Salvo que estés muy familiarizado con el mundo de los negocios, en las altas esferas, el nombre de María Fernanda Mejía quizás te diga muy poco, o no te diga nada. Sin embargo, es curioso sobre todo si eres de esas personas que cada mañana consumen cereal en el desayuno y tu marca preferida es Kellogg’s.

El suyo es un caso muy poco habitual. Nació en Cali (Colombia), pero nunca vivió en este país. Su niñez y adolescencia las pasó en Estados Unidos (primero en Washington y luego en Houston). Sin embargo, en la hoja de ruta de su vida están inscritos destinos como Puerto Rico, Nueva York, Ecuador, Venezuela, Hong Kong, España, Suiza y México.

Durante 23 años, Mejía trabajó en multinacional Procter & Gamble, fabricante de los productos Colgate Palmolive, entre muchos otros, y desde 2011 es la vicepresidenta global y presidenta para Latinoamérica en Kellogg Company. Esta multinacional es líder mundial en la producción de cereales y la segunda más grande en el nicho de los snacks.

María Fernanda tenía solo 4 años cuando su familia armó valijas y salió de su Cali natal, con rumbo a Estados Unidos. Allí comenzó a vivir las dificultades a las que se enfrenta cualquier inmigrante, pero también pudo hacer realidad, y con creces, eso que tantos llaman el sueño americano. Aunque, en su caso, quizás es un sueño global, universal.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Después de 23 años en Procter & Gamble, María Fernanda Mejía llegó a Kellogg Company en 2011.

A pesar de ello, nunca perdió su conexión con Colombia, con Cali. “Pasé casi todas mis vacaciones de verano y la Semana Santa en Cali, con mi familia, con mis primos. Recuerdo las tardes caminando por la avenida Sexta y comiendo pandebono con Coca-Cola. Íbamos a muchas reuniones con amigos, a fiestas, y comíamos chontaduro y mango biche”.

Por eso, sin dudarlo, María Fernanda se define con “una mujer con espina dorsal colombiana y extremidades estadounidenses”. Esa mezcla, por supuesto, encierra parte de la explicación de su éxito. Unas raíces profundas, pero una visión global. Igualmente, la mentalidad con que fue educada: “No solo lograr el éxito, sino que había que hacer el bien”.

La disciplina, la ética del trabajo y el compromiso con los demás fueron los pilares sobre los que edificó su proyecto de vida. Uno que, valga decirlo, dio pasos inciertos en el comienzo del camino. Le llamaban la atención los temas relacionados con las ciencias y las matemáticas, pero también el teatro, con los debates académicos. ¿Entonces?


El próximo 3 de noviembre, en Miami, María Fernanda Mejía recibirá el
Premio Dinámica CEO del Año, otorgado por el Council of the Americas (COA), en los Premios Bravo, que reconocen a los empresarios destacados de la región.


Entonces, aplicó para un premédico. Sin embargo, un año más tarde se dio cuenta de que eso no era lo suyo. “Lo único que hacía era estudiar, leer libros, y quería algo más. Quería aprender cosas diferentes y eso lo encontré en la ingeniería”. Ahí pudo combinar la parte técnica, que le agradaba, con la práctica. Y tuvo contacto con el marketing, que la apasionó.

La conexión, sin embargo, no fue automática. En medio, vivió una experiencia que la marcó. A los 25 años, se casó y se fue a vivir a Puerto Rico, a trabajar como ama de casa. “A las dos semanas, me di cuenta de que eso no era lo que quería. Uno lo sueña, pero la realidad es distinta y yo lo que quería era trabajar en el mundo de los negocios”.

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Los cereales de Kellogg’s están en los desayunos de millones de personas en el mundo.

Al cabo de cuatro años de matrimonio se separó, y permaneció otros tres en la isla del ensueño. Entonces, comenzó a trabajar en Colgate Palmolive, porque tenía dos hijos pequeños que requerían su apoyo. Empezó como asistente de gerente de producto y, gracias a su esfuerzo y talento, escaló hasta ser nombrada gerente de marketing.

Su primera experiencia como directora fue en Venezuela, y de allí pasó a Venezuela. Pero, su destino estaba más lejos: en Asia. Fue gerente general en Hong Kong y, más tarde, en España. El siguiente paso fue como vicepresidente de marketing e innovación, en Suiza. Luego regresó a Nueva York, el punto de partida, como vicepresidenta.

Todo ese periplo lo vivió con sus hijos Sebastián y Gabriella, gracias al apoyo de su familia y a niñeras que con paso del tiempo también fueron familia. Hace diez años se casó con un griego, también separado, y con Ioannis, hijo de aquel, conformaron un nuevo núcleo. Entonces, ese país europeo se convirtió en otro destino: para descansar y desconectarse.

La llamada inesperada

Su vida era bastante estable y parecía haber encontrado su lugar en el mundo tanto en lo laboral como en lo personal y sentimental. Sin embargo, ocurrió lo impensado: “John Bryan, que llevaba menos de un año como presidente a nivel mundial, me llamó y me dijo que quería contratarme, porque estaba interesado en mi experiencia”. ¡Woowww!

No era una decisión fácil, porque significaba deprenderse de la organización en la que se había formado, en la que había crecido, en la que había conseguido cumplir sus sueños. Y no había un motivo para salir de allí. Sin embargo, la propuesta de Bryan le llamaba la atención. “Es una de las marcas innovadoras y decir no a ese nuevo reto era difícil”.

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María Fernanda es un modelo digno de imitar para las mujeres de Latinoamérica.

Antes de dar el sí, en todo caso, habló con otros miembros del consejo directivo, distintos a Bryan, e investigó acerca de la cultura empresarial. En Colgate, vi a muchas personas valiosas que llegaron a cargos de alto nivel, pero no fueron exitosos porque no pudieron adaptarse a la cultura de la organización. Y no no quería llegar a Kellogg y sufrir lo mismo”.

No fue solo dejar su vida en Colgate y firmar con Kellogg. También fue radicarse en México, un país que no conocía, pero con el que tenía cercanía por la época que vivió en Texas, donde hay gran influencia de la cultura azteca. “México es un gran país, así lo dice su historia. Su posición estratégica, su influencia en el mundo, su gente, su cultura”.

Para una multinacional como Kellogg, Latinoamérica es un mercado muy atractivo. “Mi tarea es darle a la gente la oportunidad de crecer y aportar ideas innovadoras que estén alineadas con la visión y la estrategia de la compañía. En la práctica, lo que hago es proporcionarles las herramientas y los recursos para que sean exitosos.

México, por ser su base, por su tamaño y potencial; Brasil, por su potencial, y Colombia, por su ubicación estratégica, son los mercados en que se enfoca, sin dejar atrás el resto de países del Pacto Andino y los del Caribe. De ella dependen directamente más de 4.000 personas, pero entiende que muchas decenas de miles más son impactadas indirectamente.

Nació en Cali, pero irónicamente Colombia es el país en el que menos vivió a lo largo de su vida. Sin embargo, María Fernanda Mejía, la apuesta fuerte de Kellogg Company en Latinoamérica, no pierde su esencia. “Mi ventaja comparativa no es ser ingeniera o haber crecido o estudiado en Estados Unidos, sino haber nacido en Colombia”.