Solemos decir que “el primer paso es el más difícil”, pero no lo creo. Quizás sea el más demorado, el que más aplazamos, pero no es el más difícil. ¿Entonces? A lo largo de más de 26 años de trayectoria, aprendí que el paso más difícil es… ¡el siguiente! El segundo, el quinto, el milésimo… Aunque tardes mucho, una vez comienzas lo difícil es ¡avanzar!
Me explico: mientras piensas, mientras contemplas la situación, mientras permites que los demás condicionen tus decisiones, mientras esperas la aprobación de otros, estás a salvo. ¿Eso qué quiere decir? Que te sientes cómodo en tu zona de confort, no avizoras amenaza alguna y piensas “ya llegará el momento”, “todavía no es el momento para comenzar”…
Es decir, la mayoría de las personas no da el primer paso porque “sea difícil”, sino porque la situación en la que se encuentra todavía le resulta plácida o, quizás, tolerable. El dolor o la necesidad que siente no son apremiantes, urgentes, así que prefieren mantenerse en ese ambiente conocido en el que, de manera equivocada, cree que tiene el control.
La incomodidad comienza cuando das ese primer paso y te das cuenta de que el camino por recorrer es largo. Cuando te enfrentas a la primera dificultad y no sabes qué hacer. Cuando miras hacia los lados y ves que estás solo, porque todos los aduladores del pasado, esos que decían ser tus amigos cuando tú invitabas y pagabas las cuentas, se esfumaron.
Además, te das cuenta de que la realidad no es como la esperabas. Es decir, no sabes tanto como creías o, de otro manera, ese conocimiento que posees no es suficiente para sortear las dificultades que se presentan. Y como estás solo, no puedes culpar a nadie, no tienes en quién confiar. Son momentos en los que todos tus miedos y temores se vuelven realidad.
¿Ahora coincides conmigo en que “lo difícil” es avanzar? Cuando comencé mi trayectoria como emprendedor digital, lo hice contra la opinión de propios y extraños, de familiares y amigos. Estaba solo, en un país que se antojaba inhóspito, en una ciudad a la que no me adaptaba. Aunque avancé lentamente, no me detuve, no renuncié, porque soy muy terco.
Y no estaba dispuesto a rendirme. No, antes de intentarlo, de comprobar si en realidad era capaz de encontrar respuesta a mis inquietudes y, sobre todo, de cristalizar mis sueños. Por fortuna, esa terquedad me impulsó cada día a seguir adelante, a dar el siguiente paso. Y he dado cientos de miles, millones de pasos, en un proceso que cada vez es más apasionante.
En aquel momento, en la transición del siglo XX al XXI, comprendí que “lo difícil es avanzar” entre otras razones porque las herramientas y los recursos disponibles eran precarios, escasos y limitados. Tampoco había conocimiento disponible (en español, ¡CERO!) y la única alternativa era poner en práctica aquella premisa de “prueba y error, y error, y error…”.
Por fortuna, la tecnología evolucionó rápido y en pocos años pudimos disfrutar de una gran variedad de herramientas y recursos que hoy parecen “de toda la vida”, pero son solo de “hace 20 años”. ¿Por ejemplo? Las conexiones inalámbricas, los dispositivos móviles, los computadores portátiles, las fotos digitales, los constructores de páginas web y otros más.
Por supuesto, tampoco canales como redes sociales y buscadores, al tiempo que mi buen amigo el email, que estuvo ahí desde siempre, evolucionó, se fortaleció, se potenció. Hubo épocas en las que cada dos o tres meses aparecía una nueva herramienta, un nuevo recurso que nos ayudaba en el trabajo, lo hacía más fácil, más eficiente y, sobre todo, más rentable.
Hoy, decir que el mundo es distinto es quedarse corto, demasiado corto. Nunca antes en la historia de la humanidad disfrutamos de tantas y tan poderosas herramientas y recursos, de tantas y tan variadas oportunidades. Nunca antes dispusimos de tanto conocimiento de valor de manera gratuita o muy económica y nunca hubo tanto expertos dispuestos a enseñar.
Más allá de otras consideraciones, vivimos y, sobre todo, disfrutamos de la mejor época de la humanidad. ¡Esa es la realidad! En todos los sentidos. Basta que recuerdes cómo era tu vida hace 10 años, 25 años, en tu niñez. Que leas un poco acerca de cómo era la vida a mediados del siglo pasado, cuando el mundo era un sinfín de aldeas aisladas, desconectadas.
Imagina cómo habría sido tu experiencia en el colegio o la universidad si hubieras contado con las herramientas disponibles hoy. Piensa, por ejemplo, en cómo nos cambió la vida en el momento en que apareció el teléfono celular. A través de él, y con una conexión a internet, lo podemos hacer todo, o casi todo: comprar, vender, estudiar, divertirnos, trabajar, en fin.
Ahora, lo que me interesa que comprendas es que, a pesar de todo esto, a pesar de que hoy la vida es maravillosa gracias a la tecnología, a sus increíbles herramientas y recursos, la magia la pones tú, la magia está en ti. La tecnología es un accesorio, un intermediario, un complemento. De nada te sirve si tú no aportas lo tuyo, conocimiento, experiencia, pasión…
¿Por qué te digo esto? Porque cada día llegan a mí valiosas personas que me piden ayuda para comenzar un negocio en internet o para potenciar el que ya crearon. El problema, ¿sabes cuál es el problema? Que prácticamente todas esas personas están obsesionadas con la tecnología, con las herramientas; piensan que la clave del éxito radica en ellas.
