¡Mea culpa! Confieso que yo también caí alguna vez en esa trampa. Y no me avergüenza, porque es parte de lo que somos como seres humanos: a veces, muchas veces, nos dejamos llevar por las emociones, nos exponemos, mostramos las debilidades y luego lo pagamos. Por fortuna, en mi caso fue sin daños mayores y, más bien, con maravillosos aprendizajes.

Una salvedad: cuando comencé en el ámbito digital, hace más de 26 años, el mundo era muy distinto. Y en el caso del mercado hispano era un planeta inexplorado. No había referentes, no había material de consulta, no había colegas… Entonces, la única opción era seguir el camino de prueba y error… Y, claro, en la práctica era prueba, error, error, error…

Hasta que aprendías. Con el paso del tiempo, y gracias a que la revolución digital avanzó a velocidades increíbles, apareció la compañía. Y fue posible aprender de otros, así que la curva de aprendizaje se acortó, al igual que el margen de error. Que hoy todavía existe, por supuesto, pero es insólito que tantas personas tropiecen con los mismos obstáculos.

O, lo que es peor, con las mismas mentiras. Bulos que parecen haberse convertido en verdades a fuerza de repetición. Sin embargo, aunque populares, no dejan de ser mentiras, falacias. El problema, porque siempre hay un problema, es que somos dados a creerlos, a darles crédito, y después nos cuesta aceptar que fuimos engañados. ¡Plop!

Veamos un ejemplo: el hundimiento del Titanic es uno de los mitos populares de mayor arraigo a través del tiempo. El hundimiento se produjo en 1912, hace más de 110 años, y hoy todavía nos creemos algunos bulos que hicieron carrera de tanto escucharlos, de reiterarlos. ¿Quieres conocerlos? Repito: ¡mea culpa!, yo también los creí durante mucho tiempo.

1.- No se hundió por chocar con un iceberg.
¿No? Bueno, sí golpeó contra la gigantesca masa de hielo, que le produjo un gran corte en el costado. Los oficiales, sin embargo, consideraron que podían seguir navegando y llegar a un puerto seguro. Un choque frontal, aseguran los expertos, no habría derivado en tragedia

2.- El mundo no estaba ‘paralizado’.
Es decir, salvo los implicados, nadie estaba atento al viaje. De hecho, como era habitual en la época, en muchos lugares del mundo se enteraron del incidente varios días después, incluso, semanas. Recuerda: era 1912, no había redes sociales ni internet. Era un mundo distinto

3.- Nadie fue encerrado.
Una de las escenas dramáticas de la famosa película es cuando las verjas aparecen y separan los distintos ambientes del barco, lo que, nos cuentan, provocó que los pobres que iban a bordo se ahogaran. ¡Eso no sucedió! Las verjas solo operaban en los puertos

Y hay más: había botes salvavidas de sobra (1.060 pasajeros y 1.178 cupos disponibles), los dueños del gigantesco barco jamás pretendieron aquello que era “imposible de hundir”. No podemos pasar por alto que una película, esta y todas las demás, es una mezcla de realidad y ficción, mucho más de esto que de aquello. Sin embargo, los bulos son centenarios…

Quizás sabes que el mundo del marketing es como la vida misma, ¡una película! Un ámbito en el que pululan no solo las especies tóxicas, sino también las mentiras convertidas en verdades. Bulos que, tristemente, provocan mucho daño, en especial a quienes apenas se involucran en este universo maravilloso. Las que siguen son las más populares y frecuentes:

1.- Resultados inmediatos.
El marketing es más una ultramaratón que una carrera de velocidad. Es decir, los resultados no se dan de la noche a la mañana, en una semana o en un mes. Sí hay quienes han ganado un millón de dólares en un lanzamiento de 4-5 días, pero trabajaron para ello ¡durante meses!

2.- La muerte del email marketing.
Quizás se te antoje exagerado, pero estoy por creer que es inmortal. Desde la irrupción de internet, es la única herramienta que SIEMPRE ha estado. Y ya no solo es un privilegio del marketing de respuesta directa, sino que las grandes marcas aprovechan su potencial


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Llevamos más de un siglo creyendo mentiras acerca de lo que le sucedió al Titanic.


3.- El marketing de contenidos es para vender.
NO, es para informar, para educar, para nutrir, para establecer una relación con el mercado. Para comunicar tu mensaje y tu propuesta de valor, para compartir tu conocimiento y lo que has aprendido de tus errores. No es publicar en RR SS o crear un blog: ¡es una estrategia!

