En la adolescencia, Cris Urzúa quería ser músico. De hecho, entre los 12 y los 17 años, lo único que quería hacer era tocar la batería. De hecho, recorrió casi todos los estados de su México natal como integrante de un grupo punk pop que estuvo cerca de cerrar un contrato con Sony BMG. Hoy sigue tocando, pero ya no instrumentos, sino corazones.
Una de las realidades más difíciles de comprender, especialmente para aquellos que fuimos educados en el modelo del siglo XX, es aquella de que la vida es dinámica, que cambia permanentemente. A nosotros, en cambio, desde pequeños nos programan con eso de ser doctores, profesionales, padres de familia, como si ese fuera todo el libreto.
Cris quería ser músico y lo intentó. Además, mientras duró, lo disfruto. También adquirió una formación convencional y trabajó en el mundo corporativo, en el que ostentó un puesto de esos que representan el sueño de muchos. Sin embargo, se dio cuenta de que eso no era lo suyo: se sentía como un ave con las alas amarradas, y quería alzar vuelo…
Hoy, Cris Urzúa es coach de ventas, negociación y estrategias comerciales. Su trabajo ha sido reconocido por medios como Forbes, Entrepreneur, Expansión y Huffington Post gracias a la metodología que le enseña a la gente para vender a través del servicio y de una conexión emocional auténtica. Ese es un modelo educativo propio del siglo XXI.
Nació en Cancún (México), la tierra de su madre, un paraíso terrenal, el anhelo de muchos en el mundo, pero una limitante para él. Sí, curiosamente, vivir rodeado de facilidades y comodidades se convirtió en una peligrosa zona de confort. Desde hace tres años reside en Santiago de Chile, tierra de su padre, donde su vida dio un giro de 180 grados.
Comenzó a trabajar en ventas, a los 17 años, a nivel corporativo para las cadenas hoteleras del balneario mexicano. ¡El trabajo soñado!, piensan muchos, pensó él también. En las dos primeras semanas no vendió un centavo y casi tira la toalla. Sin embargo, en la tercera cerró cinco ventas, obtuvo 7.000 dólares en comisiones y conoció el poder de las ventas.
Después fue gerente de ventas durante ocho años y lideró equipos que facturaban hasta 2 millones de dólares al año. ¡La vida ideal!, piensan muchos, pensó él también. Pero, aunque su cuenta corriente estaba llena, aunque vivía en un paraíso y se daba lujos, en su interior había un vacío que no se llenaba. “Sabía que no iba a estar allí para siempre”, dice.
La madrastra le enseñó a Cris Urzúa que es posible salir de la nada y
tener un éxito gigantesco. “Había logrado cosas increíbles y me hizo
ver que todo es posible”. Un buen ejemplo es la mejor motivación.
Esa inconformidad encontró una válvula de salida cuando un amigo le recomendó leer el libro La semana laboral de 4 horas, de Tim Ferriss. Ese fue el punto bisagra de su vida, el antes y el después. “Comenzó una maratón de cursitis, conferencitis y libritis que duró tres años. Fue un tiempo de gran aprendizaje, pero no me atreví a entrar en acción”, cuenta.
La idea de una nueva vida se cocinaba a fuego lento en su cabeza, pero no se atrevía a dar el primer paso. Necesitaba un envión más, algo que lo ayudara a soltar las amarras. Eso ocurrió cuando conoció a su actual pareja, que se convirtió en el disparador de la motivación que hacía falta. “Su apoyo me lanzó y me animé a emprender”. ¡Por fin!
En ese punto aprendió lo que era la vida real, la de las dificultades, la de luchar a diario por lo que se desea, la de esforzarse por alcanzar los sueños, la de equivocarse. “Lo más difícil fue salir de la zona de confort”, reconoce, porque en Cancún vivía rodeado de amigos y empleados que le decían que estaba loco con esa idea del emprendimiento.
“Si ya te va increíble, ¿para qué quieres cambiar?”, lo cuestionaban. Algunos, inclusive, se reían de él por acuñar esa idea de dejar lo que había construido y volver a arrancar de nuevo, de cero. Un dilema difícil de resolver, sin duda, pero Cris tomó la decisión que le indicaba su corazón y le puso punto final a esa bonita etapa de su vida. Y alzó vuelo…
Sí, literalmente: voló 11.000 kilómetros al sur, cambió su vida cómoda en la península de Yucatán, al borde del mar Caribe, y se trasladó a Santiago, a las faldas de la cordillera de Los Andes. “La razón oculta era disponer de tiempo para mí, salir de mi zona de confort, quemar las naves y, finalmente, emprender”, explica. Hora de construir una vida propia.
Desde que comenzó a emprender, Cris fundó MAS Academy (academia
en línea para ejecutivos de alto desempeño), además de programas como
SellingThoughService, DesdeCero, Mi Pequeño Emprendedor y otros.
“Lo más difícil fue aprender a dejar de escuchar las opiniones de los demás sobre eso que ellos consideraban que era ‘emprender’. Cuando dejé de hacerlo, me di cuenta de que emprender es divertido, fácil y uno de los mejores ejercicios de desarrollo personal que existen”, asegura. Ahora, la cuestión era resistir, soportar las dificultades, no rendirse…
“Me he sentido agotado por momentos, he enfrentado retos económicos complicados, pero nunca pensé en rendirme. Amo tanto lo que hago, que cuando el panorama se oscurece me formulo la pregunta ‘Ok, ¿y ahora cómo lo solucionamos?’. Y continúo”. Continuar significa equivocarse, corregir, aprender, invertir, desperdiciar, reintentar…
En ese camino, son varias las personas que lo marcaron, que le dejaron grandes enseñanzas, que le ayudaron a superar los obstáculos. “Muchas personas me marcaron, especialmente los del Mastermind. Gente como Hans Nolte, Enrique Delgadillo, Andrea Rojas y todos los expertos que me hicieron ver que no estaba solo”, relata.
Fue duro, sin duda, pero valió la pena. “Soy megafeliz. En parte, gracias a que todos los días despierto al lado de una mujer maravillosa y a que escucho los ronquidos de un perro gordo hermoso (Watón). Emprender ha sido una de las mejores decisiones de mi vida”, asegura con convicción. Por eso, dedica todos los días de su vida a impactar otras vidas.
“Nos faltan muchísimas vidas por impactar. Necesitamos redefinir la forma en la que el mundo concibe la palabra ‘vender’. Será un reto grande, pero se puede. Hay que seguir escalando, sirviendo y vendiendo”, dice entusiasmado. Un entusiasmo que se renueva cada día con el avance de los proyectos, con los nuevos sueños que se forjan.
“Me emociona muchísimo decir que estamos grabando el primer reality de ventas en Latinoamérica. Viajo a la casa de emprendedores por tres días para ayudarlos a vender más. Hemos grabado 6 de 12 episodios”. También lanzó el primer programa en línea para padres que deseen heredarles a sus hijos los valores del emprendimiento.
“Además, estamos en el proceso de sacar la marca en inglés. Estos tres proyectos me tienen muy emocionado”. Una emoción que quiere transmitirles a todos aquellos que sueñan con ser emprendedores, a los que les aconseja cambiar su entorno social de la misma manera que él lo hizo e involucrarse en un grupo Mastermind.
“Reúnanse con gente a la que admiren y esté diez pasos delante de ustedes. ¡Eso, y aprendan a vender! Sin ventas y servicio, no hay emprendimiento”, asegura. Soñaba con ser músico e interpretar temas que tocaran al corazón de los oyentes, pero en el camino aprendió a vender sueños y tocar almas para logran transformaciones increíbles.