Mi vida, tanto en lo personal como en lo laboral, ha estado marcada por una serie de puntos bisagra. Esos que establecen un antes y un después claramente definidos, sin giro de retorno. Si bien algunos significaron una ruptura y, por ende, provocaron un traumatismo, debo considerarme afortunado porque todos, sin excepción, ma ayudaron a crecer.

El primero se dio cuando tomé la decisión de abandonar las aulas de la ingeniería electrónica y trasladarme a las de la sicología. Un cambio abismal: de las ciencias aplicadas a las ciencias sociales y del comportamiento. Pasé de la frialdad de los números y de la soledad de la programación a conectar con emociones y problemáticas de los seres humanos.

Me dijeron que estaba loco, pronosticaron un rotundo fracaso, me acusaron de “desperdiciar mi inmenso talento” y ya no recuerdo qué otras cosas más. Fue una decisión muy afortunada que me hizo feliz y que me abrió caminos de aprendizaje increíbles. Si bien no ejerzo la profesión, su influencia siempre está presente en mis labores como mentor de negocios.

Más adelante, cuando las circunstancias de la vida me indicaban que no había futuro, en mi camino se cruzó internet. Eran los finales de los años 90, una década convulsa en Colombia por cuenta de la permanente amenaza del narcoterrorismo y un período aciago para los jóvenes que soñábamos un futuro halagüeño. Entonces, tomé otra decisión arriesgada.

Empaqué mis corotos, me despedí de la señora Julita, mi madre, dejé atrás familia, amigos, trabajo, problemas y sueños y me subí a un avión con destino a los EE. UU. Mi intención era aprender sobre internet y regresar a Colombia a ponerlo en práctica. Sin embargo, llevo más de 27 años, soy ciudadano estadounidense y construir una carrera en el marketing digital.

La tercera ocasión fue el nacimiento de mis hijas. Si eres padre, estoy seguro de que la vida también te sorprendió con ese rol. Es decir, es muy diferente a lo que imaginaba. Y cuando digo diferente me refiero específicamente a mejor. Aunque tuve que implementar cambios en mi vida, ha sido para bien y verlas crecer es lo más maravilloso que he vivido.

La más reciente se dio a finales de 2022. ¿Recuerdas qué sucedió? La irrupción de la inteligencia artificial. Si bien esta tecnología era parte de la vida del ser humano desde, al menos, mediados del siglo pasado, esta nueva versión, la generativa, lo cambió todo. Y no solo eso: lo que ya ocurrido desde entonces es apenas la punta del iceberg, una muestra.

Por décadas, la IA fue utilizada fundamentalmente en tareas operativas. ¿Su misión? Mejorar la eficiencia operativa, optimizar las cadenas de suministro y, en un plano más humano, para contribuir en la toma de decisiones a partir del análisis predictivo. Por su elevado costo, era un privilegio de las grandes empresas y las personas comunes poco sentíamos su beneficio.

Esta nueva versión, sin embargo, llegó con mil y una novedades. La primera, el bajo costo. Hay muchas buenas opciones gratis y otras increíbles, como ChatGPT, al alcance de todos y de cualquiera: solo 20 dólares. La segunda, la IA generativa es una navaja suiza que nos permite realizar una amplia variedad de tareas de manera rápida, sencilla y muy efectiva.

Crear imágenes, crear videos a partir de voz o texto, crear guiones, crear textos y clonar voces son algunos de los usos comunes. Por supuesto, sin olvidar la recopilación, análisis e interpretación de grandes volúmenes de información. Y, seguro lo sabes, cada día anuncian actualizaciones, mejoras sorprendentes, así como nuevas aplicaciones especializadas.

Tal y como ocurrió en los 90, cuando internet atrapó mi atención, ahora lo hizo la IA. No sé por qué, pero desde el comienzo supe que debía adoptarla, aprender y aplicarla. Mi trabajo cambió del cielo a la tierra, un giro de 180 grados. Utilizo la IA todos los días, sin excepción, y puedo decirte que los resultados son extraordinarios. Y esto es apenas el comienzo.

La irrupción de la IA cambió no solo mi trabajo, sino el mercado. No hay actividad, profesión o negocio ajeno a ella. Todas las industrias requieren su aporte. Hoy, tanto tareas sencillas como otras muy complejas han sido permeadas por esta tecnología. Y que quede claro: no es una tendencia, algo pasajero. Es una revolución de la que solo vemos la punta del iceberg.

