Es inevitable pensar en el mañana, en qué sucederá mañana, en qué nos tiene preparado la vida para mañana. Aunque el futuro es ciento por ciento incertidumbre, porque no sabemos si llegará, porque no sabemos si vamos a estar en él, los seres humanos vivimos atrapados en ese futuro, enfocados en imaginarlo, como si tuviéramos la capacidad de experimentarlo por anticipado.
Estoy completamente seguro de que, si les preguntáramos a 100 o 500 personas qué superpoder les agradaría poseer, la mayoría de ellas responderían que la capacidad para adivinar el futuro. No en vano, la ciencia ficción, el género que vive en el futuro, es uno de los preferidos de grandes y chicos tanto en la literatura, como en el cine o la televisión. Es el encanto del mañana.
Lamentablemente, a diferencia de las historias que nos cuenta la ciencia ficción, en la realidad son más las veces en las que el futuro nos provoca una decepción que aquellas en las que corresponde a las expectativas creadas. El problema, por supuesto, radica en estas últimas, en las benditas expectativas, que son exageradas, que por lo general nos plantean un escenario ideal o perfecto.
Y, seguramente ya lo sabes, ni lo ideal, ni lo perfecto existe. No, al menos, de la forma en que lo concebimos. Así, por ejemplo, un día conocemos a una persona que, desde el primer momento, nos causa impacto. Quizás por su belleza, quizás por su don de gentes, quizás por su carisma, quizás por su conocimiento, quizás porque la percibimos como eso que llamamos alma gemela.
Bueno, seguramente ya sabes a dónde voy, porque todos los seres humanos, absolutamente todos, hemos vivido experiencias que comenzaron como un cuento de hadas y terminaron como una pesadilla. Pudo ser una relación sentimental en la que estuvimos involucrados un largo tiempo, una amistad de años que se rompió por una traición o un negocio que significó un fracaso.
El problema es que el futuro solo podemos imaginarlo o soñarlo, en ambos casos con un gran riesgo de equivocarnos, porque la vida es caprichosa. Además, porque una de las premisas de la vida es el equilibrio, que incorpora tanto de aquello que llamamos bueno (o positivo), como de aquello que denominamos malo (o negativo). Por eso, hay día, pero también noche, sol y lluvia…
Lo negativo de esta obsesión por el futuro es que perdemos la oportunidad de aprovechar y disfrutar lo más valioso que poseemos: el hoy, el presente. El ayer, el pasado, sabemos que ya fue y, para bien o para mal, queda atrás y no podemos modificarlo. Más bien, hay que capitalizar los valiosos aprendizajes que nos aportó y emplearlos en el presente para construir el futuro.
Es un tema del que reflexiono constantemente, tanto porque sé perfectamente que es muy fácil que un emprendedor pierda el enfoque y se desvíe de sus objetivos como porque soy padre de un par de niñas adolescentes y su bienestar presente y futuro es mi prioridad. Y hace poco, en el muro de Instagram de mi buen amigo Hyenuk Chu, el gurú de las inversiones, encontré algo genial al respecto.
Lo comparto contigo porque estoy seguro de que te servirá y, sobre todo, te hará ver el presente de un modo diferente:
“Mi yo del futuro agradecerá:
– Haberme mantenido en constante aprendizaje
– Haber comenzado a invertir desde hoy
– Haber confiado en mis capacidades
– Que me dedique tiempo
– Que les diga adiós a las personas tóxicas
– La ayuda que aporte desde hoy para mejorar lo que me rodea”.
Ahora, vamos por partes, como decía el gran Jack, el destripador:
“Haberme mantenido en constante aprendizaje”. Si algún día dejas de aprender, también dejas de crecer como persona o profesional de lo que hagas y, por ende, te estancas. No tienes que saberlo todo sobre todo, pero sí debes optar por la excelencia en tu área de conocimiento. El mercado lo apreciará, tus clientes lo agradecerán y tú mismo te congratularás por ello.
En un mundo como el actual, en el que la dinámica del cambio es la premisa básica, solo aquellos que aprendan constantemente, que estén actualizados y que desarrollen nuevas habilidades están capacitados para optar por el premio mayor. ¿Sabes cuál es? Cumplir tus sueños y el propósito de tu vida, ayudar a otros y darte el privilegio de aportar en la construcción de un mundo mejor.
Mi buen amigo Hyenuk Chu, el gurú de las inversiones, es una persona inspiradora. De su muro de Instagram tomé una publicación cuyas reflexiones comparto contigo porque estoy seguro de que te van a servir para la vida y los negocios. El título, de hecho, es genial: “Mi yo del futuro agradecerá”.
