Es una realidad que, debo confesarlo, me duele reconocer: cada día hay más payasos digitales en internet. Antes de seguir, sin embargo, debo hacer una aclaración más que justa: internet está lleno de personas valiosas, capacitadas, honestas, con vocación de servicio, con conocimientos y experiencias increíbles y, sobre todo, que sueñan con ayudar a transformar vidas.
Lo que ocurre es que, en una actitud muy común, sobresale lo malo y lo bueno queda relegado. Independientemente de que haya más los buenos, la imagen que se vende, la que se populariza, es la de los malos, los payasos digitales. Obviamente, los demás, así nada tengamos que ver con ellos, somos salpicados porque la gente nos mete a todos en el mismo saco, por desgracia.
Uno de los conceptos que más les repito a quienes me siguen, a quienes toman mis cursos, a los que me dan el privilegio de asesorarlos, es que tienen que ser diferentes. Diferentes, sí, pero con una condición innegociable: además de diferentes (o simultáneamente), deben ser auténticos. Ser diferente no basta (algunos payasos digitales lo son), ser auténtico te distingue del resto.
Uno de los fenómenos que no comprendo y que es muy usual entre los jóvenes y novatos que quieren ser emprendedores es aquel de ser iguales al gurú que los deslumbró. Aprenden sus dichos y los repiten como si fueran loros, y hay quienes hasta se visten igual para congraciarse con aquel. Y adonde quiera que vayan enarbolan sus banderas, lo defienden a capa y espada.
A la vuelta de la esquina, sin embargo, cuando se dan cuenta de que ese personaje no es más que otro objeto brillante de los que pululan en internet, se les derrumba el castillo de naipes que habían construido. Y son ellos los que después reniegan de internet, los que argumentan que allí solo hay engaños. De cierta forma tienen razón, pero deben reconocer que se lo buscaron.
Una de las grandes ventajas de internet, una de las que a mí más me gusta, es que en la red no hay nada oculto. ¡Nada! Si tú sabes buscar, encuentras lo que quieras. Se requiere un poquito de conocimiento, algo de olfato para realizar la búsqueda y una dosis de paciencia. Si das el clic en el enlace correcto, puedes conocer lo que quieras de quien quieras. ¡Es una maravilla!
El éxito en los negocios, especialmente en los digitales, se basa en dos conceptos: confianza y credibilidad. De ellos se desprende la conexión que puedes establecer con el mercado, con todos y cada uno de tus clientes. Y de esa conexión surge la relación de intercambio de beneficios. ¡Listo, círculo cerrado! Por eso, si no eres confiable ni creíble, tu negocio está condenado a desaparecer.
El mercado no quiere que seas perfecto, porque la perfección es algo que siempre genera
desconfianza. Lo que te piden, lo que te exigen, lo que te diferencia, es que demuestres
que tienes con qué darle solución a ese problema que les robar el sueño a esas personas.
Y eso es, precisamente, lo que ocurre con los benditos payasos digitales. Suben como palma, brillan fugazmente y caen como coco. Y cuando se estrellan contra la tierra se desintegran. Porque no fueron capaces de construir una imagen real, sustentada, coherente, y tan pronto mostraron el cobre el mercado se las cobró duro, de la forma más dolorosa: los echó al bote de la basura.
Una de las enseñanzas que más les agradezco a mis mentores, algo que también aprendí de mis padres en casa, fue que honestidad y autenticidad van de la mano con la coherencia. Es un trípode y, por lo tanto, no puede faltar alguna de ellas, no puede fallar alguna de ellas. Quizás por eso es que alcanzar el éxito en la vida y en los negocios es tan difícil, igual que sostenerse en la cima.
Si alguna vez escuchaste aquello de “Una imagen vale más que mil palabras”, en el mundo de los negocios es cierto. No importa qué digas, no importa cómo lo digas: lo que realmente importa es cómo te percibe el mercado. Puedes proyectar una imagen ficticia, postiza, pero debes saber que tarde o temprano se te caerá la máscara y el mercado verá que solo eres un payaso digital.
Pero, si estás leyendo este post es, claramente, porque no quieres estar en esa categoría. Porque tu vocación de emprendedor es genuina, auténtica. Porque estás en el proceso de aprendizaje para brindar tu conocimiento, tu experiencia y tus talentos y ayudar a otros a transformar su vida y cumplir sus sueños. ¡Me encanta que sea así, pues quiere decir que estamos en la misma brega!
Entonces, te comparto tres conceptos que a mí me ayudaron a construir una imagen coherente, confiable y creíble:
1) Conócete a ti mismo: a veces, muchas veces, los emprendedores nos enfocamos tanto en el producto, en el mercado, en el cliente y en la tecnología, que nos olvidamos de nosotros mismos. En varios aspectos. Olvidamos que tenemos una vida propia, que tenemos una linda familia, que tenemos sueños e ilusiones que van más allá del trabajo y que merecemos disfrutarlos.
No pierdas la oportunidad de conocerte a ti mismo: ¡quizás te sorprendas con lo que encuentras! Creer en ti, saber quién eres, qué te mueve, por qué haces lo que haces, a quién quieres beneficiar y con qué recursos cuentas para cumplir este objetivo es la información que precisas para poder construir una imagen. Explórate, cuestiónate, busca y establece qué hay dentro de ti.
2) Sé tú mismo: hay quienes expresan que quienes hacemos negocios debemos tener una imagen corporativa diferente a la personal o, dicho de otra manera, una pública y otra privada. No estoy de acuerdo: tú eres como eres, estés donde estés, hagas lo que hagas. ¿Qué buscas cuando proyectas una imagen de perfección que no eres, que no puedes sostener por siempre?
Sé tú mismo, se auténtico, muéstrate tal como eres. La mejor estrategia es que no haya una estrategia, sino que el mercado te conozca, te perciba y te identifique tal y como eres. Con tus virtudes y tus defectos, tus valores y hasta tus perversiones (por decirlo de alguna manera). Recuerda: confianza y credibilidad son los pilares del éxito, y dependen de la autenticidad.
3) Sé coherente: este es el punto en el que los payasos digitales siempre fallan. Uno puede aprender a vender una imagen distinta de lo que en realidad es, puede convencerse de que es lo que no es en verdad, pero llega un momento en el que todo falla. ¿Cuándo? Cuando lo que haces va en contravía de lo que predicas, de esa imagen que le vendiste al mercado. ¡Ese no eres tú!
Lo que digas y lo que hagas, el mensaje que transmites y el ejemplo que brindas deben estar en concordancia con aquello que en realidad eres. Si no es así, vas camino de convertirte en otro de los payasos digitales. El mercado apreciará tu honestidad, tu autenticidad, y premiará la coherencia de tus actos. Sé tu mejor versión y verás cómo el mercado posa su mirada en ti.
No caigas en la trampa que acabó con tantos otros. Cree en ti, en lo que eres, en lo que sabes, en tu genuina vocación de servicio. Y guíate por tus principios, por tus valores, por la honestidad, y comprobarás que el mercado te verá como algo diferente y único, justo como lo que necesita. Recuerda: confianza y credibilidad van tomadas de la mano de la coherencia…
Hola, aqui una reflexcion: La mejor profesión.
Es trabajar en lo que más te gusta, tu mejor habilidad, lo que te apasiona, lo que mejor conoces, ser tu propio jefe, desarrollar tu creatividad y emocionarte con sencillez. (Los sueños pueden hacerse realidad si se tiene el coraje de perseguirlos, de: Walt Disney)