Las décadas de los años 80 y 90, durante las que cursé los estudios de bachillerato y universidad, fueron para mí una verdadera rumba, como se dice en Colombia, es decir, una fiesta, una celebración permanente. Unos años maravillosos que tuvieron como fondo la música, compañera inseparable, cómplice alcahueta, escenario perfecto.
Algo que nunca olvidaré es que un amigo del grupo era el encargado de la música, una suerte de dj personalizado. Cargaba con sus discos para todas partes, para donde lo convocáramos, para donde nos fuéramos a reunir. Inclusive, durante las vacaciones, cuando viajábamos a tierra caliente, el cargamento era imprescindible.
Y, cuando digo cargamento, es literal: comenzó con 150 discos acetatos y después esa cifra se duplicó. Baladas, boleros, tangos, rancheras, vallenatos, salsa y música latinoamericana eran temas que sonaban uno tras otro, en interminables sesiones que solo se interrumpían cuando la madrugada nos decía que lo noche había expirado.
Aunque cuidaba mucho su valiosa pertenencia, con el uso y el abuso los acetatos se rayaban y había canciones que ya no podíamos escuchar. Años más tarde, conversando con él y recordando aquellos tiempos, imaginábamos lo que hubieran sido esas reuniones en épocas más recientes, gozando las bondades de los reproductores digitales.
Conserva los acetatos y de vez en cuando los escucha, aunque para mantener el culto a la música se subió al bus de la tecnología y migró a las nuevas opciones: atesora más de 600 cd, con la ilusión de que algún día el grupo se vuelva a reunir. Ya cuenta con programas digitales, altavoces de alta definición y un repertorio más completo y variado.
Te cuento esto porque me resulta increíble que acaban de cumplirse 35 años desde que salió al mercado el primer reproductor de discos digitales: el CDP-101, en Japón. El disco compacto (cd) había sido creado a fines de los años 70, fruto del trabajo de la compañía Phillips, que buscaba un producto para competir con el histórico disco de vinilo.
A la par, Sony inició la carrera por desarrollar la codificación digital. A mediados de 1980, en medio de gran expectativa y bombo mediático, fue presentado el largamente anunciado disco compacto y se produjo un hecho clave de la historia: Phillips y Sony, enemigos en el mercado, unieron esfuerzos y cambiaron la forma de escuchar música.
Desde 1974, Phillips trabajaba en la fabricación de un dispositivo óptico (láser), con la intención de mejorar las imperfecciones del sonido que, con el paso del tiempo y el repetido uso, presentaban los acetatos. Lejos de allí, en Japón, Sony hacía lo suyo pensando en un producto que permitiera la evolución del viejo disco de vinilo.
Unión de fuerzas, multiplicación de beneficios
Primera lección: no le temas a la competencia, porque siempre va a existir, pero tampoco la menosprecies. Aprende lo que puedas de ella y utilízala como una motivación para cumplir tus propósitos. Y, como en este caso, si se da la posibilidad de unir fuerzas para obtener beneficios mutuos, no dejes que tus sentimientos se interpongan.
Las compañías compartieron la información de sus proyectos y definieron el estándar del disco compacto, paso indispensable para avanzar sin que los egos fueran un obstáculo en la consecución de las metas previstas. Luego, fortalecieron el equipo con los aportes de CBS, la famosa casa disquera propiedad de Sony, y Polygram, del registro de Phillips.
El cd fue creado por el holandés Kees Immink, de Phillips, y el japonés Toshitada Doi, de Sony, en 1979. Un año más tarde, las compañías lograron desarrollar un sistema de audio digital y lanzaron el primer cd. Fue una reedición de 52nd Street, un exitoso disco que Billy Joel había sacado en 1978. No fueron buenos los resultados económicos.
Sin embargo, este lanzamiento provocó que otras 40 empresas se unieran a través de la obtención de licencias. Segunda lección: lo único que justifica nuestros esfuerzos es el beneficio común, el bienestar del cliente. La consecución de una meta implica la unión de esfuerzos y, también, eventuales fracasos, que nunca han de faltar.
Solo la persistencia, la convicción, la confianza y la pasión pueden sacarnos adelante, permitirnos cumplir nuestros proyectos y sueños. Los malos ratos se acabaron en 1981 cuando el director de orquesta Herbert von Karajan, que había seguido con atención la evolución de este novedoso producto, le dio el impulso definitivo.
Tras el tropiezo con el disco de Billy Joel, las empresas decidieron enfocarse en la música clásica, que ofrecía menos riesgos económicos. ‘La Sinfonía Alpina’, de Richard Strauss, interpretada por la Filarmónica de Berlín dirigida por von Karajan, fue un experimento que demostró las bondades de la tecnología y llamó la atención del mercado.
Tercera lección: no porque enfrente problemas un producto es malo o no sirve, y hay que descartarlo. Puede que requiere retoques, que todavía no esté listo, que le mercado no esté listo para recibirlo. Si estás convencido de lo que ofreces, sé humilde y escucha la voz del mercado, trabaja en perfeccionarlo y vuelve a lanzarlo, con mayor convicción.
Al éxito del experimento de von Karajan le siguió otro importante: en el programa Tomorrow’s World, de la BBC, se lanzó la edición digital del disco ‘Living Eyes’, del grupo australiano Bee Gees, que sirvió para demostrar que no estaban equivocados los que creían en esta apuesta. Faltaba encajar algunas piezas del rompecabezas, sin embargo.
En 1982 se lanzó el cd del disco ‘The Visitors’, del afamado grupo ABBA, el primero surgido de un estudio que incorporaba procesos de grabación y edición digitales. Y la música clásica hizo otro valioso aporte: se lanzó el disco compacto con los valses de Chopin, interpretados por el pianista Claudio Arrau, que tuvo gran aceptación.
En 1985, se dio un avance trascendental: de fábrica, a los computadores se incorporó la unidad de cd-rom, capaz de leer los discos digitales, primero, y de grabarlos, después. De esto se derivó la creación del formato mp3, seguida del dvd y el Blu-Ray (disco óptico). Y la tecnología sigue su desarrollo, sigue perfeccionándose, superándose cada día.
Hace 35 años, cuando apareció el cd, se habló de la muerte del disco de acetato, que ya sabemos resucitó con fuerza. Ahora, gracias a los servicios de música en internet, se dice que el cd y todo aquello que surgió de su irrupción está destinado a desaparecer. Amanecerá y veremos, por supuesto, porque en tecnología no hay verdad absoluta.
El disco compacto fue un producto que superó infinidad de dificultades, especialmente la incredulidad del mercado. Se demoró en llegar, pero se posicionó y ahí está, dando la batalla, transformándose. Un invento genial, que nos cambió la forma de escuchar música y nos amplió las fronteras del almacenamiento de datos.
Última lección: visión, pasión, persistencia, terquedad, superación de obstáculos, una pizca de suerte, trabajo en equipo, innovación y experimentación son, entre otros, los ingredientes de la receta del éxito. Si te hace falta inspiración o motivación en tu negocio, toma un cd con tu música preferida, escúchalo y recuerda esta historia. ¡Te ayudará, sin duda!
Excelente y valioso aprendizaje mediante una estrategia de enseñanza que te ayudará a recordar toda la vida esas importantes Lecciones. !FELICITACIONES!
excelentes enseñanzas para el diario vivir.Mil gracias.