Como seguramente sabes, si sigues con atención el contenido de calidad que comparto a través de los canales digitales, soy un fanático de las metáforas y de las historias. O, mejor todavía, de las metáforas que se convierten en buenas historias. Bien, pues este contenido es un reflejo de ello: una bonita metáfora transformada en una buena historia.

El lápiz es uno de los implementos inolvidables de la niñez. Todos, sin excepción, al menos en las generaciones anteriores, lo utilizamos en la escuela. Después nos olvidamos de él, usamos otros elementos para escribir o, simplemente, lo cambiamos por un dispositivo digital (computador, tableta, teléfono). Sin embargo, siempre hay un lápiz cerca de nosotros.

Uno de los primeros pensamientos que llegan a mi mente al mencionar un lápiz es que es sinónimo de creatividad, de imaginación. No necesitas ser un dibujante experto, un artista, como tampoco un escritor consumado para crear con un lápiz sobre ese intrigante, y muchas veces intimidante lienzo que es la hoja de papel en blanco. ¡Es una extensión de tu genialidad!

Con un lápiz en la mano, bien puedes dibujar una obra de arte como un mamarracho. ¡Y está bien!, las dos opciones son válidas. Lo increíble es que este invento del siglo XVII se niega a desaparecer. De hecho, está incorporado en los principales dispositivos digitales porque el ser humano reconoce su utilidad más allá de la evolución. Entonces, lo adapta, lo conserva.

Con el tiempo, este maravilloso artefacto de grafito envuelto en madera se diversificó. Sí, a lo largo del siglo XIX hubo varios intentos por crear lápices de colores hasta que las empresas Faber-Castell y Caran d’Ache logró cerrar el círculo. Hoy, en pleno siglo XXI, los lápices son infaltables en la lista de útiles para los niños en el colegio y en tu escritorio de trabajo.

Ahora, supongo que a esta altura te preguntas qué tiene que ver un lápiz con nuestro quehacer como empresario o emprendedores. Como te mencioné al comienzo, se trata de una metáfora, una figura literaria que es pilar de las buenas historias. De hecho, la Biblia, el libro más vendido de la historia de la humanidad, está lleno de fantásticas metáforas.

Veamos, entonces, qué podemos aprender del lápiz:

1.- Hay que afilarlo para poder utilizarlo.
Es muy probable que, si un lápiz pudiera hablar o emitir algún sonido, gritaría cuando lo tajamos, cuando le sacamos punta. Se antoja a algo parecido como despellejarlo. O, en modo marketing, de sacarlos de su zona de confort y dejarlos listos para utilizarlos. Así como los emprendedores necesitamos alguna dosis de dolor, de sufrimiento, para lograr el éxito.

Nada de lo bueno que anhelamos en la vida es gratuito y salir de la zona de confort, sin duda, es el precio más económico que podemos pagar. Aunque es, seguramente, una tarifa que nos gustaría no asumir. Sin importar a qué te dediques en la vida, si quieres ser sobresaliente tienes que salir de tu zona de confort, incomodarte un poco. Luego llegará la recompensa.

2.- Inclusive si se quiebra, es útil.
A veces, muchas veces, sin darnos cuenta ejercemos excesiva presión en el lápiz, hasta que no resiste más y la punta o su cuerpo se rompen, se quiebran. A pesar de esa contingencia, en la mayoría de las ocasiones es posible sacarle punta otra vez, volver a empuñarlo y seguir creando con él. ¿Moraleja? Un accidente (o fracaso) no determina tu vida, no es tu destino.

A veces, muchas veces, nos rendimos fácil, a la primera. Por la falta de motivación, porque las expectativas eran desmedidas e irrealizables, porque la carga que asumimos superó nuestras fuerzas, en fin. Tropezar y caer, errar y fracasar, no determinan quién eres y no son tu destino. Como el lápiz, cuantas veces sea necesario, puedes volver a afilar la punta.

3.- Tenemos una ‘goma’ y podemos borrar y repetir.
Lo errores son imposibles de erradicar, porque son parte de la esencia del ser humano. Y, seguro lo sabes, son fuente de valiosos aprendizajes. Sin embargo, todo el tiempo luchamos contra ellos producto de la presión social, de esa idea fantasiosa de conseguir la perfección. Al final de esa loca y extenuante carrera, nos quedamos vacíos: con el error y sin aprendizaje.