Y no es así. Te doy un ejemplo: somos cientos de millones de personas las que tenemos una cuenta de correo electrónico en Gmail. ¡Cientos de millones! Y cada una envía decenas de corres electrónicas cada semana. Sin embargo, pocas, muy pocas de ellas, conseguimos generar un impacto positivo con nuestro mensaje, podemos escribir mails de valor.
¿Entiendes? La magia no está en la herramienta, sino en tu conocimiento, en el valor de tus experiencias, en el aprendizaje de tus errores, en tu vocación de servicio, en tu genuino interés de ayudar a otros. La herramienta, simplemente, te ayuda a transmitir tu mensaje, te permite hacer que llegue a las personas que lo necesitan, pero la diferencia la haces tú.
Por eso, espero que no seas uno más de aquellos que han caído en la trampa de menospreciar lo que pueden ofrecerle al mercado y privilegiar las herramientas. Son personas que tienen la capacidad de ayudar a otras, de generar positivas transformaciones y contribuir a construir un mundo mejor, pero se diluyen en el tema de la tecnología.
¿Por qué? Creen lo que ven por ahí en internet de que para comenzar un negocio es necesario contar con una cantidad y variedad herramientas. “Sin esto (XX), no tendrás éxito” es la frase que los impulsa a involucrarse en esa loca carrera. Y, por supuesto, es una mentira. Puedes comenzar aún sin herramientas, con muy pocas herramientas o con herramientas gratuitas.
¿Lo sabías? La verdad es que solo necesitas seis cosas para comenzar y te sorprenderá saber que te exigirán una inversión mucho menor a la que te dicen en internet aquellos que solo quieren quedarse con tu dinero. Más adelante, cuando tu negocio ruede sobre rieles, cuando hayas garantizado un flujo constante de clientes y de ingresos, podrás pensar en lo demás.
Veamos, entonces, qué es lo mínimo que requieres para comenzar:
1.- Un nombre de dominio.
Quizás sabes qué es, pero por si las dudas lo especifico: es el nombre único que recibe un sitio web en internet. ¿Por ejemplo? Amazon.com. Solo hay uno, es exclusivo y además es una propiedad de quien lo adquirió. En mi caso, ese dominio es www.mercadeoglobal.com, mi marca en internet. Tengo más, como www.8reglas.com, otra de mis propiedades digitales.
El costo del dominio varía, pero no deberías pagar más de 15 dólares al año. Dado que, en especial si eres un profesional independiente, tú eres la marca, el dominio web es necesario. Te recomiendo la web en la que yo adquiero los míos: namechip.com. Un consejo: no dejes que amarren el dominio web a otros servicios como hosting, cuenta de correo o más.
2.- El hosting (hospedaje) web.
Aunque no tengas una web, requerirás el hosting para alojar allí otras propiedades digitales como landing pages(páginas de aterrizaje), cartas de ventas, formularios de pago, así como los recursos que le vas a entregar a tu audiencia (documentos, pdf, videos, audios). Puedes comenzar con un plan básico. Te recomiendo ir a mercadeoglobal.com/hosting.
Tener un hosting no te obliga a tener una web. Esta puede llegar más adelante. Lo que sí te recomiendo es que no apuestes la suerte de tu negocio a las redes sociales, ¡a ninguna! ¿Por qué? Porque son propiedades digitales ajenas, que tú nunca podrás controlar y que, además, son caprichosas. En cualquier momento pueden desaparecer y con ellas, tu negocio.
3.- Un autorrespondedor.
¿Sabes qué es? La herramienta que te permite hacer la gestión de tus clientes. También lo llaman CRM (customer relationship management). La clave del éxito en un negocio en internet radica en tu capacidad para establecer una relación a largo plazo, basada en la confianza y la credibilidad. Es la tarea fundamental que cumple el email marketing.
Una vez logras que tu prospecto te dé su correo electrónico (con o sin su nombre), el registro queda inscrito en tu autorrespondedor. Es, entonces, cuando puedes y debes hacer un seguimiento detallado del comportamiento de tu prospecto. El CRM es la herramienta para gestionar tus campañas de email marketing. Te recomiendo mercadeoglobal.com/birdsend.
4.- Un procesador de pagos.
Si vas a vender por internet, requieres una herramienta que te permita gestionar los pagos de tus clientes. Ten en cuenta que no solo tendrás compradores de tu país, así que tienes que estar preparado para cobrar a quienes viven en otros lugares y, además, brindar facilidades para que paguen en su moneda local y con diferentes opciones: efectivo, tarjeta de crédito.
Hay una variedad de alternativas en el mercado y, sin duda, una se ajustará a lo que tú necesitas. Te recomiendo Stripe, un servicio muy bueno, aunque no está presente en todos los países. PayPal es muy popular y eficiente, lo mismo que Clickbank. Una muy buena es Hotmart, aunque te cobra mayor comisión por transacción que las otras opciones.
5.- Otros recursos.
Por último, hay dos herramientas que hoy, sí o sí, debes dominar. Una es Canva, una plataforma de diseño que te permitirá realizar increíbles diseños, de manera sencilla y sin ser un experto. Ofrecer versión gratuita y de pago. La última es ChatGPT, que se ha convertido en mi asistente personal: es eficiente, aprende rápido y potencia tu conocimiento y habilidades.
Con esto, créeme, tendrás lo necesario para comenzar. De hecho, esto es más, mucho más de lo que tenía cuando comencé hace más de 26 años. ¿Lo demás? Llegará en la medida en que aproveches estas herramientas y recursos, en que pongas en práctica las estrategias adecuadas y vendas, hagas que tu negocio crezca. Recuerda: la magia la pones tú.
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