Cuando te involucras por primera vez en el marketing, es fácil caer en la trampa. ¿A cuál me refiero? A la de asumir que lo único importante son las herramientas, la tecnología. Es un riesgo que siempre ha estado latente, pero que hoy, en la era de la inteligencia artificial y más recursos maravillosos, representa una bandera roja a la que debes prestar atención.

Las herramientas son muy poderosas y útiles, además de necesarias. Simplemente, es imposible hacer marketing digital sin recurrir a ellas. Sin embargo, el poder del marketing digital no radica en estos recursos que nos proporciona la tecnología, sino en el impacto (positivo o negativo) que tienes la capacidad de producir en la vida de otros.

Y, por favor, repara lo siguiente: me refiero a “producir un impacto”, no a “vender”. No es un detalle menor porque, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, en el siglo pasado, la venta ya no es el objetivo primordial de tus estrategias. ¿Entonces? Es la consecuencia de lo que haces, de cómo lo haces, de tu propósito y, en especial, de tu capacidad para servir.

Tengo que aclarar que no es una ley, una verdad sentada sobre piedra, sino el fruto del valioso aprendizaje adquirido a lo largo de más de 26 años de trayectoria. Y, sobre todo, del aprendizaje de mis frecuentes errores que, quizás te sorprenda, son los mismos que hoy te impiden avanzar, obtener los resultados que ansías. ¡Yo también los sufrí!

Es probable que hayas escuchado alguna vez la historia de mis comienzos en el marketing digital. No fueron fáciles, pero significaron experiencias muy valiosas que después pude capitalizar. ¿El principal problema? La soledad. No había recursos, las herramientas eran precarias y, lo peor, no había otras personas con las que pudieras interactuar.

Entonces, la única opción, durante mucho tiempo, fue ‘prueba y error’. Una secuencia que, cuando se convierte en tendencia, en algo sin término, te agobia, te desgasta, te desanima y te hace pensar en la idea de tirar la toalla. Por fortuna, gracias a mi forma de ser, esa de rendirme nunca fue una opción que considerara. Por fortuna, aprendí la lección.

¿Y cuál fue? Que marketing, dentro o fuera de internet, independientemente de qué  momento vivimos, de la era, del avance de la tecnología, consiste en SERVIR. De tantas formas como sea posible, a partir de una interacción redunde en un maravilloso y mutuo intercambio de beneficios. Que lo que haces o lo que tienes será una solución real.

Uno de los aprendizajes más valiosos que obtuve en el camino fue aquel de que lo que la vida me ha dado, especialmente las experiencias con otras personas, carece de sentido y de valor si no lo comparto. “Lo que no se comparte, no se disfruta”, dice un amigo mío. Si tienes oro, pero lo guardas en la bóveda del banco, en la práctica es como si no lo tuvieras.

Si eres una persona sensible, amorosa y detallista, pero te cohíbes con los que están a tu alrededor, esos valores carecerán de sentido. Y, lo peor, esas personas tendrán una percepción negativa de ti: dirán que eres duro, insensible, poco afectuoso. ¿Entiendes? Y, si lo piensas, se aplica a cualquier actividad, ámbito o relación en la vida. ¡Sin excepción!

Recapitulemos: el marketing no se trata de las herramientas (productos, recursos, estrategias, ventas), sino de las personas. En el siglo XXI, el marketing consiste en establecer una relación a largo plazo con el mercado, a partir de un vínculo de confianza y credibilidad, para promover un intercambio de beneficios. ¡Personas, no tecnología!

PREVENCIÓN: no te digo que las herramientas no son útiles o necesarias. De hecho, son indispensables, pero no te servirán si no estableces relaciones. Sin herramientas, más allá de que eran precarias, limitadas, no habría avanzado en mi trayectoria y, además, hoy mi trabajo sería muy difícil, costoso e improductivo. Y algo más: disfruto estos juguetes.

Sin embargo, y este es el mensaje que te quiero transmitir, nada, absolutamente nada, puede sustituir la magia que implica la interacción entre seres humanos. Recuerdo la inmensa felicidad que me produjo la primera venta, que fueron tan solo unos pocos dólares producto de una comisión. Fue uno de los días más felices de mi vida, sin duda.


valores-marketing

El sentido de la tecnologia consiste en facilitar, en mejorar la vida de los seres humanos.


Y se replicaba cada vez que vendía algo más. Así mismo, la felicidad se multiplicaba cuando el costo de la venta era mayor. Con el paso del tiempo, en todo caso, me di cuenta de que, en verdad, esa no era felicidad.Felicidad verdadera fue la que me produjo el primer encuentro cara a cara con uno de mis clientes: no hay palabras que puedan describirlo.

