Recuerdo que mis padres decían que “cada niño nace con su pan debajo del brazo”, pero los tiempos cambian. Ahora, los niños llegan a este mundo con la transformación digital debajo del brazo. Una realidad que no es estrictamente amigable con ellos y que a los que somos padres de estas nuevas generaciones no pone a prueba constantemente.

En el curso de las últimas cuatro décadas, el mundo cambió drásticamente. De hecho, ya no es lo que fue en muchos aspectos, en muchas actividades, especialmente en aquellas en las que la tecnología está incorporada. De hecho, es a la tecnología que debemos achacar la mayoría de las transformaciones sufridas por el planeta, para bien y para mal.

Cuando era niño, viví con alborozo el paso de la televisión en blanco y negro a la de color. ¡Wooowwww!, cómo cambió: daban ganas de quedarse ahí sentado, frente al aparato, todo el día. También recuerdo que el radio de la mesa de noche le dio paso a la grabadora de casete, primero, y al walkman, después, para que la música fuera a cualquier parte.

Mi generación también experimentó cambios que transformaron drásticamente los hábitos. De hecho, tuvimos el privilegio pasar de la vieja y pesada máquina de escribir a esos arcaicos y voluminosos computadores de los años 80. Almacenar documentos, incorporarles imágenes, corregirlos en vivo y en directo fue algo apasionante.

Mercadeo Global - Álvaro Mendoza

Con los mileniales podemos ser un equipo poderoso gracias a las afiniades que nos unen.

No puedo pasar por alto un aparato maravilloso: el teléfono. Lo conocí de discado, de esos que eran de color negro y bocina pesada. También hablé por los que estaban instalados en la calle y funcionaban con monedas. Y, claro, me tocó todo el proceso del teléfono móvil, desde aquellos pesados que llamábamos panelas hasta los inteligentes de hoy.

También viví el surgimiento de internet, ese que era de pedal con lentísimas e inestables conexiones telefónicas hasta convertirse en la banda ancha que hoy conocemos y disfrutamos. Y podría seguir relacionado durante mucho tiempo otros tantos cambios de lo que he sido testigo, en los que la vida me ha dado el rol de conejillo de indias.

Nací antes de que esos cambios se produjeran, al comienzo los sufrí (claro, toda novedad implica un aprendizaje que no siempre es agradable) y hoy los aprovecho. De hecho, lo sabes, hago negocios por internet desde hace veinte años y en ese tiempo, en ese ámbito, he visto mil y una transformaciones, cambios trascendentales, inventos geniales.


Según la Universidad de Bentley, en Waltham (Massachusetts), el 65 por
ciento de los mileniales quiere emprender y ve este estilo de vida como
el que desean para ellos. Esa es una oportunidad para los ‘empíricos’.


Hoy, como efecto colateral de esa increíble transformación tecnológica, se habla mucho de la generacional milenial, la generación Y o los nativos digitales, como se la quiera llamar. Si bien no hay unanimidad en cuando a su punto de partida, se concibe que son las personas nacidas entre 1980 y 2000. Es decir, el jamón del sándwich generacional.

Sí, aquellos que nacieron entre nuestra generación, la de aquellos que ya ascendimos al quinto piso (50 años) y los que todavía no cumplieron los 20 (la famosa generación Z, la del siglo XXI). Pasaron del betamax al VHS, al DVD, al Blu-Ray y al streaming. Pasaron del disquete para almacenar datos al cd, a la memoria USB y al almacenamiento en la nube.

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Las nuevas generaciones nacen con el chip de la tecnología incorporado.

Su principal característica es que se adaptan fácilmente a los cambios; de hecho, los cambios son parte de su naturaleza y los asumen sin drama, como algo habitual. Sin embargo, hay otro rótulo que se ganaron a pulso y que, por supuesto, no les incomoda: son la generación emprendedora por naturaleza, llevan el emprendimiento en la sangre.

En algunos ámbitos, como el laboral, a los mileniales se los ha estigmatizado y se los acusa de ser excesivamente individualistas, de ser más independientes de lo necesario, de ser apáticos en temas como la política, de no acatar las normas de las empresas, en fin. Como en otros aspectos, no creo que ese sea un perfil que encaje en todos los casos.

Creo más bien que los emprendedores, especialmente aquellos que tenemos experiencia y recorrido en los negocios digitales, que ya posicionamos una marca y tenemos un nombre reconocido, tenemos unos aliados incondicionales en los mileniales. Para ellos, sin duda, el mundo digital es parte de su esencia, por lo que hay grandes afinidades.

¿No te suena familiar?

Es justo decir, no obstante, que hay una gran diferencia: todo aquello que para ellos es natural, todo lo que les fue incorporado en el chip, para nosotros fue un aprendizaje, a veces uno largo y complicado, doloroso y costoso en diversos aspectos. Hoy, sin embargo, por conocimiento y experiencia acumulados, podría decir que estamos en el mismo nivel.

Según estudios realizados, los mileniales son idealistas y lo expresan con su espíritu crítico frente a la figura del Estado. Son optimistas y creen que con su conocimiento y visión del mundo pueden contribuir a cambiar la realidad del planeta, pueden ayudar a solucionar los problemas de su comunidad. Si eres emprendedor, ¿no te suena familiar?

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Un estudio de Bentley U. dice que el 65% de los mileniales desea emprender.

Son competitivos, les gusta ser los mejores en lo que hacen y forjar un estilo de vida propio, uno en el que ellos tomen las decisiones, es su prioridad. Son curiosos acerca de las decisiones que puedan afectar su futuro y toman las precauciones necesarias para encarar los vaivenes de la vida, para sortear dificultades. ¿No te suena familiar?

Son pragmáticos, inquietos y arriesgados: no se amarran a un trabajo, a un proyecto, a un salario. Quieren progresar constantemente, asumen riesgos, pero no pasan la raya. Siempre buscan oportunidades para mejorar. Viven conectados: para ellos internet es más que un lujo o una herramienta: ¡es parte vital de su vida! ¿No te suena familiar?

Confían en sus capacidades, su conocimiento, su talento: saben que la experiencia se adquiere en el camino, pero no están dispuestos a pagar un precio demasiado alto por ella, uno que les coarte su libertad. Para ellos, el control de su vida personal y laboral no es negociable, porque ese, precisamente, es su mayor ganancia. ¿No te suena familiar?

Saben usar la tecnología, pero más que eso saben cómo sacar provecho de ella, cómo usarla rentablemente. Finalmente, poseen conciencia ambientalista y social, están seguros (y los hace felices saber) de que pueden aportar algo para solucionar los problemas que aquejan al planeta y también a sus semejantes. ¿No te suena familiar?

Los de mi generación nacimos con el pan debajo del brazo, pero los de la siguiente traían consigo una transformación digital permanente. Como vez, son muchas las afinidades y también muchas las fortalezas que surgen de conformar equipo con ellos. Además, dado que su interés es aprender constantemente, hay una gran oportunidad para nosotros.

Buena parte del éxito en la vida y en los negocios radica en saber explotar las capacidades y talentos que poseemos y, sobre todo, en complementarlos con los de aquellos que son afines y complementarios. Nosotros, la generación premilenial, somos emprendedores empíricos (nos hicimos en el camino), ellos son naturales. ¿Tenemos un equipo invencible?