¿Sabes cuál es la energía más poderosa que existe? La persistencia. ¿Sabes cuál? La de la gota de agua que horada la piedra, no por su fuerza, sino por su constancia, como lo dijo el poeta Ovidio. Una premisa formulada en los comienzos de nuestra era, pero que no por vieja pierde vigencia. De hecho, estas palabras encierran la clave de los problemas más comunes de los emprendedores.
“Cómo así, Álvaro?”, te preguntarás. La respuesta es muy sencilla: la mayoría de los errores que comentemos los emprendedores en nuestros negocios no son grandes errores, gruesos errores. Más bien, son pequeños errores que, uno tras otro, conforman una gran cadena que termina por derrumbar nuestros sueños. Lo peor es que estamos en capacidad de evitarlos, de anticiparlos.
Te voy a dar un ejemplo: tú eres una persona propensa a las enfermedades cardiovasculares. Eso puede ser controlado bajo supervisión médica y hábitos saludables. Sin embargo, eres sedentario, te gusta fumar, bebes demasiado, llevas una vida desordenada (no duermes bien, no comes bien) y estás sometido a estrés severo en tu trabajo. ¡Ese es un cuadro clínico más que preocupante!
Uno solo de estos malos hábitos, como fumar, puede llevarte a la muerte. Pero, si les agregas los otros y los acumulas con los problemas cardíacos, está firmada tu sentencia de muerte. Lo mismo ocurre con tu negocio: hay errores que se convierten en obstáculos, que te provocan caídas, que limitan tu crecimiento, pero que en conjunto pueden significar el fin de tu emprendimiento.
Sí, como las débiles gotas de agua. Una sola no le hace mella a la dura roca, pero una tras otra, y otra, y otra más, siempre dando en el mismo punto, poco a poco van destruyéndola. Así, en el momento menos pensado, la roca se quiebra, se vuelve trizas como si un pesado taladro la hubiera partido en dos. La paciencia, la constancia y el método de la gota de agua la vencieron.
Cuando comienzas un negocio, hay equivocaciones que no puedes cometer, imperdonables: por ejemplo, no conocer bien a tu cliente. Sucede, principalmente, cuando nos enfocamos en el producto y en sus características, en las estrategias que creemos nos van a garantizar las ventas. Sin embargo, cuando las ponemos en práctica no resultan, porque nadie escucha los mensajes.
Si no haces un juicioso y detallado estudio del mercado, si no identificas claramente el nicho en el que quieres trabajar, si no conoces cuál es el dolor que les quita el sueño a esas personas, entonces, ¿cómo les vas a ofrecer una solución? Ese, sin duda, es un grave error, uno capaz de echar por tierra tu negocio, uno que puede acabar con tus recursos en un dos por tres.
Sin embargo, hay otros, pequeños errores, que quizás uno a uno no provoquen el colapso de tu negocio, pero que en conjunto son capaces de producir el mismo efecto de la gota de agua en la piedra. Por eso, tienes que aprender a identificarlos y, sobre todo, a encontrar la solución para evitar que generen un daño irreparable. Estos son algunos de esos enemigos silenciosos:
1) No saber qué hace tu competencia: típico de principiantes. Son emprendedores que quieren reinventar la rueda, que están convencidos de que tienen la idea perfecta, de que su producto es justo lo que necesita el mercado y, por eso, no miran lo que hace la competencia. No saben qué hace, cómo lo hace, en dónde lo hace y por qué lo hace, y no tiene cómo contrarrestarla.
Conocer la competencia te permitirá determinar cuáles son sus fortalezas y sus debilidades, y compararlas con las tuyas. También podrás diseñar las estrategias para evitar que las primeras te afecten y para atacar las segundas y ganar terreno en el mercado. Además, tendrás la posibilidad de saber qué funciona, y qué no, en ese nicho específico sin asumir grandes riesgos.
2) No medir tus estrategias: una de las equivocaciones más frecuentes de los emprendedores novatos es la impaciencia. Sí, esperar resultados inmediatos, sin caer en cuenta que se trata de un proceso. Así, implementan una estrategia y, antes de que puedan determinar si es efectiva o no, la abortan y de inmediato ponen en marcha otra distinta. Y así sucesivamente, una y otra vez.
Lo primero que debes hacer, antes de empezar una estrategia, es testearla en el mercado. Una vez estableces cuál es la que más aceptación tiene, la pones en marcha y luego la monitoreas, es decir, le haces seguimiento. Tienes que medir su impacto, porque de lo contrario corres el riesgo de que tu dinero se esfume. Si no funciona, al menos te queda el aprendizaje para próximas ocasiones.
3) Distraerte en las redes sociales: algo muy común por estos días. Los emprendedores tienen la idea de que las redes sociales son la panacea, y no es así. Menos en las condiciones actuales, en las que Facebook y Google, por ejemplo, cambian su algoritmo con frecuencia y provocan que las estrategias que implementamos pierdan efecto. Sin embargo, la gente se amarra a las redes.
Lo primero que debes hacer es saber en cuál de ellas están tus clientes y luego sí diseñar las estrategias de marketing necesarias y adecuadas para transmitir tu mensaje, para posicionarte. Las redes sociales son una herramienta poderosa para llamar la atención de nuevos clientes y para interactuar con ellos, pero no te garantizan nada si tu marketing no es bueno, si no es efectivo.
Lo he dicho tantas veces, que seguramente ya me puse cansón, pero hay que repetirlo: lo que vende no es tu producto, ni tu currículo, ni tu página web, sino tu marketing. Concéntrate en eso, esfuérzate por evitar estos pequeños errores que actúan de la misma manera que la gota de agua en la piedra y recuerda que un negocio que no hace marketing es como un avión sin alas…