“Haber comenzado a invertir desde hoy”. Mañana solo cosecharás aquello que hayas sembrado hoy. No esperes que llueva maná del cielo, porque no ocurrirá. Especialmente en estos tiempos de incertidumbre y crisis continuas, de colapsos financieros y quiebra de los mercados, solo es posible salir adelante cuando estás parado sobre un terreno sólido, cuando tienes una base consistente.
Aprende a generar recursos desde diversas fuentes, utiliza tus dones y talentos para ganar más dinero y sé previsivo. Ten un plan de inversiones, haz que tu dinero trabaje por ti, y no dediques tu vida a trabajar tú para él. Cuanto más pronto comiences a invertir, y lo hagas bien, más pronto verás los resultados y podrás disfrutar de ellos. Sin inversión, el futuro es tan solo una ilusión.
“Haber confiado en mis capacidades”. No necesitas la aprobación de otros, de nadie, para luchar por lo que deseas, para construir la vida que quieres, para hacer lo que amas y te apasiona. Es tu vida, así que debes tomar el control de ella, asumir las responsabilidades y hacer lo necesario para lograr tu propósito, para alcanzar tus metas. Y para eso es indispensable que confíes en ti.
No importa lo que otros digan o piensen de ti, de tu plan de vida, de tu trabajo. Enfócate en tu plan y dedícate a trabajar en tu conocimiento, en tu crecimiento, tanto personal como profesional. Cree en ti, porque eres tu activo más valioso. Cree en ti es el antídoto que te permitirá superar las dificultades, que te dará fuerzas para levantarte cuando caigas, que evitará que tires la toalla.
“Que me dedique tiempo”. No podrás disfrutar de un futuro de abundancia y prosperidad si falla tu salud, si no eres feliz en lo que haces, si estás preso de los miedos. La primera y más rentable inversión que debes hacer es cuidar de ti de tantas formas como sea posible y tu tarea consistirá en buscar el equilibrio entre lo personal y lo laboral. Que ninguna de las dos sea un sacrificio.
Escucha música, come bien, descansa el tiempo justo, practica algún deporte, pasa tiempo con las personas que amas y hacen que tu vida sea feliz. Pero, tampoco olvides pasar tiempo contigo mismo, en soledad, en actitud de introspección y autoconocimiento. Tu trabajo, sea cual fuere, no tendrá sentido cuando signifique alejarte de ti mismo, el día en que dejes de ser tu prioridad.
“Que les diga adiós a las personas tóxicas”. Si quieres avanzar, si quieres alzar vuelo, lo primero que debes hacer es liberarte del lastre, de todo aquello que significa una carga innecesaria. Y no importa si es cortar relaciones, incluidas las de viejas amistades y familiares que nada te aporten y, más bien, te retengan. Aléjate de ambientes en los que no seas valorado o en los que no puedas crecer.
Aprende que prácticamente nadie aplaudirá tu éxito y muchos, en cambio, te envidiarán por haber cumplido tus sueños. Aquello que llamamos la soledad del emprendedor es, de alguna forma, dejar atrás esas relaciones que nos condicionan, que nos limitan, que nos hunden. Limpia tu entorno y pronto te darás cuenta cómo esas puertas que estaban cerrada se abren de par en par para ti.
“La ayuda que aporte desde hoy para mejorar lo que me rodea”. Servir, amigo mío, es el mejor negocio del mundo y también el más rentable. En especial, en estos tiempos en los que hay tantas personas que necesitan de otros, del conocimiento de otros, de la guía de otros que ya lograron su propósito, que están en donde habían soñado estar. Servir es la razón por la cual estamos aquí.
Ser emprendedor es un privilegio que nos brinda la vida a quienes entendemos que podemos hacer algo por otros, que con nuestro conocimiento y experiencia estamos en capacidad de retribuirle a la vida cuanto nos ha dado. No necesitas cambiar el mundo, pero sí será un gran aporte si consigues cambiar tu mundo y aquello que lo rodea. Créeme: ese será un gran cambio.
Tu yo del futuro agradecerá todo lo que hagas por ti hoy, en el presente. Porque tu futuro será el reflejo de tus acciones actuales, de tus decisiones, de lo que siembres. Hazlo paso a paso, pero no te detengas, no te distraigas: más pronto que tarde verás los resultados y, aunque no esa uno de tus objetivos, la vida te recompensará. ¿Cómo? Con un futuro feliz y abundante, hecho a tu medida.
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Es una muy buena reflexión, más en estos tiempos cambiantes, a veces olvidamos que somos uno con el universo y que todo tiene relación