Ese día descubrí que la verdadera magia de internet no estaba en las herramientas, como pensaba, sino en las personas. En la relación. Esa revelación, créeme, cambió mi vida y también cambió la perspectiva de mi negocio, el propósito de mi negocio. Deje atrás la obsesión de vender y me concentré en servir más, de tantas formas como fuera posible.

No es que no me interese el dinero, porque sé que es necesario. Para darme el estilo de vida que me gusta y, en especial, para darles a mis hijas las comodidades y oportunidades que se merecen. Pero, como mencioné antes, aprendí que el dinero (producto de vender) es tan solo una consecuencia de lo que hago, del impacto positivo que produzco en otros.

Ahora, te contaré seis historias (moraleja incluida) que me ayudan a mantenerme enfocado en mi objetivo. Ojalá te gusten y te inspiren:

1.- “Un día, los hombres de un pueblo decidieron rezar para pedir que lloviera. El día del rezo, toda la gente se reunió, pero solo un niño llegó con sombrilla”Eso es FE.

Cuando crees en algo, tu acciones deben estar en concordancia con tu creencia o, de lo contrario, no avanzarás o, peor, te bloquearás. La FE es un valor, un activo muy importante en la vida de un emprendedor, en especial si estás comenzando, porque son muchas las dificultades a las que te enfrentarás. Si no crees que puedes lograrlo, ¡no lo lograrás!

2.- “Cuando avientas un bebé al aire y se ríe es porque sabe que lo atraparás de nuevo”Eso es CONFIANZA.

Si una persona se acerca a ti, se suscribe a tu boletín, asiste a tus eventos, es porque confía en ti. Algo en su interior le dice que eres la persona que la puede ayudar, que la guiará por el camino que le permita cumplir sus sueños. ¡No la defraudes! Si no la puedes ayudar, díselo honestamente y ya la ayudaste. Ser confiable te hará distinto en el mercado.

3.- “Cada noche nos vamos a dormir sin la seguridad de que estaremos vivos al día siguiente. Sin embargo, programamos la alarma para levantarnos”Eso es ESPERANZA.

Ningún producto es perfecto y, por ende, nunca sabrá si se va a vender. Muchas buenas ofertas resultaron un fracaso. Por eso, cada vez que creo un producto o un servicio parto de la ilusión de que es lo que el mercado requiere, tengo la esperanza de que va a ser bien recibido. Por supuesto, hago la tarea necesaria para que, en la práctica, esto se dé.

4.- “Hacemos grandes planes para mañana, a pesar de que no conocemos el futuro en absoluto”Eso es SEGURIDAD.

Muy conectado con el anterior. Aprendí que el genio del marketing no soy yo, no es mi mentor, no es ningún gurú. ¿Entonces? El único y verdadero genio del marketing es el mercado, las personas que me dicen qué quieren, qué necesitan y me dan la información para proporcionárselo. Realizo mi trabajo con la seguridad de que quiero servir.

5.- “Vemos el sufrimiento en el mundo y, a pesar de ello, nos casamos y formamos una familia”Eso es AMOR.

Nunca ha sido fácil la vida. Y si de algo estoy completamente seguro es de que nunca el ser humano gozó de tantas facilidades, de tantas comodidades, de tantas herramientas para conseguir lo que desea, para ser feliz. Soy un privilegiado al trabajar en algo que amo y se lo agradezco a la vida transmitiendo mi conocimiento, compartiéndolo con otros.

6.- “Había un anciano con la siguiente leyenda escrita en su camiseta: ‘No tengo 70 años. Tengo 16 con 54 años de experiencia’”Eso es ACTITUD.

No soy un anciano, pero tampoco soy un jovencito. Sin embargo, tengo el vigor, la fuerza, el entusiasmo y la actitud necesaria para levantarme cada día con la disposición de hacer lo mejor, de dar lo mejor, de brindarles más a mis clientes, a mi audiencia. Y es algo que, si la vida me lo permite, haré hasta el último de mis días. Que la parca de coja trabajando.

Vivimos y disfrutamos la era de la comunicación, de la tecnología, pero no podemos olvidar que estas son solo herramientas, recursos. Lo verdaderamente importante es la conexión con otros seres humanos, el privilegio de utilizar el tesoro que te dio la vida, tus dones y talentos, tu conocimiento y experiencias, para producir un impacto positivo.

Si te concentras exclusivamente en la tecnología, en las herramientas, no tardará en llegar el día en que te desborden. Ella, créeme, avanza mucho más rápido de lo que nos cuesta a los seres humanos adaptarnos al cambio, aprender e implementar. Y, como mencioné, no existe ningún ROI (retorno a la inversión) más valioso que la gratitud de otras personas.


Lecturas recomendadas:
Cómo aprovechar la mina de oro de los datos de redes sociales
La peor campaña de marketing de la historia: 5 lecciones
Los rituales diarios, clave para conocer a tu cliente potencial