El mundo de los negocios es como la vida: todos arrancamos el camino en solitario, pero en algún punto necesitamos el aporte de otros. Esa es una realidad contra la que no se puede luchar, más allá de que algunos insistan en transitar solos. Si te empeñas en mantenerte solo, algún día lo lamentarás, aunque siempre hay posibilidad de corregir.
Recuerdo que cuando me inicié en este apasionante campo de los negocios por internet, a finales de los años 90, estaba solo. No porque quisiera, expresamente, sino porque no había con quién aliarse. Eran pocos los que conocían algo de internet, y eran menos aquellos que, en esa época, se animaran a dedicarse a una actividad que era muy incierta.
Sin embargo, con el paso del tiempo, ya una vez radicado en los Estados Unidos, me di cuenta de que necesitaba compañía. No estrictamente un compañero de trabajo, sino más bien alguien que me guiara, que me ayudara a ver la luz al final de ese túnel en el que me encontraba. Entonces, fue cuando tomé la decisión de buscar un mentor.
Encontré varios y muy buenos que me transformaron: en lo personal, en lo laboral. Me hicieron ver la vida de una manera muy distinta, me ayudaron a darme cuenta de que tenía un potencial (que ellos enriquecieron con conocimiento) y me respaldaron para que sacara provecho de mis virtudes. Gracias a ellos hoy soy lo que soy, como persona y emprendedor.
Después, aprendí que necesitaba aliados, socios, compañeros, colegas. Son diferentes categorías de personas que te brindan diferentes opciones, diferentes beneficios. Ese contacto con todos ellos es lo más enriquecedor de mi labor como emprendedor, porque parte de la genuina confianza, del mutuo respeto, de la ayuda recíproca.
Para los emprendedores, las alianzas no son una opción: son una exigencia. Es otra de esas tantas ocasiones en las que repetiré que “En el mundo de los negocios, nadie se hace solo, nadie alcanza el éxito en soledad”. Una buena alianza, así mismo, es una herramienta muy poderosa que puede ofrecer ganancias muy valiosas para ambas partes.
Establecer una alianza estratégica, sin embargo, es una tarea de cuidado: no cualquiera puede ser tu aliado, no cualquiera debe ser tu aliado. La premisa fundamental es que no ofrezcan productos idénticos, aunque sí relacionados. Me explico: si los productos son idénticos, no pueden ser aliados por la sencilla razón que ¡son competencia!
Y, por supuesto, uno no se alía con la competencia. ¿Por qué? Porque una de las características de las alianzas es compartir información, permitir que esa otra persona o empresa sepa qué hacemos y cómo lo hacemos, y eso no se lo debes contar a tu competencia. Entonces, antes que nada, las alianzas son para complementarse, no para competir.
Sumar beneficios, esa es la idea
La segunda premisa es que aquello que promuevas de tu aliado sea un producto afín a tu quehacer, a tu nicho de mercado. Si tú te dedicas a las asesorías de coaching de vida y promueves un plan de ejercicio físico que brinda bienestar, está bien. Pero, si en cambio, te alías con alguien que vende asesorías para inversión en bolsa de valores, quizás no es buena idea.
Cuando tú promueves un producto ajeno en tu nicho, es imprescindible que seas cuidadoso. Una mala elección puede espantar a tus clientes, porque empiezan a recibir mensajes ambiguos o contradictorios. “Esto no es para mí”, van a decir, y se alejan. Entonces, debes ser estricto en cuanto a qué clase de productos le abres la puerta de tu negocio.
Si es al contrario, que estableces una alianza para promuevan un producto tuyo, debes conocer con exactitud a qué nicho se le va a ofrecer, quiénes son esas personas. La ventaja es que puedes llegar a nichos o a mercados que no has trabajado, con una inversión baja, y eso es bueno. Es una estrategia que, además te puede servir para conseguir unos clientes más.
Pero, otro llamado de alerta: asegúrate de que tu producto les va a llegar a las personas apropiadas, porque por el contrario lo pueden rechazar. Y el rechazo, lo sabemos, tradicionalmente viene acompañado de críticas, de opiniones dañinas, y eso no es lo que quieres para tu producto, en el que tanto tiempo, trabajo y dinero has invertido.
El mayor beneficio de las alianzas es que puedes llegar a mercados distintos al tuyo para promover tus productos o servicios, para darte a conocer. Y si promueves productos de tus aliados que son de calidad, que brindan beneficios interesantes, eso es algo que, sin duda, tus clientes van a agradecer. Pero, repito: es indispensable la afinidad, la complementariedad.
Con frecuencia, en mis consultorías privadas o en eventos públicos a los que asisto, encuentro personas que me abordan para hablar de este tema de las alianzas estratégica, que los inquieta. Me piden un consejo y mi respuesta siempre es la misma: “Investiga, pregunta, conoce, infórmate”. El peor error es tomar una decisión a la ligera.
Si antes de lanzar tu producto haces la investigación de mercado con juicio, si analizas detalladamente a la competencia, si identificas claramente los diferentes nichos que hay, puedo asegurarte que también tienes en tu poder la información necesaria para saber qué empresas o emprendedores son potenciales aliados estratégicos.
Si no hiciste bien esa tarea, como ocurría en el colegio cuando yo era niño, no hay más remedio que repetirla, esta vez bien. Recuerda: el que tiene la información, tiene el poder. Así mismo, aquí aplica a la perfección aquella premisa callejera de “Es mejor estar solo que mal acompañado”. Rodéate solo de aquellos que te ayuden a ser un ganador.
“Nuestro negocio realmente ha estado basado en las alianzas desde el comienzo”, dijo Bill Gates. Viniendo de uno de los hombres más ricos del mundo, pienso que el fundador de Microsoft tiene algo de razón. Y no sólo los grandes corporativos pueden beneficiarse de las alianzas. Para muchas startups son esenciales para sobrevivir. Mil gracias por compartir tus conocimientos Álvaro, cuanto deseo que algún día pudieras ser mi padrino en esto de los negocios online. Un abrazo