hagan creer que estás vencido cuando tienes una mano ganadora, que piensen que estás cañando, como llamamos en Colombia a presumir que tienes lo que no tienes.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

No importa qué cartas te entreguen: lo que importa es cómo las utilizas.

Con el paso del tiempo, con el aprendizaje que me dio la práctica de mi profesión, descubrí que el éxito en los negocios depende, en gran medida, no solo de la sicología, sino también de esas habilidades que aprendes en el juego de cartas. Necesitas conocimiento, estrategia, asumir el riesgo, aceptar las derrotas (fracasos) y capacidad para digerir los éxitos y no obnubilarte.

En los negocios, como en los juegos de cartas, los medios justifican el fin. No basta que lleguen a tus manos tres ases, porque todavía te hace falta uno más para completar el póker. Y depende de tu habilidad para intercambiar las cartas si lo consigues. O, por lo menos, para sacar provecho de ese trío y ganar la mano. La meta es ganar, pero lo que vale es el proceso, cómo lo haces.

Hoy en día, el mercado está atiborrado de competidores de todos los calibres. El cliente esta sobresaturado de mensajes y muchas veces no toma acción simplemente porque no sabe qué hacer, no sabe qué camino tomar. Y aplica, entonces, aquella vieja máxima de “En presencia de la duda, mejor abstente”. Y se abstiene, posterga la decisión. Y nosotros perdemos una oportunidad.


Si realmente lo que quieres es ayudar a otras personas y solucionar el problema que les
quita el sueño, lo primero que debes hacer es ponerte en su lugar. Solo así podrás sentir
su dolor y experimentas sus emociones. Conéctate con ellas y establece un vínculo poderoso.


Lo peor es que no tiene cómo diferenciar lo que es bueno de lo que es malo, lo que le conviene de lo que es mejor dejar pasar de largo. Dado que la gran mayoría está cortada con la misma tijera, suenan a lo mismo, como el sonsonete de una canción. Porque además casi todos utilizan el mismo lenguaje, el mismo formato, el mismo llamado a la acción, el mismo libreto.

Gracias a lo que aprendí de mis mentores, a lo que me han enseñado mis clientes a lo largo de dos décadas de trayectoria en el mercado y al conocimiento adquirido de otros emprendedores brillantes, te comparto cuatro cartas ganadoras, mi póker de ases, para que triunfes una mano tras otra. Advertencia: las cartas en tu mano no sirven de nada si no sabes cómo utilizarlas.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Identifica el dolor que aqueja al mercado y enfócate en brindarle la solución.

1) Arranca con la confianza: esos son los cimientos del edificio, capaces de soportar todo lo que se construye en adelante. No puedes dar un paso más si antes no le demostraste al mercado que eres una persona confiable, alguien auténtico y que en verdad sabe cómo solucionar ese problema que aqueja a las personas. Y, por supuesto, alguien interesado en ayudar desinteresadamente.

¿Cómo hacerlo? Tienes que comprobarle al mercado que eres una autoridad en aquello de lo que hablas. Es decir, que si prometes que vas a solucionar un problema es porque ya pasaste por esa situación y la superaste con éxito. Tienes que certificar el conocimiento, la experiencia y la vocación de servicio que convenzan al mercado de que eres justo lo que andaba buscando.

2) Sigue con la conexión: la confianza nos abre las puertas, lo que representa un compromiso que ya no podemos eludir, ni defraudar. Es una oportunidad para poner en práctica lo que sabemos y ayudar a esas personas a acabar con el dolor que los atormenta. Aprovecha ese vínculo para escuchar con atención a tus clientes, para saber qué esperan de ti, para hacerlos sentir valiosos.

Este es el punto en el que tienes que esgrimir tus mejores cartas, poner en juego tu habilidad para alcanzar el objetivo propuesto. Usa tu conocimiento, tu experiencia, tus dones y talentos y trabaja en equipo con el mercado, con todas y cada una de las personas que confiaron en ti, para ayudarlas a cumplir sus sueños, a construir el futuro que anhelan. ¡Sé un agente transformador!

3) Avanza con la relación: enriquece de tantas formas como sea posible al mercado. Realiza tu mejor esfuerzo, cada día, para brindarles valor a esas personas que depositaron tu confianza en ti. Que cuando despierten cada día le agradezcan a la vida haberte puesto en su camino. Ofréceles contenido de calidad por el medio que desees en el formato en el que más cómodo te sientas.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

La vida es caprichosa al repartir las cartas: el éxito depende de la habilidad del jugador.

Apela a las emociones, comunica valores y construye relaciones sólidas, de esas que perduran en el tiempo y, más importante aún, dejan huella. Las emociones son el punto más vulnerable del ser humano, pero también, el más genuino, el más auténtico. Aprovéchalas para involucrarte y has realidad esa promesa con la que iniciaste este proceso. ¡Comparte y multiplica lo que eres!

4) Termina con la solución: parte de la premisa según la cual el mercado no quiere productos: exige experiencias gratificantes y soluciones reales y efectivas. Si este no es el final de tu camino, amigo mío, habrás fallado en el intento. Olvídate de tu hoja de vida, de tu palmarés, de tu ego; olvídate de las características de tu producto y de su precio; enfócate en aportar la solución.

La razón de ser del emprendedor es ayudar a otras personas. Los medios son las herramientas, los dones, los talentos, los recursos, el conocimiento y la experiencia que la vida te regaló. El fin es transformar vidas y acabar con el dolor que les quita el sueño a esas personas, ofrecer la solución a ese problema que le arrebataba la tranquilidad. ¡Enfócate en ser la solución!

Cuando abrimos un negocio, dentro o fuera de internet, es como cuando la baraja está sobre la mesa: nadie sabe qué le va a deparar la suerte. Luego, cuando se comienza a repartir, unos son más favorecidos que otros. Y en desarrollo del juego solo uno sabe cómo sacar provecho de esos recursos: tú eres el favorecido. ¡Tienes las cartas ganadoras, la mano perfecta, eres el vencedor!