Como mentor de dos comunidades virtuales, como asesor de emprendedores y empresas, no pasa un día sin que los incentive a adoptar y adaptar la IA en su trabajo. No importa a qué te dedicas o qué vendes, no importa si eres referente del mercado o una nueva opción: todos deberíamos acogerla y aprovecharla. El que no lo haga, tarde o temprano quedará rezagado.

A lo largo de estos casi tres años desde la irrupción de la inteligencia artificial generativa, me he cruzado con una variedad de usuarios. Los creyentes y los escépticos, los inevitables vendehúmo y los honestos, los fanáticos del copy + paste de prompts y los disciplinados que tienen la capacidad de enseñarle a la tecnología. Y más, porque es una fauna muy variada.

Esta es una muestra de los perfiles de usuarios de la IA que he identificado:

1.- El fanático (obsesivo). Aunque se antoje duro el calificativo, se refiere a aquellos que no pueden hacer nada, absolutamente nada, sin la IA. Hasta para definir el menú del almuerzo consultan a ChatGPT. Son personas obsesionadas que se rindieron a la tecnología
La clave: entender que el valor de la tecnología es servir al ser humano, no al revés

2.- El escéptico (cavernícola). No cree en la tecnología, reniega de su poder y la ve más bien como una inminente amenaza contra la especie humana. Asume que está sobrevalorada y que es tan solo un negocio pasajero. Hace caso omiso de las evidencias, las desprecia
La clave: es una decisión propia, pero no olvides que deberás asumir las consecuencias

3.- El incrédulo. Usa la tecnología con reservas, sin la convicción de sus beneficios. Por ende, los resultados que obtiene son mediocres. Por lo general, solo emplea la IA cuando el jefe o el cliente se lo exigen, porque piensa que la tecnología “no puede hacerlo mejor”
La clave: está condenado a perder buenas oportunidades y se rezaga lentamente

4.- El cómodo. Le encanta la IA, siempre y cuando no tenga que invertir un centavo. Es un cazador de prompts, de recursos, de herramientas, pero al final no las aprovecha. Solo las acumula. No sabe lo que quiere, le da usos residuales a la tecnología y la desaprovecha
La clave: nada, absolutamente nada de lo maravilloso de la vida es gratuito

5.- El apocalíptico. Está convencido de que la IA generativa es fruto de conspiraciones, de las fuerzas del mal que quieren acabar con los seres humanos. Está seguro de que la ciencia ficción de Terminator tarde o temprano se hará realidad y las máquinas dominarán el mundo
La clave: el miedo y las creencias limitantes le impiden ver lo que es obvio para otros

¿Te identificas con alguno? Como mencioné antes, hay otros más, pero estos son los más comunes. No soy un evangelizador de la tecnología o de la inteligencia artificial generativa, solo te comparto mis experiencias acerca de algo extraordinario. Recuerda: es uno de los puntos bisagra de mi vida y el después solo me ha proporcionado beneficios.

Por supuesto, es importante que entiendas algo: usar la IA generativa no significa rendirte a ella o depender de ella. No olvides algo básico: se trata de uno de múltiples modelos de machine learning, es decir, máquinas que han sido programadas para aprender. ¿Entiendes? Tú le enseñas, tú la programas, tú le dices qué hacer y cómo hacerlo, y no al contrario.

Ten en cuenta que lo mismo sucedió con la radio, con la televisión, con internet, con tantas otras tecnologías. ¿La razón? A partir de mi experiencia como sicólogo y emprendedor, es fruto de los miedos, de las creencias limitantes. Es la resistencia al cambio, a lo que se nos antoja extraño, a lo que no podemos controlar. Es una reacción normal, pero injustificada.

Mi invitación es que, si todavía no lo hiciste, te des una oportunidad con la inteligencia artificial. No tiene que ser experto en todas las herramientas: elige la que crees que te va a dar mayor ayuda en tu trabajo. Conócela, pruébala y, si los resultados son satisfactorios, impleméntala. Después puedes aprender de otras, pero la idea es comenzar paso a paso.

Asimismo, no te dejes intimidad por los apocalípticos, ni te subas al globo de los vendehúmo. Recuerda que los extremos son viciosos y este caso no es la excepción. De lo que se trata es de conocer la tecnología, establecer objetivos claros y procura que haya un equilibrio entre la herramienta que elijas y tu conocimiento, tu talento como ser humano.

La IA generativa representa un inevitable cambio de paradigma, un antes y un después, un punto bisagra. Su impacto se siente en todas las industrias y, como sucedió antes, al final solo los que se adapten a este nuevo ecosistema podrán liderar el mercado. Otros, mientras, están condenados a desaparecer, pero no por la IA, sino por su ceguera para aprovecharla.