Por fortuna, como el lápiz, todos los seres humanos incorporamos una goma para borrar. Con una ventaja significativa: la nuestra nunca se acaba. La podemos utilizar ilimitadamente, podemos corregir tantas veces como sea necesario. El problema no son las equivocaciones cometidas, sino que sean en vano, sin aprendizaje; ese es el origen de nuevos errores.


lapiz

Con el mismo lápiz puedes crear una obra maestra o un mamarracho. ¡Tú eliges!


4.- Se adapta a lo que quieras.
La tarea fundamental de un lápiz, la razón por la cual fue creado, es la de plasmar sobre un papel el mensaje que proviene de tu cerebro. Lo maravilloso es que con el mismo lápiz puedes escribir un libro que se convierta en una obra maestra, una canción que canten miles en todo el mundo o, quizás, puedes dibujar un cuadro de un paisaje que inspire a otros.

No importa cuál sea tu profesión o tu área de experiencia: siempre estás en capacidad de aprender más, de ampliar tus horizontes. La capacidad de aprendizaje del ser humano, seguro lo sabes, es ilimitada. Sé como el lápiz que transforma en un mensaje poderoso la orden que recibe del cerebro, que plasma con genialidad en el papel una simple idea.

5.- Carece de sentido si no lo utilizas.
Un lápiz que reposa en algún lugar de tu escritorio no es más que un adorno si no lo usas, si no escribes o dibujas con él. Fue creado para eso, justamente. No hay otra tarea posible. Lo mismo sucede con tu conocimiento, con tus experiencias, con el aprendizaje de tus errores, con tus valores y principios: siempre están ahí, pero de nada sirven si no los utilizas.

El miedo al error, al fracaso o a la desaprobación de los demás es el principal freno de nuestros sueños. Lo insólito es que disponemos del antídoto contra esos males: aquello que la vida nos ha concedido generosamente (conocimiento, experiencias, aprendizajes). Sin embargo, prescindimos de él, no lo usamos, lo guardamos como un lápiz decorativo.

6.- Necesita de una mano.
Un lápiz nuevo o uno que al que le hayas sacado punta varias veces solo se puede usar cuando lo tienes en tus manos. Por sí mismo, el lápiz no escribe, no dibuja, no borra los errores en la hoja de papel. Así mismo, en tu negocio, en tu empresa, en tu profesión, tú eres un lápiz que necesita que otros lo utilicen (en el buen sentido de la palabra). Esa es la verdad.

En la vida y en los negocios, todos somos un lápiz: necesitamos ayuda para escribir esa gran historia que personificamos. Necesitamos de otros (por ejemplo, los de colores) para cumplir con la tarea que nos ha sido asignada. Recuerda: nadie, absolutamente nadie, escaló el Everest en solitario; nadie, absolutamente nadie, triunfó (o triunfará) solo en la vida.

7.- Escribe tu propia historia.
Si bien es el lápiz el que transforma en palabras sobre el papel lo que pensamos, lo que sentimos; el que plasma la idea que surge en nuestro cerebro, recibe la orden y ejecuta guiado por la mano, eres tú el responsable de lo que él escribe. Una lección muy útil para la vida y los negocios: no son las herramientas, no es la tecnología, la magia está en ti.

En tu esencia, en tu capacidad para conectar con las emociones de otros y construir relaciones a largo plazo a través de las cuales haya un intercambio de beneficios. El lápiz, como las herramientas de la tecnología, son solo el instrumento, pero eres tú, desde tu intención, el que construye y transmite el mensaje. No reniegues de ese privilegio.

Si bien soy un apasionado de la tecnología, de las maravillosa herramientas y recursos que nos proporciona, a partir de mis experiencias de vida y de mi trabajo aprendí que no puedo desconectarme de lo básico, de lo simple. Como el lápiz, que tanto utilizamos y disfrutamos en la niñez, en el colegio, y que luego relegamos por los dispositivos digitales y lo olvidamos.

Y no olvides, tampoco, que muchas obras maestras de la pintura, de la literatura o de la música fueron creadas utilizando un lápiz, y dejaron una huella profunda. La reflexión a la que te invito, entonces, es que, si fueras un lápiz, ¿cuál sería la historia que escribirías?, ¿cuál sería tu legado?, ¿cuál sería el mensaje que te convertiría en inolvidable para otras personas?


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