4.- No hay que invertir en publicidad.
Me da vergüenza ajena pensar que hay quienes creen que se van a ser millonarios en pocos días sin invertir un peso. El tráfico orgánico (gratuito) ayuda, pero si en verdad quieres obtener resultados ciertos, ¡debes pagar publicidad!Siempre fue así, incluso antes de internet

5.- Más seguidores = más ventas.
Si crees en eso… ¡bájate de la nube! Los seguidores NO COMPRAN, están ahí solo para ver de qué manera, gratuita, por supuesto, se benefician. La rentabilidad del marketing surge de los clientes fieles; los seguidores alimentan el ego, pero no te van a pagar las cuentas

6.- Los webinars ya no funcionan.
A mi juicio, son y siguen siendo la herramienta de prospección y ventas más efectiva. ¿Por qué? Porque en 90 minutos tienes tiempo suficiente para darte a conocer, establecer un vínculo de confianza y credibilidad, mostrar autoridady, por supuesto, vender

7.- Cualquier persona es tu cliente.
No, no es cierto. Cada vez más, el mercado se concentra en los nichos y los micronichos. Y salvo que tengas el poder económico de Apple, Coca-Cola o Amazon, no puedes competir en las grandes ligas. Enfócate en aquellos a los que, en verdad, puedes ayudar y servir hoy

8.- El contenido gratuito resta valor a tus productos de pago.
Por el contrario, si el contenido es de calidad, a pesar de ser gratuito, no solo te permitirá ser visible, sino que atraerá a mejores prospectos, aquellos que más adelante comprarán tus productos de pago. Ambos son parte de tus estrategias, se complementa, no compiten

9.- Tienes que estar en las RR SS (todas).
Si le apuestas tu negocio, tu conocimiento, tu tiempo y tu dinero a las redes sociales, que los dioses del marketing te protejan. Las RR SS son el señuelo, carnada para llevar a tus clientes potenciales a tus propiedades digitales, donde ejecutas la conversión

10.- Nadie lee cartas de ventas (CdV) largas.
Si esa CdV contiene la información que resolverá el problema de tu cliente potencial, ¡él la leerá! Además, está demostrado que las CdV cortas convierten menos porque no alcanzan el objetivo de derribar todas las objeciones, de brindar todas las razones para comprar

11.- Crea una web y los clientes llegarán.
Los clientes NO llegan, ¡tienes que atraerlos! Porque la competencia es feroz, porque la oferta supera la demanda, porque no eres el único que se dedica a lo tuyo, porque hay otros mejores, en fin. La web es una herramienta útil si sabes respaldarla con una buena estrategia

12.- La marca personal es irrelevante.
Si piensas así, estás muy equivocado. Entiende que el mercado no compra productos o servicios, sino experiencias, te compra a ti a partir de la confianza y la credibilidad que puedes ofrecer, con el conocimiento. Si eres una marca débil, también eres invisible.

Completé la docena, pero hay muchos otros bulos. Que son como la oveja con piel de lobo de la fábula de Caperucita Roja: una mentira, peligro inminente. Y todos, sin excepción, si lo permites, producirán un impacto dañino en tu empresa, en tu negocio, en tus finanzas, en tu vida. Por eso, es imprescindible que tomes precauciones, que no te comas el cuento fácil.

No me canso de repetirlo porque hay personas que no lo saben o que no lo entienden: el mercado es una jungla infestada de especies tóxicas, de depredadores. Que no te perdonarán si les das la oportunidad de engañarte, de quedarse con tu dinero. Y no solo te abollarán el ego y te romperán el corazón, sino que también volverán trizas tus sueños.

Mi consejo es que no tomes decisiones a la ligera, producto de un impulso emocional. Que no te dejes llevar por el atractivo del objeto brillante de turno. Internet es el reino de las oportunidades, pero hay que tener cuidado porque el engaño está a un clic de distancia. Investiga, pregunta, pide referencias, haz todo lo que sea necesario para evitar el daño.

Recuerda: llevamos más de un siglo creyendo bulos de la historia del hundimiento del Titanic. Fantasías que le encantan a tu mente, pero que no dejan de ser fantasías, puras mentiras. Los seres humanos somos propensos a caer en esas trampas y más cuando nos ofrecen la tierra prometida. ¡Mea culpa! Yo también caí y, por eso, te aviso para que no seas la próxima víctima.


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